Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
La personalidad del político
2011-06-19 | 21:19:50
Un viejo dicho era “ él que sirve a dos amos, con uno queda mal”. El exgobernador Fidel Herrera Beltrán quiso quedar bien con todos los veracruzanos y por lo tanto quedó mal con todos. A nadie le decía que no y veía la forma de cumplir, a sabiendas la dificultad que entrañaba y que no podía hacerlo.
Sus buenas intenciones mostraban su gran sensibilidad como ser humano pero estos bondadosos hechos se transformaban en graves acciones de perversidad y maldad.
Así fue que entregó 24 mil placas de taxis y más de un centenar de notarías en su último año de su administración. Los que supuestamente resultaron beneficiados con placas , finalmente no lo fueron, al saturar de vehículos de alquiler las ciudades más importantes de la entidad, que dejó de ser un buen negocio y las personas ajenas a esta actividad que pensaban rentar las placas en 10 mil pesos mensuales, no hay nadie que les de más de 1,500 pesos. A los viejos trabajadores del volante los afectó, al colmar de taxis esas plazas perdieron prácticamente el trabajo.
Con las notarías ocurrió lo mismo, actuó con demasiada ligereza y repartió estas oficinas que dan fe pública, como si fueran tiendas de Oxos, que se encuentran en cada esquina y hasta en las gasolineras de las carreteras.
Para un elevado número de profesionistas esta actividad altamente redituable, los colocó como simples comerciantes en busca desesperada de clientes y dejar que los que requieran su servicio ofrezcan pagar al mejor postor.
Varios de los nuevos notarios ni siquiera se atreven abrir sus oficinas, porque no hay clientes para cubrir la renta o el salario a una secretaria o un adjunto.
Rebosó de notarías hasta al más humilde poblado.
Nuevamente ese estilo de gobernar populista causó serios problemas.
Creer inteligente a una persona que sabe muchas cosas de memoria, es como considerar sabio a una persona que tiene en su casa una gran biblioteca.
Fidel Herrera no conoció sus posibilidades, es más ni siquiera hasta que punto se conoció a si mismo. Cuanto más alto se halló en su poder debió considerar sus límites que frenaran su arbitrio. El funcionario público tiene una obligación moral y es la de ser inteligente, pero también tiene el compromiso de desconfiar de esa misma inteligencia. Confundió el concepto de ser liberal con la vanidad de dar.
No hay duda que sus intenciones fueron buenas y quiso regalar bienestar y felicidad a muchos veracruzanos, pero cuando se da en exceso y en demasía, actuó como el alcohol, cohabitó una borrachera de poder, ahora se vive en la entidad una cruda que resulta difícil aliviar.
Las lamentaciones no sirven para nada; entregarse a ellas es perder el tiempo presente por un pasado que ya no nos pertenece.

Toluca por Catemaco.

Una serie de rumores y versiones extrañas ocurren en el proceso electoral del Estado de México. A partir de los resultados del último debate se tomó la decisión de hacer a un lado la campaña del candidato Luis Felipe Bravo Mena, que en la discusión televisiva se le indicó que hiciera mancuerna en apoyo las propuestas de Eruviel Ávila y apoyara en el ataque en contra de Alejandro Encinas. Parece ser que recibió instrucciones del mismo lugar donde se negoció la salida de Jorge Hank Rhon, a cambio de descongelar la serie de reformas propuestas por el presidente Felipe Calderón. El PRI y el PAN es lo mismo, como la Coca y la Pepsi.
El veracruzano Jorge Uscanga no se le despega a Emilio Chuayffet y anda repartiendo despensas de pueblo por pueblo en el municipio de Jilotepec. Lo hace los fines de semana para no violar la ley electoral y justificar su salario en el gobierno de Veracruz.

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