Por Maquiavelo
Columna: Se dice que
Lo de siempre
2015-12-27 | 20:30:48
Los periodistas a veces pecamos de ingenuos. La experiencia no cuenta en las especiales circunstancias que rodean este oficio de reportero. Es una actividad puntiaguda plena de escollos que no siempre se puede sortear y esquivar.

Con motivo de estas fiestas decembrinas fui llamado a la dirección de este medio impreso. Desde que me ordenaron que me presentara, mi imaginación me hizo volar en una bella fantasía económica o la ilusión de un buen regalo navideño.

Como es la costumbre no me reciben de inmediato. Se pasa uno el tiempo en una prolongada antesala viendo a las elegantes secretarias platicando sobre divertidas posadas, planes de viajes a lugares turísticos o programando regalarse buenos obsequios con su aguinaldo.

Cuando logre entrar a las refinadas oficinas, los ejecutivos de este mediode manera extrañafui bien recibido. No hubo un regaño o la reprimenda habitual,sino lo contrario, hasta con una sonrisa de bienvenida y un reconocimiento sobre todos los años que tengo de laborar.

Entendí en un principio como que se me elogiaba yse me informaba que tendría una nueva misión y que nadie dentro del Corporativo Imagen del Golfo,como este viejo reportero,era el más adecuado de hacer un buen trabajo periodístico que me iban a encomendar.
Llegue a soñar que habría aumento de sueldo.

No quedaba otra, más que agradecer que se hubieran fijado en el marginado decano de la redacción. Pero…el pero de siempre… faltaba lo más importante, saber de que se trataba la especial misión informativa y sobre todo en esta temporada invernal.Porque me enviaban cuando todo mundo quiere estar cerca de la familia.

Para ir descifrando lo que se iba a proponer la directora editorial habló de la pobreza existente en México, del fracaso de la reforme energética, del desplome del peso, para terminar que la región más marginada además de la sierra veracruzana de Zongolica, era la de la Tarahumaraen Chihuahua. Que mejor que un buen reportaje en estas fechas decembrinas que un enviado especial de estos medios informativos los registrara de manera objetiva y muy humana la penuria de aquellos compatriotas olvidados.

El periodista por lo tanto debía olvidarse del calor humano familiar navideño, del pavo y del arbolito de luces. Entender que el reportero viajaríacomo es la costumbre sólo hacia su persona sin viáticos a la helada y segregada zona de los indígenas más pobres del país.

---Ya se te pagó la quincena…entonces. Fue la tajante respuesta sobre mis necesidades económicas.

A pasar el fin del año en la desforestada y congelante sierra del estado fronterizo, para ello, hay que contratar a un arriero con un burro y una mula, en una caminata de tres días para llegar a Batopilas, un pueblo colonial que se quedó en el olvido en los tiempos del pasado.

Lo de siempre, una patada para deshacerse del decano periodista. Ese es el motivo por lo que esta columna dejara de aparecer hasta el lunes cuatro de enero.

A mis cinco lectores les deseo ¡un feliz año!

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