De manera habitual cuando se habla o se escribe de la absurda guerra emprendida por el presidente Felipe Calderón en su combate en contra del crimen organizado, solo se mencionan cifras ya sea de muertos, capturados, heridos, víctimas civiles, números de fuerzas militares enviadas, estadísticas sobre los índices de violencia, cantidades de kilos de droga y los calibres de las armas.
Siempre son simples y fríos guarismos. La crueldad es sostenida, es un tirano solo sostenido por el miedo.
Pero la grave dimensión del daño moral y económico que esta batalla irracional calderonista ha provocado y que es lo más importante y tiene mayores repercusiones para los mexicanos no se menciona.
Son millones de familias que viven con miedo. Millones de parientes en el extranjero que no se atreven a visitar a México por lo que han leído y escuchado sobre este sangriento conflicto.
La industria turística que aporta una cuarta parte de los ingresos totales para nuestro país lo ha resentido y con ello cada vez son más reducidos los ingresos para millones de connacionales que dependen de esta vital industria sin chimeneas. La que más genera empleos.
Nadie se ha atrevido a señalarle al presidente Calderón Hinojosa el deterioro a la economía mexicana que ha causado su obsesión guerrera.
No solo se trata de un brutal número tumbas sino la terrible pobreza alimentaria que ha provocado.
Más del 33 por ciento de los cruceros que llegaban a nuestro país a los diversos puertos y que dejaban un buen caudal de millones de dólares a los cientos de miles de mexicanos que viven del turismo portuario han dejado de visitar a nuestro país.
Estamos apestados por las compañías navieras.
Acapulco registra hasta el noventa por ciento de reducción en el arribo de estos barcos, al igual que Pichilingue en Baja California. Mazatlán, Guaymas y Topolambo fueron borrados de la lista de arribos. Medio se salvan Puerto Vallarta y Cozumel, los puertos de Veracruz y Progreso de vez en cuando estas empresas se acuerdan que también existen. Pero en general, tanto los gobiernos como los comerciantes, restauranteros y agencias de excursiones han resentido de manera dramática la reducción del dinero que dejaba este acaudalado tipo de viajeros.
Para nadie es un secreto que el México de Calderón es una nación donde muy pocos quieren vivir. Ninguna fortuna puede compensar una vida en tranquilidad.

AHORA PAGAN CON SANGRE

Hay que tenerle miedo a la selección de los suplentes a cargos de elección popular. No se les vaya a ocurrir como lo que pasó en el estado de Sonora, donde Manuel Fernando Félix pagó 40 mil pesos para que mataran al diputado electo Eduardo Castro Luque y así quedarse con la curul.
Varios de los senadores del PRI y del PAN mandaron investigar a sus suplentes, si por una de diputado se pagó 40 mil pesos, vale la pena invertir cien mil pesos para quedarse en la Cámara Alta.
Con la dieta y los futuros negocios de un mes, hasta sobra para darle una buena propina al autor del crimen.
Antes había un dicho en Veracruz, que decía: “De suplente ni de Dios”.
Los tiempos cambian.