Por Catón
Columna: DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
2013-03-01 | 22:19:06
“De San Diego a Santa Martha”. Con ese título podría hacerse un libro que describiera el súbito tránsito de Elba Esther Gordillo de las mieles del poder y el dinero a las hieles de la prisión y el abandono de quienes creía suyos. Con este golpe, que muchos han calificado de maestro, Enrique Peña Nieto se ha allegado un capital político importante. ¿Habrá alguien que recuerde ahora los episodios de la Feria del Libro y de la Ibero, o el vergonzoso caso de Florence Cassez? Lo ocurrido ha puesto muy alto a Peña Nieto en las encuestas, y le ha dado imagen positiva aun entre quienes antes lo hacían objeto de críticas aspérrimas. El mexiquense, esto es seguro, no dejará que ese capital se le escurra entre los dedos, como le ocurrió a Vicente Fox, y aprovechará este impulso para llevar adelante las reformas de fondo que ha iniciado. Si así sucede, la detención de la señora Gordillo habrá servido a la causa de la modernización de México. Nadie sabe para quién compra en Neiman Marcus… Hacía un frío que calaba hasta los huesos, y aún más allá de ellos. Soplaba con fiereza la cellisca; caía la nieve, y del tejado colgaban canelones, calamocos y pinganellos, vale decir carámbanos. Arrebujados en su lecho estaban doña Medusia, la jorguina del pueblo –o sea la bruja-, y su marido Juan Tutrí, que no trabajaba ni en defensa propia, pues vivía de las artes hechicerescas de su cónyuge. El día anterior los esposos habían tenido una reyerta. Sucedió que la sortílega vio a Juan en conversa con una maturranga, y eso la encrespó sobremanera. Él, claro, negó haber hablado con la daifa. Dijo que ni siquiera la conocía. Al decir eso hizo con índice y pulgar la señal de la cruz, y llevándosela a los labios perjuró: “Por ésta”. Rebufó doña Medusia: “¡Pero si te vi con estos ojos que se han de comer la tierra!”. “¿Cuándo?” –preguntó con notorio interés Juan. “¡Lo que quiero decirte, maldecido –clamó ella- es que te vi con mis propios ojos!”. Replicó Juan: “¿Y les vas a creer más a tus ojos que a mí? ¿A eso hemos llegado, mujer?”. En paroxismo de iracundia lo amenazó Medusia: “¡No te atrevas a ponerme cuernos, cabrísimo grandón, porque no sabes de lo que soy capaz!”. ¡Ah! ¡Cuánto bien le habría hecho a Juan tomar en serio ese ominoso aviso! Los griegos no atendieron las advertencias de Casandra, y ya ven cómo les fue. Traen ahora una crisis comparada con la cual la nuestra es una leve contrariedad doméstica, y la selección helénica de futbol soccer no ha ganado un partido desde la muerte en Misolonghi de Lord Byron. La amenaza de doña Medusia le entró a Juan Tutrí por un oído y le salió no diré por dónde. Esa misma noche llegó a su casa con la camisa manchada de bilé, también llamado pintalabios. Cuando su esposa le gritó hecha una furia: “¡Traes colorete en la camisa, bellacón!”, él respondió, calmoso y pensativo: “No puede ser. Recuerdo claramente que me la quité”. Con eso se exacerbó la cólera de doña Medusia. Con todas sus fuerzas le arrojó una gran cacerola de peltre a su liviano esposo, y lo habría descalabrado, y quizá sacado la exigua sesera, de no ser porque en su juventud Juan había practicado el difícil deporte del boxeo, con lo cual aprendió las destrezas del bending, rolling, ducking y demás habilidades para esquivar los golpes. En fin, aquella noche se fueron a acostar juntos sólo porque hacía mucho frío, como arriba señalé. En la cama le dijo doña Medusia a Juan Tutrí: “Te voy a hacer piojito”. Eso de hacerle  piojito a alguien es una muestra de cariño consistente en rascarle levemente la cabeza a manera de mimo o carantoña. El anuncio no dejó de sorprender al casquivano tipo, pues ya dije que él y su esposa habían tenido aquella diferencia por causa de los celos. Le respondió a Medusia: “Está bien. Hazme piojito”. Entonces dijo la bruja: “¡Ven en mi auxilio, diablo panzón, y convierte en piojo a este cabrón!”. ¡Zas! Al punto Juan Tutrí quedó convertido en piojo, insecto malófago, anopluro, cóccido (Pediculus humanus). Y para colmo no lo hizo piojo de la subespecie Capitis, que es el común, de la cabeza, sino piojo Vestimentorum (Phthirius pubis), el cual se aloja en las partes pudendas. ¡Qué diferente es una mujer bruja de una mujer hechicera!... FIN.

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