Durante las campañas previas a las últimas elecciones presidenciales, uno de los chistes favoritos era aquel cuando se le preguntaba a una estudiante de una universidad privada del país, por quién iba a votar, ella respondía casi de inmediato: por López Obrador.
Ella pertenecía a esa generación de universitarios perteneciente a una elevada clase social, que había mostrado la mayor animadversión hacia el candidato presidencial de la izquierda. Sus amigos intrigados, rápidamente la cuestionaron el porqué, la respuesta fue: “Porque mi papá dijo que si ganaba López Obrador nos iríamos a vivir a los Estados Unidos”.
Sus sueños se hicieron realidad, al igual que miles de familias de mexicanos han emigrado hacia el vecino país del norte, huyendo de los secuestros, asaltos y de la sangrienta violencia desatada por el gobierno de Felipe Calderón.
Un elevado número de empresarios y hombres de negocios de la entidad veracruzana, han fijado su residencia en estados norteamericanos, dejando atrás empresas, residencias y colegios de sus hijos.
Otro sector, los de la clase media, han tenido que huir hacia el norte abandonando familias y casas, en busca de alguna oportunidad de trabajo y con ellos, miles de jóvenes, buscando un nuevo destino donde encontrar trabajo y un nuevo estilo de vida muy ajeno, a la del lugar donde nacieron.
Una generación que solo tiene frente a ellos, un futuro muy difícil, en medio de una permanente crisis económica, a la cual, “el presidente del empleo” no ha sabido responder.
Este es uno de tantos motivos, por los cuales los estudiantes de universidades privadas, han impugnado al candidato del PRI como a la del PAN, cuando se presentan en sus recintos.
Ellos por su juventud son idealistas, posiblemente no saben a dónde van, pero sí saben que están en el camino correcto.
Con la realidad se vive, con el ideal se existe.
Imagínense que pasaría si se le ocurriera a Peña Nieto o Vázquez Mota visitar cualquier universidad pública o la Ciudad Universitaria de la UNAM. La única institución educativa del país reconocida a nivel internacional. Entre las cien mejores del mundo, le sigue el Tecnológico de Monterrey en el lugar 434.
No hay oscuridad en la clase política solo ignorancia.
¿Por qué los estudiantes, la gente pensante de este país, los que no tienen compromisos gremiales o de partidos políticos, rechazan y repudian a los abanderados del PRI y del PAN?
Simplemente, conocen la historia de México.
Los egresados de la Universidad Iberoamericana como Pedro Joaquín Coldwell, líder nacional del PRI y los más altos funcionarios del actual gobierno de Veracruz que pertenecen a esa Alma Mater jesuita. ¿Qué habrán sentido cuando vieron las escenas de protesta y rechazo de los estudiantes universitarios donde ellos cursaron un lustro de lo mejor de su vida, en terminar su carrera y observar el abierto repudio hacia su candidato?
¿Y por qué aceptan y vitorean a su odiado enemigo político Andrés Manuel López Obrador?
Simplemente estudiaron y conocen la historia del país en que viven.
Ellos ya tomaron libremente su decisión de qué candidato presidencial es él más conveniente. No ocultaron su elección, la hicieron de manera pública tanto en la Ibero como en el Tec de Monterrey más que patente.
Lo más seguro es que no pertenezcan a ningún partido político.