Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
Rescoldos de campaña
2011-01-27 | 22:02:37

La delicada situación que confrontan numerosos funcionarios de la administración de Javier Duarte de Ochoa es, que fueron recomendados e impuestos por el anterior gobernador Fidel Herrera y por ende se encuentran en una situación embarazosa.
Por obvias razones, no pertenecen ni al equipo y mucho menos son de la confianza del gobernante en funciones. Es una tarea intrincada de remontar y demostrar que no se equivocó el ejecutivo estatal en aceptar dentro de su selecto grupo de trabajo a dicho personal.
Se conocen varios casos donde el entonces, gobernador electo, Javier Duarte, se opuso a estas designaciones y las presiones que ejercía el político cuenqueño fueron determinantes.
Atender y condescender los compromisos de otros políticos nacionales que buscan en Veracruz su parcela de influencia. Esos cuando menos tienen la temporal ventaja de que sus padrinos aún siguen dentro del poder.
El que supuestamente hizo el reparto del pastel fue Fidel Herrera y por lo tanto él se quedó con la mejor parte.
Al igual que Luis Echeverría, su original maestro, lo hiciera con José López Portillo, tanto en el Congreso de la Unión como en el gabinete presidencial puso sus mejores piezas. No tardaron ni seis meses en que vinieron los cambios.
Como líder camaral colocó a Augusto Gómez Villanueva, ex secretario de la Reforma Agraria, y no duró ni un período de sesiones, tuvo que pedir licencia e irse de embajador. Lo mismo ocurrió con los secretarios de Trabajo y Gobernación, Porfirio Muñoz Ledo, Mario Moya Palencia, respectivamente, y hasta gobernadores echeverristas como Fausto Zapata, que tuvo que retirarse a pesar de haber ganado la elección.
Dentro de esos ejemplos fidelistas figura el actual coordinador de la bancada priista, Jorge Carvallo Delfín. Responsable material de que se perdieran 130 alcaldías y culpable ante la opinión pública de la mayor derrota en la historia política de Veracruz de un líder estatal del PRI.
Su triste papel obedecía a los caprichosos estados de ánimo de Herrera Beltrán, quien operó personalmente en todos los municipios. Ordenando que tal persona fuera el candidato, a pesar de que en las encuestas y sus antecedentes eran negativos. Ponía a trabajar a Carvallo Delfín como loco para convencer a los militantes que apoyaran al político que quería el gobernador.
No pasaba mucho tiempo cuando el informal y veleidoso ejecutivo estatal en ocasiones recapacitaba y, en las postrimerías de la jornada electoral, ordenaba el cambio de candidato, entonces el inexperto líder priísta tenía que hacer milagros para atender lo que quería el hiperactivo gobernante.
Jorge Carvallo, por esas mismas circunstancias no se contaba como una persona del equipo duartista. Se encontraba entre la espada y la pared, ya que en varios casos diferían en los candidatos los que proponía el ejecutivo estatal en funciones con el gobernador electo.
Se asegura que dentro de los planes de Javier Duarte, no estaba Carvallo Delfín como coordinador de la bancada tricolor, donde también fue clara una imposición de Fidel. Y vaya que al mexiquense le ha costado posicionarse dentro del afecto y reconocimiento del gobernador Duarte de Ochoa. Visión que tienen varios diputados del PRI sobre esta debilidad para no tomarlo en cuenta.
No lo consideran el jefe camaral, y no cuenta ni con el capital político, mucho menos académico, ni la experiencia para un elevado cargo de esta naturaleza.
Carvallo Delfín tuvo que hacer la gran tarea, al parecer ya fue aprobado por el gobernante, ahora le toca que lo califiquen sus compañeros legisladores, que se consideran muy por arriba del hombre que buscó en la ciencia médica la nueva cara del Congreso de Veracruz.

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