Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
* EL RENCOR DE CALDERÓN
2010-09-05 | 21:26:08
Cuando parecía que la relación entre el presidente Felipe Calderón y el gobernador Fidel Herrera Beltrán mejoraba, la semana anterior hubo un agrio incidente que nuevamente volvió a confrontar al mandatario veracruzano con el jefe del Ejecutivo federal.

Herrera se ha quejado de ser víctima ¡ooooooootra vez! de la perversidad del inquilino de Los Pinos, a cuya Oficina de Prensa atribuye la desinformación en el noticiero nocturno de Televisa el pasado martes 31 de agosto, donde no sólo fue minimizada su presencia durante la visita del Presidente a la ciudad de Tlacotalpan sino que además fue irónicamente evidenciado con imágenes fuera de contexto, en las que a él se le veía a bordo de una lancha empujada por sus auxiliares mientras Calderón caminaba por las calles inundadas de la Perla del Papaloapan.

Así que quienes creían que el mandatario panista ya había bajado las armas que empuñó contra Herrera Beltrán durante el proceso electoral local del pasado 4 de julio, pues parece ser que se equivocaron.

Y es que, por lo que se ve, en Calderón persiste un arraigado prejuicio contra el gobernador de Veracruz que no data de ahora sino de varios años atrás.

Una ex senadora priísta, por ejemplo, relata una anécdota que confirma lo anterior. Según cuenta la ex legisladora, el sexenio anterior, cuando Calderón terminó su gestión como diputado federal y fue nombrado por el presidente Vicente Fox director de Banobras, ella se le acercó para gestionar algunos financiamientos para varios municipios veracruzanos. Ambos quedaron de comer al día siguiente. Pero ella cometió el error de invitar a su compañero de escaño Fidel Herrera sin avisarle previamente al funcionario foxista, con el cual había coincidido como diputada federal en la 55 Legislatura al Congreso de la Unión. Después de varios tequilas, el michoacano se despidió muy cortésmente. Su ex compañera de curul quedó de comunicarse posteriormente con él por teléfono. Y así lo hizo días más tarde. Pero se llevó una terrible sorpresa cuando Calderón le dijo por el auricular que él sí pensaba ayudarla, pero que como a esa reunión había llevado a Herrera Beltrán, que entonces se olvidara de lo que le había prometido.

El ex diputado federal porteño Sergio Vaca Betancourt, quien fue correligionario y compañero de bancada de Calderón en la 58 Legislatura, suele referir que no ha conocido a alguien que guarde más rencor que el ex dirigente nacional del PAN.

Pero además de rencoroso, está más que probado que el mandatario panista es terco, necio y obcecado.

Cosa de ver nada más su necedad de continuar con la estrategia militar en su “guerra” contra el narcotráfico, cuyo saldo rojo supera ya los 29 mil muertos en estos cuatro años de su gobierno.

Así que a nadie debe extrañar ni sorprender la guerra sucia que de nueva cuenta ha desatado en contra del gobernador Herrera, ataques cuya orquestación el mandatario veracruzano atribuye a la Oficina de Prensa de la residencia presidencial de Los Pinos.

Herrera Beltrán lo debe saber porque a gracias al secretario de Turismo del estado, Ángel Álvaro Peña, compadre del periodista Joaquín López-Dóriga, el gobernador mantenía hasta la semana anterior una estrecha relación con el conductor del noticiero nocturno de Televisa.

Quizá Calderón haya bajado la guardia en lo que respecta a la elección de gobernador de Veracruz, pues ya hasta felicitó telefónicamente al priísta Javier Duarte de Ochoa por la constancia de mayoría que recibió desde el 26 de julio por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado que ha validado dichos comicios, pero lo que sí es cierto es que el Presidente de la República se prepara ahora para librar la verdadera madre de todas sus batallas: la sucesión presidencial de 2012, en la que Herrera insiste en encartarse como precandidato del PRI, sobre todo ahora que ante el priismo se ha erigido en el gran vencedor del Presidente, al derrotar en su feudo a Miguel Ángel Yunes Linares, el ex candidato favorito del jefe de las instituciones federales.

Calderón, según ha trascendido, habría confiado a sus más cercanos que no quiere pasar a la historia como el panista que dejó regresar al PRI a Los Pinos; lo que significaría una proeza para los priístas pues lo harían en apenas dos sexenios, cuando al PAN le llevó 70 años arrebatarle el poder al partido tricolor.

Por eso Calderón, quien en las recientes elecciones de gobernador impulsó las alianzas de Acción Nacional con PT, Convergencia y el PRD para ganar los estados priístas de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, ha mandado al priismo señales claras de que estaría dispuesto a aliarse nuevamente con algunas fuerzas partidistas de la izquierda para impedir a toda costa entregarle en el 2012 la Presidencia de la República a un representante del Revolucionario Institucional, que bien podría ser el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, el senador sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, la lideresa priísta Beatriz Paredes Rangel o… el mandatario veracruzano saliente Fidel Herrera, quien a partir del 1º de diciembre próximo dispondrá de plena libertad y de todo el tiempo del mundo para extender su activismo político por todo el país.

Calderón, pues, más que como Jefe de Estado está decidido a actuar como el verdadero jefe de su partido, para lo cual ha empezado a maniobrar el cambio de su dirigente nacional. Por lo mientras le ordenó a su ex secretario particular, César Nava, que no se reeligiera como presidente del CEN del PAN y que se descartara públicamente como candidato presidencial para dentro de dos años.

Y es que, según ha trascendido, hace unas semanas fueron convocados a Los Pinos 11 destacados panistas, los cuales habrían sido invitados directamente por el propio jefe del Ejecutivo federal. ¿El tema de la reunión? Las reglas del juego para la candidatura presidencial. Según se sabe ahora, Calderón les habría asegurado que no habrá “dedazo” –o más bien “pastelazo”, como el que le propinó a Yunes Linares días antes de que el director general del ISSSTE fuera impuesto oficialmente como candidato del PAN a la gubernatura de Veracruz– y les prometió que el elegido del partido blanquiazul saldrá de una elección interna, tal y como sucedió con él mismo en el 2006.

En esa reunión habrían estado el senador Santiago Creel –a quien Calderón dejó con el bat al hombro hace cuatro años– y la diputada federal Josefina Vázquez Mota; los secretarios Javier Lozano, del Trabajo; Alonso Lujambio, de Educación Pública; Juan Molinar Horcasitas, de Comunicaciones y Transportes, y Ernesto Cordero, de Hacienda y Crédito Público; además de los gobernadores Juan Manuel Oliva, de Guanajuato; Emilio González, de Jalisco, y Marco Antonio Adame, de Morelos.

Los únicos que no llegaron pese a estar invitados fueron el secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix, y el diputado federal Francisco Ramírez Acuña, presidente de la mesa directiva de la LXI Legislatura, quien en 2004, como gobernador de Jalisco, destapó públicamente a Calderón como precandidato presidencial del PAN, lo que le costó al michoacano su cese de la Secretaría de Energía.

Ramírez Acuña, primer secretario de Gobernación del régimen calderonista, no asistió porque supuestamente andaba por España. Pero ha trascendido que la relación del panista jalisciense con el Presidente de la República no anda muy bien. Ya se verá a la hora de elegir al nuevo dirigente nacional del PAN, pues el “destapador” de Calderón también quiere suceder a Nava, aunque aparentemente desde Los Pinos estarían impulsando al senador Gustavo Madero.

El caso es que Calderón ha dejado claro que no dejará suelta la sucesión presidencial de 2012, por lo que desde ahora tendrá que combinar su responsabilidad como Jefe de Estado con su chamba extra de jefe de partido. Lo grave es que, de actuar así, seguramente continuará apretando a los gobiernos priístas que como el de Veracruz registra un gran boquete financiero porque, entre otras causas, en los últimos cuatro años no ha recibido a tiempo los recursos federales para enfrentar emergencias como las que actualmente padecen los municipios ubicados en las cuencas bajas de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos.

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