Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
PVEM: partido de juniors
2010-08-25 | 21:14:46
Encabezados por José Manuel Salgado Ferreira, dirigente municipal en Boca del Río, presuntos militantes del Partido Verde Ecologista de México tomaron este miércoles 25 en Xalapa las instalaciones del PVEM para exigir la salida inmediata del presidente del Comité Directivo Estatal, Eduardo Aubry de Castro Palomino, a quien acusan fundamentalmente de no haber trabajado en el proceso electoral local del pasado 4 de julio para fortalecer a este instituto político, ya que no alcanzó el mínimo 2 por ciento de la votación total que establece el Código Electoral vigente en el estado de Veracruz para conservar las prerrogativas de ley.
Aubry, quien también iba en el número uno de la lista de candidatos plurinominales a la diputación local del PVEM, tampoco alcanzará curul en la LXII Legislatura local entrante.
Por primera vez, en los últimos dos sexenios, el Partido Verde se quedará sin representante en el Congreso del Estado.
El último fue el orizabeño Alonso Domínguez Ferráez, actual encargado de la Secretaría de Desarrollo Social y Medio Ambiente (Sedesma), quien hace dos semanas sustituyó a Ranulfo Márquez Hernández, el cual renunció para suceder a Jorge Carvallo Delfín en la presidencia del CDE del PRI.
Precisamente a Domínguez Ferráez –miembro de una acaudalada familia que controla varias radiodifusoras en las regiones de Orizaba y Xalapa– se atribuye esta campaña en contra de Eduardo Aubry, otro junior con raíces familiares en el puerto de Veracruz que precisamente se apoderó de la dirigencia estatal del PVEM a través de sus vínculos con el ex dirigente priista Carvallo Delfín y el ahora gobernador electo Javier Duarte de Ochoa, dos de los colaboradores más influyentes en el primer círculo del gobernador Fidel Herrera Beltrán.
Aubry estaba llamado a ser una de las piezas claves en la actual sucesión gubernamental. Entrevistado casi medio año antes de que se definiera oficialmente la candidatura priísta de Duarte a la gubernatura de Veracruz, el dirigente del PVEM respondió en esa ocasión que aún se analizaba una alianza parcial o total con el partido tricolor, y que ello se decidiría hasta las primeras semanas de 2010. “Lo que sí tenemos claro –definió– es que es el PRI el partido con el que mayor identidad existe”, ya que precisaba que “más allá de la identidad política y social, un nuevo aspecto de coincidencia es la vocación del gobernador Fidel Herrera por transformar el ejercicio del poder e impulsar lo que él mismo llamó una ‘alternancia generacional’”. Y es que recordó que el Partido Verde siempre había buscado integrar a los jóvenes a la política, por lo que compartía totalmente la postura del mandatario veracruzano de combinar la experiencia y los años con el talento y el impulso de una nueva clase política que puede aportar mucho al futuro de Veracruz.
Pero lo que estaba en duda era si realmente el PVEM, como aliado, podía abonar lo suficiente para hacer triunfar el proyecto de alternancia generacional que inmediatamente después del proceso electoral local de 2007 decidió impulsar el gobernador Herrera, ya que desde entonces había manifestado su deseo de que el candidato del PRI a la gubernatura fuese un joven priista menor de 40 años de edad, lo cual cumplió al empujar la candidatura del ex secretario de Finanzas y Planeación, nacido en 1973.
Las dudas sobre la fuerza electoral del PVEM tenían sustento, pues en la sucesión presidencial de 2006, por ejemplo, como aliados de Roberto Madrazo Pintado nada pudieron hacer para evitar que el PRI se desfondara hasta la tercera fuerza política nacional. En ese mismo proceso electoral federal, en Veracruz, el Partido Verde también contribuyó a que por primera vez en su historia el Revolucionario Institucional no tuviera un representante veracruzano en la Cámara Alta del Congreso de la Unión, pues en buena parte el joven priista José Francisco Yunes Zorrilla perdió esos comicios porque le endilgaron como candidato a senador en la fórmula de la “Alianza por México” al “ecologista” Maximino Fernández, un desarraigado junior de una prominente familia xalapeña que en lugar de hacer campaña por la entidad se la pasaba cómodamente tomando café en la plaza comercial de moda de la capital veracruzana.
Max Fernández fue impuesto como compañero de fórmula de Yunes Zorrilla por su estrecha amistad con el dirigente nacional del PVEM, Jorge Emilio González, “El Niño Verde”, hijo del fundador de ese partido político, Jorge González Torres, y nieto de Emilio Martínez Manatou, ex gobernador priista de Tamaulipas, ex secretario de Estado y ex aspirante presidencial del PRI en 1970.
Pero ya en 2004 el PVEM también había dado muestra de su menguada fuerza electoral, pues a la alianza “Fidelidad por Veracruz” no le representó de hecho ninguna ventaja, ya que Herrera Beltrán apuradamente ganó la gubernatura con 25 mil votos de diferencia a Gerardo Buganza Salmerón, un panista gris que con excepción de la región de Córdoba era prácticamente desconocido en el resto del estado.
Ahora, tras el apretado margen con el que ganó Duarte la elección de gobernador el pasado 4 de julio, se sabe que la alianza del PRI con el PVEM tampoco resultó tan exitosa como esperaban, pues el Partido Verde quedará sin prerrogativas y su dirigente estatal sin diputación plurinominal.
A final de cuentas, el de Aubry resultó ser el mismo caso de Max Fernández: un junior sin arraigo en Veracruz pero protegido del sobrino de Víctor González Torres, el millonario empresario farmacéutico conocido como “Doctor Simi”.
Presuntamente, Eduardo –hijo de un empresario veracruzano– obtuvo la dirigencia del PVEM en Veracruz por las buenas relaciones de su hermano Enrique Aubry, quien no sólo mantiene desde hace 10 años una excelente relación con González Martínez sino también con Héctor Karim Carvallo Delfín, hermano del ex dirigente priista Jorge Carvallo, ex coordinador de Agenda de la Oficina del gobernador Herrera y a quien ahora perfilan para coordinar a la diputación del PRI en la próxima Legislatura local.
Y es que Enrique Aubry y Karim Carvallo, uno de 28 y el otro de 34 años de edad, respectivamente, coincidieron hasta principios de 2009 como regidores en el Ayuntamiento de Cuautitlán Izcalli, en el Estado de México. El 5 de julio antepasado ambos fueron electos como diputados locales, pero el priista Carvallo por el XLIII distrito electoral mexiquense, y el ecologista Aubry por la vía plurinominal en Jalisco, entidad a la que fue enviado por Jorge Emilio González a finales de 2008 para resolver un conflicto interno entre dos grupos locales del PVEM, pero cuando se dio el reparto de candidaturas el amigo del “Niño Verde” decidió apuntarse en el lugar número dos de la lista de candidatos de representación proporcional, para lo cual Quique Aubry detonó un gran escándalo porque no obstante que era regidor en Cuautitlán Izcalli presentó dos documentos para acreditar su impugnada residencia en Zapopan, una carta emitida por ese ayuntamiento jalisciense y una credencial de elector con fecha de registro de 2004.
En Veracruz, a su hermano Eduardo Aubry también se le recuerda sólo por los escándalos que protagonizó, como el zafarrancho ocurrido en octubre de 2009 en un concurrido restaurante de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, donde el dirigente estatal del PVEM, en estado de ebriedad y envalentonado por un “guarura” armado que lo protegía, ofendió y agredió a una señora y a su esposo que departían tranquilamente con otros familiares en dicho lugar. Como ninguno de los comensales sabía de quién se trataba, Aubry tuvo a bien gritarles que él era el dirigente del Verde Ecologista en la entidad, un dato que seguramente esos votantes, su parentela, vecinos y amigos recordaron en las elecciones del pasado 4 de julio.
Por eso ahora ni Duarte ni Carvallo metieron las manos por él para salvar las prerrogativas del PVEM y asegurarle la curul plurinominal en el Congreso del estado; orfandad política que Alonso Domínguez Ferráez, encargado provisional de la Sedesma, está aprovechando para cobrarle varias facturas pendientes a Aubry.
El del PVEM en Veracruz, pues, no es un conflicto real entre militantes y dirigencia, sino un mero ajuste de cuentas entre juniors.

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