Con el propósito de conocer de manera personal cómo se encuentra el ambiente electoral de las campañas presidenciales, mandaron al veterano columnista a sufrir al paradisiaco, Puerto Vallarta. El ambiente político en el estado de Jalisco es de una plena efervescencia, se juntan elecciones de gobernador y alcaldes.
Jalisco es la cuarta entidad que aporta más sufragios en las elecciones federales, muy pegado en los números poblacionales a la entidad veracruzana.
En fecha reciente, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto logró reunir a varios miles de ciudadanos en una explanada vallartense que querían escuchar lo que ocurriría en el caso si él llegara a la Presidencia de la República.
Hubo un gran entusiasmo y las consabidas porras de los acarreados.
Al final del acto, el mexiquense se comprometió ante notario público que cumpliría con dos obras que cambiarían sustancialmente la vida de ese centro turístico. Pidió un pizarrón para poner su firma y advirtió que en el caso de que no realizara lo que ofreciera en esa ocasión se lo demandaran. Tan seguro estaba que dijo hagan lo que quieran si no les hago realidad lo que voy a firmar.
Ustedes saben que yo sí cumplo. Reiteró ante los gritos de apoyo de sus porristas. Con ello calentó el ambiente y alborotó al pueblo vallartense que con una gran expectación esperaron el gran anuncio de la transformación del que fuera el famoso nido de amor de Richard Burton y Elizabeth Taylor.
Y con voz segura y firme empezaron a trascender de manera pública los dos acuerdos notariales:
“Si soy presidente de México me comprometo a construir el libramiento de Puerto Vallarta y edificar una Terminal Marítima”.
Se quedaron mudos los jaliscienses al escuchar al candidato priista, el libramiento tiene veinte años de haberse terminado y la Terminal Marítima para recibir tres cruceros trasatlánticos, hace cuatro años fue inaugurada.
Se equivocó de lugar o nadie le informó, que sus dos grandes promesas ya tienen tiempo que fueron realizadas. Primero se hizo un gran silencio y luego los abucheos y chiflidos. Peña Nieto se volteó a sus compañeros del templete y solo vio rostros negativos y reprobación. Nada más faltó que alguien le dijera, que pendejo.
En minutos se vació el lugar y los medios de internet, radio y revisión locales se dieron vuelo, ya no digan los periódicos al día siguiente, quienes se ensañaron, sobre el desconocimiento e ignorancia del exgobernador mexiquense.
Y tenía que ser de nuevo en el propio estado de Jalisco donde repitiera su metida de pata, al igual que en la Feria del Libro en Guadalajara.
En la ciudad han aparecido numerosos carteles que hablan que los jaliscienses van a votar por la triple A, el candidato a gobernador del PRI, Aristóteles Sandoval; Salvador González, aspirante a la presidencia vallartense, mejor conocido como Archie, por tener el pelo pelirrojo y por la creciente fuerza de los estudiantes salió la inicial primera de AMLO. Es la triple AAA que inunda la ciudad.
Como por arte de magia, desaparecieron espectaculares, pendones, bardas y autobuses con el nombre del mexiquense.
Aristóteles Sandoval Díaz, el aspirante priista con más posibilidades de ganar la elección, trabajó con el cuenqueño Fidel Herrera Beltrán en la Secretaría de Gobernación, en los tiempos de Jorge Carpizo. El candidato a gobernador de Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro es el único que le pisa los talones. Resulta increíble que un candidato del partido de Dante Delgado se encuentre fuertemente posicionado en Jalisco. Lo cierto es que ha sido reconocido a nivel estatal como uno de los mejores alcaldes. El candidato del PAN a la gubernatura, Fernando Guzmán Pérez, figura en un lejano tercer lugar, no obstante tener al gobernador panista Emilio González acusado de ser alcohólico y de mentar madres en actos públicos.
Lo extraordinario son los priistas de esa entidad, que apoyan con fuerza a sus candidatos tricolores y le dieron la espalda a Peña Nieto, quienes aseguran que votarán en forma diferenciada a favor de la otra A, la de Andrés. No entienden cómo una persona que quiere ser presidente se haya equivocado y no supiera que sus promesas de campaña ya fueron realizadas por otros gobiernos. ¿Qué le pasa?