Cualquier indefinición y tibieza mostrada por algún funcionario federal con respecto a las reformas planteadas por el presidente Peña Nieto, es un despido seguro. Así le ocurrió al director de la Comisión Federal de Electricidad. La guillotina priista se ensañó con Francisco Rojas.

La renuncia por motivos personales fue el sobado pretexto. Lo cierto es su escasa participación en la defensa de la reforma energética y su silencio sobre la supuesta modernización de la paraestatal, provocaron su caída.

No obstante de contar con una extensa carrera partidista, dos veces diputado plurinominal, exdirector de Pemex, primer titular de la Secretaría de la Contraloría de la Federación. En ese entonces tenía el mote de “Paco Rejas”, aunque nunca metió a la cárcel a ningún pez gordo.

Rojas Gutiérrez estaba más que consciente que se trataba de la privatización de Pemex, empresa que él dirigió durante el sexenio de Salinas de Gortari. El conoce perfectamente las entrañas de ese recurso petrolero y tratar de dorarle la píldora, que la participación de empresas privadas tanto nacionales como extranjeras no significaba la entrega íntegra al sector privado de este valioso oro negro, era sencillamente meterle reversa a la expropiación que realizara el presidente Lázaro Cárdenas.

Nos inunda el pesimismo

Se perdió la confianza en la gran mayoría de los hogares del país sobre una mejoría de la situación económica. Los factores de esta pérdida de optimismo estriba en la alta inflación, la depreciación del peso y la desaceleración de la economía.

La salida de Duarte

En política, el factor suerte y la acción favorable de las circunstancias son importantes para realizar una buena administración. Para el gobernador Javier Duarte de Ochoa parece ser que lo sigue un mal fario. No han pasado más que unos cuantos días donde anunció en Coatzacoalcos una nueva etapa de seguridad y tranquilidad para la zona sur de la entidad y la incorporación de 150 policías recién salidos de la academia, dotados con modernas patrullas y con un equipamiento de las mejores armas. Cuando ocurre el secuestro del reportero Gregorio Jiménez, en la propia ciudad donde acabada de dar a conocer el ejecutivo estatal la implementación del Veracruz Seguro.
Como que existen otras fuerzas políticas para hacer quedar mal al gobernante veracruzano. Desde el inicio de su administración se han implementado críticas mediáticas, tanto en medios locales y nacionales, que desdibujan la imagen del funcionario. Lo extraño es que ningún miembro de su gabinete sale en su defensa y en este permanente cuestionamiento sobre el estado financiero, las protestas que ocupan las avenidas de las principales ciudades y la ola de violencia, aunado al ensañamiento con los periodistas, no existe una voz que salga al rescate de una administración que tempranamente entró en la cuenta regresiva como única salida.

La famosa leyenda de las tres cartas que se le dejan a los sucesores, es la segunda la que debe aplicar para salvar su gobierno de este mal fario que lo persigue y que señala puntualmente el cambio de su gabinete.