Mi columneja de hoy se compone de los siguientes elementos: una confesión, un reflexión, y el señalamiento de un acierto y un error. No quiero tener en vilo a la República –lejos de mí tan temeraria idea-, pero antes de dar a conocer todo eso narraré un chascarrillo de humor lene… El recién casado le anunció con voz firme a su flamante mujercita: “Saldré una noche por semana, y llegaré tarde a la casa. Has de saber que tengo amigos”. Le responde con dulce voz la chica: “Si quieres puedes salir todas las noches, mi amor, y llegar a la hora que te dé la gana. Has de saber que yo también tengo amigos”… En mi labor de columnista me he propuesto ser siempre absolutamente subjetivo. Sin embargo a veces, lo confieso, me gana la objetividad, y entonces me veo obligado a revisar mis ideas. Las dos que tengo. Eso me sucedió al ver las manifestaciones de duelo que en Venezuela suscitó la muerte de Hugo Chávez. Difícil me resulta traer a la memoria el caso de algún otro personaje público cuyas exequias hayan convocado tanta gente, y tan poseída de honda y sincera pesadumbre. Siempre fue fácil criticar a Chávez. Yo lo hacía cuando me faltaba tema o cuando me corría prisa por acabar de escribir, pues tenía algo importante qué hacer, por ejemplo ir al cine. Entonces acudían prontamente a mi pluma adjetivos como “tirano”, “demagogo”, “populista” y “déspota”, entre otros. Pero luego miras ese dolor de la gente, y tienes qué preguntarte cómo se explica eso. Encuentro una explicación quizá plausible: Hugo Chávez gobernó para los pobres. Quien hace eso se expone siempre a cometer mayúsculos errores, a empedrar el camino del infierno con buenas intenciones; pero al final se salva siempre, pues sus obras fueron movidas por un impulso básico de justicia. Mutatis mutandis, cambiando lo que hay que cambiar, tal fue el caso en México de Lázaro Cárdenas. Un antiguo proverbio de comercio dice que quien les vende a los ricos se hace pobre, y quien les vende a los pobres se hace rico. Lo mismo puede decirse en la política: aquel que gobierna pensando en remediar la suerte de los marginados deja memoria de su persona y su obra; quien se pone al servicio de los magnates del poder o del dinero acaba por ser sólo un nombre más entre los otros. Sé de sobra que Chávez incurrió en excesos graves. No ignoro que deja en herencia una economía arruinada, problemas  políticos de consideración y una sociedad dividida. Pero en un continente alineado a las consignas del poderío norteamericano él buscó modos de fortalecer la unidad entre los países de América Latina. No era un estadista, pero tampoco fue el gorila que muchos veían en él. De humilde origen, luchó por los humildes, y ellos lo premiaron acudiendo por centenares de miles a sus honras fúnebres, y tributándole un homenaje no solo de respeto, sino también de amor. Por encima de sus abusos y desplantes, más allá de sus yerros y desvíos, su preocupación por los pobres lo pondrá al amparo de la severidad del juicio de la historia. Señalo finalmente un error y un acierto. El error lo cometió López Obrador, quien antes de expresar su pésame por la muerte de Hugo Chávez se deslindó de él y se quejó de que algunos lo hubieran comparado con el venezolano. Pobre actitud fue esa, egocéntrica y sin ninguna altura política. El acierto corresponde a Peña Nieto, quien al asistir al sepelio de quien fue mandatario de una nación hermana afirma la posición de México frente a su poderoso vecino, corrige los desatinos de sus predecesores panistas, y contribuye a estrechar los vínculos entre dos pueblos a los que nada debe separar… Después de la refocilación carnal la linda chica le dijo a su galán: “He oído que con frecuencia el matrimonio es la tumba del amor. ¿Me seguirás amando tú después del matrimonio como me amaste ahora?”. Responde el individuo. “Claro que sí, mi vida. Solo tendremos que ser cuidadosos, para que no se entere tu marido”… Doña Gordoloba le preguntó a su esposo: “¿Qué crees que pensarían de mí los vecinos si saliera a cortar el césped en bikini?”. Responde el incivil sujeto: “Pensarían que me casé contigo por tu dinero”… Aviso de ocasión: “Hombre que sufre de eyaculación precoz busca mujer para… Olvídenlo”. (No le entendí)… FIN.