El último gobernador del PRI
Es un tema socorrido por la mayoría de los columnistas sobre la persona que sería el candidato del PRI como el próximo gobernador de Veracruz, cuando en las esferas políticas de la entidad y de la ciudad de México consideran que será muy difícil por los antecedentes y la situación que se vive en la entidad que un abanderado del partido tricolor llegara a triunfar en el 2016.

En las primeras encuestas se señala que el PAN casi dobletéa al PRI en su intención del voto y por otra lado el desdibujado y desprestigiado PRD se encuentra en un empate técnico con el priísmo veracruzano.

Con estos números se entiende la brutal caída de los priístas y el rechazo de la sociedad a este partido político. Las razones son más que obvias por los tristes resultados de este instituto político en el poder.

No obstante que es del dominio público la situación política que permea a la entidad no se entiende el porqué la guerra sucia entre los aspirantes priístas cuando sus posibilidades son tan disminuidas y lo más seguro es que varios de ellos sean candidatos por otro partido opositor al tricolor.
Conocidos en el argot local como los cinco lobitos: José Yunes, Héctor Yunes, Alberto Silva, Erick Lagos y Jorge Carvallo, saben que sería más fácil ganar como opositor que como aliado. Por razones obvias de los tiempos ninguno se decide a romper y lo más seguro sería que por no hacerlo oportunamente se van arrepentir.

Va de nuez.
Los exgobernadores priístas no salen de una cuando caen en otra. Ahora le tocó al de Coahuila Jorge Juan Torres López, quien esta acusado en los Estados Unidos de lavado de dinero y fraude bancario.
El colmo del cinismo es que había demandado al gobierno estadounidense porque le había retenido cerca de tres millones de dólares que los había depositado en un paraíso fiscal de Bahamas.
Conociendo el monto de la suma debe dar risa a muchos exgobernadores y actuales ejecutivos estatales que si saben multiplicar estos recursos públicos.

Un país para invertir.
Es una engaño permanente. No se explica que el presidente Peña Nieto y los gobernadores hablen de inversiones en un país sumido en el miedo. Quien gastaría su dinero en una nación bañada por la sangre. La moneda es el artículo más temeroso que existe en los mercados mundiales.
En un país violento los inversionistas extranjeros se alejan. Cuando existe un gran desempleo, un crecimiento nulo y la fuga de 26 mil millones de dólares son aspectos económicos que a nadie alientan.
No se pueden esconder las cifras de cerca de 20 mil muertos en los primeros once meses del gobierno federal.
¿Qué empresario extranjero se animaría a venir vivir a México con su familia que posee la más alta cifra de secuestros en el mundo?
Y otro capítulo es el de las extorsiones, de aquellos que no se atreven a pagar el “derecho de piso” y tienen que cerrar sus negocios, como viene ocurriendo con una gran frecuencia en diversas ciudades del estado.
¿Quién sería el valiente que quiera invertir?