El secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, citó a varios gobernadores a fin de que explicaran los motivos por lo que el presidente Enrique Peña Nieto se encuentra en un nivel tan bajo de popularidad en sus respectivas entidades.
Más que preguntarles fue una especie de fuerte regaño.
Encontrar una respuesta adecuada que no lastimara la figura del mandatario mexicano les resultó bastante difícil a los ejecutivos estatales convocados.
Una salida fácil fue la de culpar al PRI de esa mala imagen. Al inicio del nuevo sexenio federal se manejó que habría un nuevo PRI, diferente tanto en fondo como en forma. Han pasado 18 meses y no existe el menor cambio del viejo sistema político mexicano.
El retorno del presidencialismo con sus facultades metaconstitucionales se hizo evidente en este corto tiempo y se hizo presente el total apoderamiento de sus tradicionales e irreductibles posiciones de poder.
El nombramiento de un comisionado especial en el estado de Michoacán, con todo el mando para designar funcionarios y ejercer sin consulta las partidas federales, obligaron por dignidad a presentar su renuncia al gobernador constitucional, Fausto Vallejo, y que designaran, sin consultarle, al sustituto.
Así regresó la vieja manera priista de hacer las cosas.
Con este argumento, los gobernadores se amarraron el dedo por si se le ocurre al gobierno federal hacer lo mismo en sus entidades lo realizado en Michoacán.
No se atrevieron a exponer que la baja popularidad de Peña Nieto tiene motivos más sólidos como la crisis económica, el alza de impuestos y la violencia desatada, lo que ha desgastado la figura presidencial y la natural irritación de una cansada sociedad.

Bajo fuego el Ejército
Hay que reconocerle al ejército mexicano la fuerte presión y los intensos ataques que han sufrido las fuerzas armadas en su lucha en contra del crimen organizado. Han tenido 166 incursiones por parte de los diversos cárteles que operan.
De acuerdo al comandante de la Sexta Región Militar, Genaro Fausto Lozano, considera a las ciudades de Coatzacoalcos y Córdoba como las más peligrosas.

¿Quién tiene la razón?
Cualquiera se puede equivocar, por lo que no es conveniente tomar partido en la disputa que confrontan 16 médicos del IMSS del estado de Jalisco con el padre de un joven que después de varias semanas de tratamiento murió y cuando se realizó la autopsia resultó que el diagnóstico estaba equivocado.
Aunado a esto, se comprobó que en las cirugías que le practicaron se cometieron serios errores, perforando diversos órganos.
Es justo reconocer que resulta difícil para cualquier galeno realizar una buena interpretación cuando se les atiborra de pacientes y, en muchas ocasiones, se carecen de los medicamentos adecuados.
Este movimiento nacional de los médicos puede detonar y la serie de reclamos podría paralizar al país, es notoria la falta de equipos y materiales, así como la carencia de personal más calificado. Al principio el gobierno de Díaz Ordaz se tambaleó con el movimiento de los médicos.
Lo mejor es no tomar partido.