Por Catón
Columna: De poiticas y cosas peores
¿Violencia o fuerza del estado?
2013-04-12 | 22:01:58
Don Astasio llegó a su casa fatigado, como siempre, y como siempre halló a su esposa en la cama con un desconocido. Desconocido para don Astasio, digo, pues la señora daba trazas de conocer bien al sujeto, a juzgar por las expresiones con que se dirigía a él. Le decía: “Coshotas”, “Negro santo” y “Papasote”, expresiones a mi modo de ver plebeyas y chanflonas, pero que al parecer eran muy del agrado del sujeto, pues al oírlas arreciaba sus movimientos de émbolo o pistón.
Cansado por la jornada de 8 horas de trabajo como tenedor de libros, don Astasio dejó escapar un suspiro pesaroso y luego fue a colgar su chapela, su saco y su bufanda en el perchero del corredor, tras lo cual fue a buscar la libreta donde anotaba execraciones para enfrentar con ellas a su esposa cuando la hallaba en trance de fornicio. Al revisarla se dio cuenta, desolado, de que todas las había usado ya.
En los días anteriores le había dicho a doña Facilisa todos los inris que recientemente había apuntado, a saber: ahuiani (así llamaban a las prostitutas nuestros antepasados aborígenes), bata di’ a rato (término del hampa de la Capital), cuchufante, germana, hurgamandera (se usaba en los tiempos de la mal llamada Colonia), jamia, lumia, mirrué, piscapocha, quillotra, soleta, tocna y zorra. A falta de nuevos voquibles regresó a la alcoba y le dijo a su mujer la primera palabra que se le ocurrió: “¡Inconsútil!”. Ella, que siempre había escuchado con indiferencia todos aquellos epítetos, se encrespó al oír esa palabra, pues ignoraba su significación. También la desconocía yo, pero la busqué en el diccionario. “Inconsútil” significa “sin costura”.
López Velarde emplea la palabra en uno de sus bellísimo poemas: “Hazme llorar, hermana, / y la piedad cristiana / de tu manto inconsútil / enjúgueme los llantos con que llore / el tiempo amargo de mi vida inútil…”. He citado de memoria, y no sé entonces si he citado bien. Pero advierto que me he apartado del relato. Vuelvo a él. Doña Facilisa se oyó llamar así, y protestó indignada: “¿Por qué me ofendes en tan fea forma? Presentaré una denuncia en contra tuya por maltrato de género”. “Tú también me ofendes” -replicó tímidamente don Astasio. “Sí -reconoció la esposa-, pero lo hago con hechos y palabras conocidos por la generalidad del público, y no con términos cultipicaños”. “¿Qué quiere decir ‘cultipicaños’? -preguntó en ese punto el amigo de doña Facilisa. “Tú no te me distraigas, papacito -le dijo ella-. Sigue en lo que estás, y deja que yo atienda este penoso asunto”.
Se volvió hacia su marido y le afeó su conducta en estos términos: “Si insistes en decirme cosas feas me obligarás a faltarte al respeto”. Se apenó el pobre esposo, y salió cohibido de la habitación seguido por las vehementes voces con que doña Facilisa se dirigía a su amante. Las repito, por si a causa de la largura de la narración se han olvidado ya: “Coshotas”, “Negro santo” y “Papasote”…
Los líderes de la Coordinadora de Trabajadores de la Educación de Guerrero llaman “violencia” a las acciones que lleva a cabo el gobierno federal para garantizar a los ciudadanos el derecho constitucional de libre tránsito. Sus huestes, sin embargo, blanden garrotes y tubos de fierro, y ahora sus copartícipes de las policías comunitarias esgrimen también armas de fuego. No es violencia el uso de la legítima fuerza del Estado para implantar la ley.
Esos líderes, lo mismo que los de la CNTE en Oaxaca y Michoacán, no luchan por la causa educativa; sus algaradas miran solo a la conservación de privilegios que causan grave daño a los alumnos.
Enrique Peña Nieto se encuentra en una disyuntiva: puede ceder, dar marcha atrás y seguir tolerando los abusos de esos caciques, como hicieron sus predecesores y los gobiernos locales, tanto del PRI como del PAN, o puede consolidar su administración manteniendo su reforma educativa contra la acometida de esos malos profesores que han medrado con la lenidad oficial y que en la impunidad han fincado sus acciones. En esta confrontación el presidente tiene una ventaja: la sociedad, tanto en aquellas entidades como en la capital de la República, está harta ya de los desmanes de la CNTE, y cada día demanda protección contra sus abusos. Si bien es necesaria la prudencia, la autoridad no puede dejar de cumplir su responsabilidad… FIN.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018