Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
El reto de Bermúdez
2011-08-14 | 20:57:39
Dicen que a más de un mes de haber sustituído al general Sergio López Esquer en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Veracruz, sobre todo cuando retorna a su hogar y ve a sus hijos apaciblemente dormidos en sus recámaras, Arturo Bermúdez Zurita todavía se pregunta si realmente valdrá la pena arriesgar la seguridad personal y familiar por desempeñar este importante cargo en las circunstancias que cada vez se complican más en el estado y en el país.
Sin embargo, su lealtad al gobernador Javier Duarte de Ochoa y la plena convicción en el proyecto del joven mandatario estatal parecen darle la razón de no haber errado en su decisión y compromiso.
Bermúdez es de lo que creen que Veracruz tiene salvación si todos contribuimos para evitar que el estado pierda la seguridad, condición elemental para arraigar y atraer inversiones, generar empleos y, por ende, propiciar desarrollo y bienestar social, que en su opinión es el mejor antídoto para abatir la delincuencia.
Aunque siempre ha estado muy ligado a la milicia –pues además de ser un ameritado miembro del Ejército, integrante del Estado Mayor Presidencial en tiempos del presidente Carlos Salinas de Gortari, y egresado con honores de la prestigiosa academia militar de West Point en Estados Unidos, es sobrino del General de División Diplomado de Estado Mayor, Carlos Humberto Bermúdez Dávila, jefe del Estado Mayor Presidencial del presidente Miguel de la Madrid Hurtado–, el nuevo titular de la SSP de Veracruz no es, sin embargo, el típico mandón de origen castrense con mentalidad cuadrada y sin sensibilidad política.
En mucho abonan a su favor las licenciaturas que obtuvo en Administración Pública por la Universidad de San Luis Potosí y la de Ciencias Administrativas por la Escuela Bancaria y Comercial. Además de haber realizado cursos en Manejo de Conflictos, Planeación Estratégica y Coaching en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Y, por si fuera poco, actualmente es candidato también a Maestro en Alta Dirección de Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, y la Universidad Veracruzana.
En su trayectoria profesional destacan su desempeño como gerente de Recursos Humanos y Seguridad del Consorcio Azucarero Escorpión; asistente del secretario de Seguridad Pública en el estado de Nuevo León, y ejecutivo de Proyectos de la Secretaría de Finanzas y Planeación de Veracruz el sexenio anterior. En el 2010 realizó un excelente trabajo al frente del Centro Estatal de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C-4) que le valió ser nombrado en diciembre de ese año subsecretario de Seguridad Pública “A”.
Por eso, ante la inesperada renuncia del secretario López Esquer a principios de julio, Bermúdez Zurita era el candidato natural para sustituir al General dada su cercanía y la absoluta confianza que le unen al gobernador Duarte de Ochoa, en cuyo proyecto por la gubernatura colaboró estrechamente desde que el actual mandatario despachaba como titular de la Sefiplan y luego al ser postulado, en 2009, a la candidatura a diputado federal por el distrito electoral de Córdoba.
Ello explica por qué Bermúdez no pudo negarse a la invitación del gobernador Duarte para asumir la Secretaría de Seguridad Pública del estado, lo que obligó al jefe del Ejecutivo a solicitar al pleno de la LXII Legislatura local que le otorgara al subsecretario la dispensa de ley por no ser nativo de Veracruz.
El flamante titular de la SSP está consciente del tamaño del paquetazo que ha recibido, pero parece estar muy bien dispuesto a enfrentar el gigantesco reto. Sabe que no es una empresa fácil, y que junto con depurar, capacitar y equipar a los cuerpos policiacos se tiene que empezar por lo más elemental: su dignificación, un proceso clave para recuperar el respeto y la confianza de la sociedad hacia el policía.
De ahí que Bermúdez se haya dado a la tarea de dignificar primero el trato, los salarios, las prstaciones sociales y hasta los dormitorios, restaurante y baños colectivos que comparten los uniformados en el cuartel San José, de Xalapa.
Pronto adquirirán más y mejor armamento, y las patrullas ya no serán vehículos compactos sino que cambiarán a mejores modelos como los de la Policía Federal.
El secretario de Seguridad Pública se ha propuesto que el cambio se note no sólo en la nueva actitud y trato de los guardianes del orden hacia la ciudadanía sino hasta en el corte de sus uniformes, que ahora sí procurarán que sea a la medida y talla de cada policía, a los cuales se obliga a trabajar en el gimnasio para mejorar su condición física.
A muchos debió parecer presuntuoso cuando Bermúdez declaró que en Veracruz se están preparando a los mejores policías de México.
Pero quienes han tenido oportunidad de hablar con él perciben que el secretario de Seguridad Pública está convencido de lograrlo a través de una estrategia integral que incluye mayor capacitación, mejores salarios y dignificación de la carrera policial.
Bermúdez tiene claro que no sólo se trata de cambiar de imagen sino de dignificar “el trabajo de estos servidores públicos que arriesgan su vida por la protección de los veracruzanos y queremos tener realmente una mejor policía, una policía cercana a la gente y que se vea respetada”.
Por ello –ha dicho– se ha reforzado el reclutamiento policial buscando personas con un perfil diferente, con unas características diferentes, para tener un sueldo diferente, en una nueva carrera policial, que es lo que reclaman los ciudadanos en la calle.
Actualmente, acorde a los lineamientos del Consejo Nacional de Seguridad Pública, trabaja en el modelo de la nueva Policía Estatal Acreditable (PEA), con la contratación inicial de más de 400 policías.
Bermúdez está consciente de que en un solo sexenio no será posible cambiar radicalmente a los cuerpos policiacos, pero el esfuerzo se tiene que empezar a hacer de una vez.
El titular de la SSP sabe que durante su permanencia en este cargo no logrará completar todo este trabajo, pero al menos está decidido a dejar una importante huella en la transformación de la nueva policía de Veracruz, la cual podría recibir una mayor responsabilidad si es que a partir de diciembre de 2012 –en caso de que el PAN perdiera las elecciones presidenciales– el Ejército fuera regresado a los cuarteles y la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada quedara sólo en manos de las policías federal y de los estados.

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