Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
2013-03-04 | 22:01:57
Don Languidio Pitocáido, añoso caballero, tenía esposa joven. Un día sentenció: “¡Qué ilusas son las mujeres! Encontré en el bolso de mi señora un paquetito de condones. Hace años que no realizo en ella obra de varón, pero seguramente ella tiene todavía una esperanza en mí”… La abuelita le dio este sapientísimo consejo a su nieta en edad de merecer: “Hija mía, no cambies 5 minutos de pasión por 9 meses de hinchazón”… La multitud embravecida y fiera demanda más cabezas. Tras la aplaudida detención de Elba Esther Gordillo la opinión pública exige que el Presidente Peña Nieto alargue la guadaña de modo que llegue a otros personajes señalados también por sus excesos. Entre ellos se mencionan algunos líderes sindicales, el más conspicuo de ellos el del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, quien al igual que La Maestra nunca se ha cuidado de ocultar -o disimular al menos- sus haberes. Alguna vez recordé aquí la vez que fui a perorar en un pequeño pueblo del norte de Coahuila. Mi primera sorpresa fue, al llegar, saber que mi actuación tendría lugar en la plazuela del lugar, y que hablaría desde el kiosco. La segunda fue la presentación que hizo el maestro de ceremonias del evento, un locutor de la estación local. “Con su permiso, señor alcalde –dijo-. Empezaremos con una bonita conferencia a cargo del licenciado Aguirre, ¡Caaantón! Escucharemos luego a Las Jilguerillas, gustado dueto vernáculo. Vendrá luego Manolo, ventrículo de moda, y su muñeco don Canuto. Tendremos en seguida la actuación del trío Los Románticos, voces y guitarras que se hablan de tú con el amor. Después disfrutaremos la actuación de Rodolfo y su acordeón que habla. Y para terminar, la presencia del formidable grupo Los Traileros Contrabandistas con su éxito ‘Dame, negra, esas coshotas’. Como ven ustedes, señoras y señores, ¡vamos a ir de menos a más!”. Pues bien: por lo que hace a los sindicatos, en México también hemos ido de menos a más. Salinas sacó del SNTE a Jongitud, pero la señora Gordillo excedió por mucho en mañas y ambiciones a su predecesor. Lo mismo sucedió en el caso de los petroleros: a pesar de sus abusos La Quina no llegó al grado de corrupción que ha mostrado quien lo siguió en el cargo. Si la razón engendra monstruos –dijo Goya-, mayores monstros aún engendra la sinrazón. Quizá ahora que Peña Nieto es el líder nacional del PRI encontrará difícil ir contra las fuerzas vivas, tan muertas, de su partido. En el caso de los sindicatos, sin embargo –el de los maestros, el de los petroleros, el de los electricistas, el de los cañeros, etcéteraetcéteraetcétera-, podría conseguirse sin escándalo la desaparición de sus sempiternos líderes creando una legislación que someta a esas organizaciones al imperio de la legalidad; que evite la continua reelección de sus dirigentes, sujete a permanente auditoría el manejo de sus finanzas y fortalezca su democracia interna. No es posible seguir tolerando el espantajo de la llamada autonomía sindical, a cuyo amparo esos caciques y sus camarillas cometen toda suerte de atropellos cuyas primeras víctimas son los propios sindicalizados. Y ya no digo más, porque estoy muy encaboronado… Tres neurocirujanos de gran veteranía, pertenecientes al FBI (Fuerzas Básicas del Insén), hacían comentarios acerca de sus achaques de vejez. Dijo uno: “Me tiemblan tanto las manos que siempre derramo la taza de café”. Dijo otro: “A mí las cataratas me han dañado de tal manera la visión que no veo más allá de mi nariz”. Dijo el tercero: “Por la presión arterial alta sufro mareos que me impiden realizar incluso las tareas más sencillas”. Suspira el primer neurocirujano y concluye: “Bueno, al menos todavía podemos operar”… Viene ahora un cuento de gusto deplorable. Las personas que no gusten de leer cuentos de gusto deplorable deben suspender en este punto la lectura… Una señora llevó a su hija con el ginecólogo, pues la muchacha se quejaba de ciertos dolores en las bubis. La examinó el facultativo y le dijo a la mamá: “Tranquilícese, señora. Su hija está perfectamente bien”. “Y entonces, doctor –preguntó con inquietud la madre-, ¿por qué se queja de esos dolores?”. “Sucede –respondió el galeno- que la señorita tiene el busto como tapón de bolígrafo”. “No entiendo” –se desconcertó la mamá. Completó el médico: “Mordisqueado, señora; mordisqueado”… FIN.

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