Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
Todos somos iguales
2013-04-19 | 11:12:04
En la cantina un hombre se jactaba: “Siempre hago gritar a mi mujer durante el sexo”. Le preguntó alguien, interesado: “¿Cómo le haces?”. Responde el individuo: “Le hablo por el celular y le digo que en ese momento estoy haciendo el sexo”…
Doña Gorgolota pasaba todos los días frente a la tienda de mascotas. El perico que estaba en la puerta le gritaba: “¡Hey, señora!”. Acudía ella, y el maldecido loro le decía: “Está usted muy fea”. Cansada de ese abuso doña Gorgolota se quejó con el dueño de la tienda. En su presencia el hombre amenazó al cotorro: “Si le vuelves a decir a esta señora que está muy fea te torceré el pescuezo”. Al día siguiente doña Gorgolota volvió a pasar. “¡Hey, señora!” –la llamó el perico. Se acercó ella y le preguntó, desafiante: “¿Sí?”. Le dice el loro: “Usted ya sabe”…
“Si me das un beso me convertiré en un guapo galán”. Así le dijo en la cama el feo sapo a la muchacha. Ella lo besó y, en efecto, la fea criatura se convirtió en un hombre joven y apuesto. ¿No creíste la historia? Tampoco la creyeron los papás de la muchacha…
Soy dueño de una riqueza grande: el camino. Juglar itinerante, mi casa es la legua. Me suele acontecer que en el curso de una misma semana estoy en Tijuana, en el Distrito Federal y en Mérida. Permítanme mis cuatro lectores que les diga lo que hice esta semana.
El lunes y el martes estuve en Orizaba –el paraíso-, convocado por el señor alcalde de esa bellísima ciudad. El miércoles, atendiendo la invitación de una amiga muy querida, Diana Galindo, y de Armando Castilla hijo, hablé de mi quehacer de escribidor en el Centro Cultural que mantiene en Saltillo el periódico Vanguardia, casa mía durante muchos años.
El jueves estuve en la Ciudad de México. Hoy viernes peroré en Monterrey. Y mañana sábado iré a Vallarta a hablar en el Congreso de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva. Me sucede que llego a los hoteles y el personal me pregunta con familiaridad: “¿Cómo te fue?”. En cambio cuando llego a mi casa me preguntan: “¿Y de dónde nos visita el señor?”.
Al de los Cielos doy las gracias, pues me ha conservado hasta hoy día la salud y el entusiasmo que se necesitan para andar continuamente de aquí para allá y viceversa; para comer toda suerte de condumios sin que el estómago se inmute; para madrugar a efecto de tomar un vuelo piyamero, o para esperar las horas de la noche a fin de tomar -¡al fin!- otro tecolotero; para dormir en camas que no conozco y cuyas almohadas no me conocen a mí; para adaptarme sin chistar a los cambios de horario de las diversas latitudes y a los distintos climas que reinan en la vastedad de la República.
Quiero decir que conozco mi país. A mí nadie me cuenta, porque del cuento vivo y a todas partes voy. No ignoro, entonces que hay diferencias grandes entre –digamos- los estados de Guerrero y Sonora, o entre las ciudades de Oaxaca y Monterrey. ¿Cómo comparar Chilpancingo con Guadalajara, o Tapachula con Tijuana? Me resisto, sin embargo, a aceptar la idea de que en mi país se formen guetos por los cuales los niños y jóvenes de un estado deban recibir una educación diferente a la que reciben los jóvenes y niños de otro.
Es necesario considerar si acaso regionalizar no equivale a discriminar. Yo digo que todos los mexicanos debemos ser iguales. Tiene que haber haber matices, claro, en los contenidos educativos de las diversas entidades, pero no diferencias de fondo que establezcan distinciones radicales entre los mexicanos, como si hubiera en el interior de México ciudadanos de primera y de segunda.
La aspiración debe ser dar lo mejor a todos, y a todos igualarlos en una común idea de nación y en un mismo nivel superior de calidad educativa. Lo demás es hacer que unos sigan en el atraso y la pobreza mientras otros están ya en la modernidad y la abundancia. Eso a mí me encaborona mucho, por lo cual mejor cambio de tema…
Un sujeto de rara apariencia entró en la librería y le preguntó al encargado: “¿Tienes el libro ‘Cómo servir a tu prójimo’?”. “Sí –respondió el joven-. ¿Es usted miembro de alguna sociedad benéfica?”. “No –replica el extraño sujeto-. Soy caníbal”…
Dos viajeros entablaron conversación en el avión. Uno le preguntó al otro: “¿A qué te dedicas?”. Respondió el otro: “Vendo Viagra femenino”. “¿Viagra femenino?” –se extrañó el primero. “Sí –confirma el otro-. Soy joyero”… FIN.

Mirador
Armando Fuentes Aguirre
El señor y su esposa fueron a cenar en restorán. Al final de la cena pidieron como postre una rebanada de pastel para los dos. El señor partió la rebanada en dos porciones, y tomó la más grande para sí. Eso molestó a la señora. Le dijo a su esposo:
-¿Por qué tomaste la rebanada más grande del pastel?
Preguntó el marido:
-¿Cuál hubieras tomado tú?
-La más pequeña, desde luego –respondió ella.
Y dijo el hombre:
-Pues es la que te di, ¿no?
Dicen que es muy difícil entender a la mujer.
Posiblemente.
Pero también es muy difícil entender al hombre.
¡Hasta mañana!...

Manganitas
Por AFA
“…Posible golpe de Estado en Venezuela…”.
Y no habría sorprendidos
si provoca esa secuela
la embajada en Venezuela
de los Estados Unidos.

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