Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
¿Han muerto las ideologías
2016-01-21 | 08:50:03
“Llévame a tu departamento de soltero”. Los comensales del restorán pararon oreja cuando oyeron que una guapa mujer le pedía eso a su compañero de mesa. Más se sorprendieron cuando escucharon que el sujeto respondió: “De ninguna manera”. Insistió la hermosa fémina: “Te digo que me lleves a tu departamento de soltero”. Repitió el individuo, terminante: “No”. Y al decir eso se levantó para ir al baño. Lo siguió un tipo que había oído el diálogo y le dijo: “¡Llévala! ¡No desaproveches la oportunidad!”. Replicó el otro: “¿Cómo quieres que la lleve a mi departamento de soltero? ¡Es mi esposa!”... Narró el cronista de box: “¡Kid Blotto tira una derecha larga! ¡Cae noqueado un señor que está en la cuarta fila!”... El licenciado Pandectas había plantado el día anterior un pequeño manzano en el jardín del frente de su casa. Un conductor perdió el control de su vehículo, se metió al jardín y derribó el arbolito. Con una gran sonrisa le dijo el abogado a su mujer al tiempo que iba hacia el atribulado conductor: “¡Mira! ¡Apenas planté ayer el manzanito y ya empezó a dar frutos!”... El padre Arsilio predicó un sermón acerca de las venturas que gozarán las almas de los justos en la morada celestial. Pidió a los feligreses: “Pónganse de pie los que quieran ir al Cielo”. Todos se levantaron, menos Empédocles, el borrachín del pueblo. El señor cura se azaró. “¿Cómo? -le preguntó al temulento-. ¿No quieres ir al Cielo cuando te mueras?”. “Ah, cuando me muera -dijo Empédocles al tiempo que se ponía él también de pie-. Yo pensé que ya iba a salir el grupo”... Varias veces me he hecho esta pregunta: ¿han muerto las ideologías? De ellas no he recibido ninguna respuesta, lo cual me hace pensar que, en efecto, están muertas ya, y sepultadas. Conceptos como los de “izquierda” y “derecha” se han desvirtuado en tal manera que se ha borrado ya la separación entre esos que ayer fueron conceptos bien definidos. Eran los tiempos en que los extremos no se tocaban, precisamente porque eran extremos. Existían -mas no coexistían- izquierdistas y derechistas, comunistas y panistas, sinarquistas y revolucionarios, etcétera, etcétera. (Tampoco los etcéteras se confundían). Ahora todos traban alianzas con todos; andan juntos y también revueltos. Ese fenómeno, desde luego, no es exclusivo de México. Ningún fenómeno es exclusivo de México. Pero hay países en los cuales las tendencias políticas están bien determinadas. Estados Unidos sería el ejemplo más cercano. Ahí eres demócrata o eres republicano. Tu afiliación a uno u otro partido no sólo te define como ciudadano, sino también como persona: muestra tu modo de pensar, y aun de ser. Es cosa al mismo tiempo de política y de vida. Ciertamente ese país es bipartidista, y por tanto no hay alianzas, pero la división entre los dos partidos está claramente señalada, y sus posiciones son las más de las veces opuestas y contrarias. Acá quienes andan en la política
siguen al camión de mudanzas. Los partidos se juntan y separan según la conveniencia del momento. Lázaro Cárdenas, Manuel Gómez Morin y Plutarco Elías Calles se asombrarían por igual -y se encaboronarían, si me es permitido el eufemismo- al ver el espectáculo de la politiquería a la moderna. En fin, cambian los tiempos. Antes había debates; ahora hay acomodos. Antaño había ideas y principios; hogaño hay solamente chambas y dineros. Otra vez pregunto: ¿han muerto las ideologías? Y la respuesta es el silencio. Tan desconsoladora reflexión, oh pendolista, ha contristado a la República. Antes de retirarte narra alguna futesa que alivie la gravedumbre de tu perorata. El chofer de un camión de refrescos vio a una linda chica que pedía aventón a la orilla de la carretera, y detuvo su vehículo para que subiera. Cuando llegaron a su destino la muchacha le dijo al conductor: “Quiero corresponder a tu amabilidad. Si lo deseas puedes hacerme el amor”. El chofer no vaciló. Tendió junto al camino las lonas que anunciaban el refresco, y en ese improvisado tálamo empezó a refocilarse con la chica. Pasaban por ahí unos tipos, y uno le dijo al otro: “Ésas son promociones, no como la chinchurrienta de los taparroscas”. FIN.


MIRADOR ›armando fuentes aguirre Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que oyó cantar a Mahalia Jackson, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó: -En aquel tiempo la fe movía montañas. Ahora es tan pequeña que no puede ya mover ni una piedra de hormiguero. Nos hemos vuelto escépticos: no creemos en nada, y tampoco en nadie creemos. Dio un nuevo sorbo a su martini y prosiguió: -Deberíamos tener fe, como en los tiempos de Nuestro Señor. Aún quedan muchas montañas por mover. La bella mujer que lo escuchaba le dijo: -Yo tengo fe en ti. Replicó él: -Dime qué montaña quieres que te mueva. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre. ¡Hasta mañana!...
MANGANITAS ›por afa “...RIP...”. “Por fin -un tipo decíami tío descansa en paz”. Luego aclaraba, falaz: “Él vive. Murió mi tía”.

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