Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Fidel, Duarte y Calderón
2010-09-02 | 22:16:21
Después del asesinato del candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, ocurrido a finales de junio de este año, los gobernadores se reunieron con el presidente Felipe Calderón a propuesta del veracruzano Fidel Herrera Beltrán, presidente de la Conago.
Después de este encuentro, Calderón, emocionado por el respaldo de los mandatarios estatales, invitó a su despacho privado a Herrera Beltrán y al joven gobernador priista de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, quien coordina la comisión de Seguridad Pública de la Conago.
Fue una charla amena y sumamente cordial. Tanto, que el gobernador de Veracruz se sorprendió cuando Calderón, muy cálidamente, lo acompañó con el brazo al hombro hasta la salida de su oficina.
Para Herrera ésta era la primera vez que volvía a pisar la residencia presidencial de Los Pinos desde que Vicente Fox dejó el poder en noviembre de 2006.
Sin embargo, por lo que se ve, nunca la relación política y personal del gobernador actual de Veracruz con Calderón será mucho mejor que la que mantuvo con el panista guanajuatense, cuya confianza era tanta con el veracruzano que una vez le habría sugerido –con esa franqueza que caracterizaba a Fox– que no le regalara libros sino algo más práctico que él sí pudiera usar. Herrera, entonces, le mandó a hacer en Coscomatepec una preciosa silla para montar a caballo, obsequio que hizo inmensamente feliz al ranchero de San Cristóbal, Guanajuato.
En cambio, su trato con el sucesor de Fox ha sido de muchos altibajos, por no decir generalmente malo. Será muy difícil que mejore, pues a Herrera le restan escasos 88 días en el poder. Las intrigas que los enemigos del gobernador de Veracruz sembraron en el presidente aprovechando su cercanía política e institucional, quedaron muy arraigadas.
Después de aquella reunión con la Conago, y tras la felicitación telefónica que el presidente hizo al gobernador electo Javier Duarte de Ochoa por la constancia de mayoría recibida por el Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado que validaba el resultado de la elección del pasado 4 de julio, Herrera suponía que su relación con Calderón iría para adelante. Pero este martes 31 de agosto se llevó otra gran decepción con la nueva guerra sucia que presuntamente desde la Oficina de Prensa de la Presidencia de la República le orquestaron en los noticieros de Televisa con motivo de la visita del jefe del Ejecutivo federal a los damnificados de Tlacotalpan.
Para los fidelistas, esta visita de Calderón era simbólica. “Vino a ayudar a Veracruz porque Veracruz lo necesita, pero también vino a pedir ayuda porque necesita de Veracruz”, era el argumento en la víspera de la gira presidencial por la cuenca baja del Papaloapan.
Pero esta presencia del presidente sólo vino a confirmar que políticamente Herrera y Calderón son como el agua y el aceite.
La relación del gobernante veracruzano con el presidente ha sido tirante en los últimos meses y el propio Herrera ha dicho que ha extrañado a Vicente Fox, quien constantemente lo invitaba a Los Pinos. Sin embargo, aunque Fidel se ha mantenido exigente con el tema de las participaciones federales o veladamente le reclamó que llegó a la entidad diez días después de las inundaciones, lo cierto es que en muchas ocasiones el gobernador ha respaldado permanente y abiertamente las políticas de Calderón, como por ejemplo su lucha contra la inseguridad.
El pasado 27 de agosto, en la reunión de conclusiones del diálogo por la seguridad efectuada en el Campo Marte, Herrera dejó en claro que el tiempo y la historia reclama no dejar solo al presidente y mostró su convicción de que “por encima de orígenes partidarios, la lucha por la seguridad y la criminalidad es una tarea común que no puede permitir diferencias de carácter ideológico ante el riesgo que no respeta ni colores ni origen”.
Se suponía que Calderón venía a tender la mano a los damnificados de Cosamaloapan, Tlacotalpan y Minatitlán, entre otros municipios afectados de la zona sur por las intensas lluvias, pero también esperaba recibir el respaldo de Veracruz, una de las entidades con mejores índices de seguridad en todo el país, a pesar del fuego cruzado entre delincuentes y militares ocurrido en Pánuco horas antes de la visita presidencial al sur del estado.
Por ello, porque conoce perfectamente la relación histórica de Veracruz con el presidente en turno, el gobernador electo Javier Duarte de Ochoa ha mantenido –desde que el Tribunal Electoral del Estado validó su triunfo al hacer el cómputo estatal y declararlo candidato ganador electo— un discurso de cercanía y apoyo al jefe de las instituciones federales.
El pasado 27 de julio, después de un desayuno que sostuvo con los alcaldes electos de Veracruz y Boca del Río, Carolina Gudiño Corro y Salvador Manzur Díaz, Duarte de Ochoa trazó las líneas del trato institucional que mantendrá con el mandatario panista: “Voy a trabajar con todo ahínco con el presidente Felipe Calderón Hinojosa; voy a ser un gobernador cercano al presidente porque sé que si le va bien al presidente Felipe Calderón le va bien a Veracruz y le va bien a México”.
Por eso Calderón llamó telefónicamente a Javier Duarte después de que el Tribunal Estatal Electoral ratificó su triunfo en las urnas y por eso ahora lo invitó para que asistiera al evento organizado este jueves 2 con motivo de su IV Informe de Gobierno; cortesía que a los líderes del PAN en Veracruz sorprendió y hasta pusieron en duda.
Pero para desgracia de los panistas que aún están obstinados en impugnar el triunfo electoral del ex candidato del PRI, la relación entre el presidente Calderón y el gobernador electo crece cada día y podría traer buenos dividendos para la entidad que el cordobés gobernará a partir del 1º de diciembre próximo.
Por ahora a Duarte le urge sumar, porque como ya se dice en broma entre la clase política local que siempre es muy creativa, el incendio del norte se puede apagar en el sur, y no precisamente por las abundantes lluvias que tienen con el agua hasta el cuello a miles de paisanos sino porque en el sur del país, en Veracruz concretamente, los gobernantes están preocupados de que le vaya bien al presidente para que le vaya bien a la entidad veracruzana y al país entero.

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