Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
El honor de la palabra
2011-01-18 | 21:34:54
Hay cierta similitud relevante en algunos de los gobernadores del estado de Veracruz. Fernando López Arias y Fernando Gutiérrez Barrios, se destacaron por su puntualidad inglesa en el cumplimiento de sus compromisos, como muestra de un gran respeto para los asistentes a dichos eventos al estar presentes minutos antes.
Todo lo contrario de Dante Delgado Rannauro y Fidel Herrera Beltrán cuya tradicional característica era la de llegar tarde y en muchas ocasiones hasta con varias horas de retraso, provocando serias molestias y hasta daños físicos en los niños de los centros escolares que los aguardaban.
Ayer el ex gobernador Herrera Beltrán me sorprendió, llegó 15 minutos antes de la cita programada y en la complicada ciudad de México donde el tránsito no permite cumplir con ningún programa.
Se recuerda por su afinidad en el cumplimiento de su palabra a los ex mandatarios estatales como Miguel Alemán, Rafael Murillo Vidal y Fernando Gutiérrez Barrios, cuando acataban sus pactos políticos y convenios oficiales. Enemigos acérrimos de la palabrería y verborrea de la clase gobernante. Eran ponderados y prudentes en lo que ofrecían, conscientes de su realización y al término de lo prometido.
Cuando era un sí o un no. No había términos intermedios.
Todo lo contrario a la incertidumbre de las acciones de don Agustín Acosta Lagunes y Fidel Herrera Beltrán. Las tomadas de pelo y los ofrecimientos irrealizables eran parte de su agenda gubernamental. En el caso de Acosta Lagunes, había prometido un puesto en su gobierno a Miguel Ángel Díaz Pedrosa, se le tuvo que informar que el señor creyendo en su palabra, había ya renunciado a su puesto en la Secretaría de Hacienda, para que le cumpliera al final, como director de Patrimonio de su gobierno
O en el caso de Francisco Gutiérrez, ex director de la Facultad de Comunicación de la UV y suegro de Luis Fernando Perera Escamilla, candidato a la Comisión de Derechos Humanos en el estado, que durante años le ofreció, la dirección del Deporte y siempre le dio largas para no llevar a cabo la propuesta.
De Fidel Herrera sería demasiado prolijo, largo y extenso, ese renglón de ofrecer, augurar promesas y eventos que nunca concluyó.
En el quehacer gubernamental de Veracruz se podría afirmar que Fidel Herrera fue el número uno, en la creación del tenebroso arte para confundir a los protagonistas de su gobierno. Un espíritu chocarrero en el malicioso manejo de los funcionarios. En una reunión con varios testigos de calidad, aseguró que metería a la cárcel a Marcelo Montiel, alcalde de Coatzacoalcos, por haber traicionado al PRI. Al poco tiempo se lo llevó de paseo a Brasil y lo apoyó para que fuera secretario del nuevo gobierno.
Todo un artífice para prorrogar y retardar los nombramientos y los cargos dentro de su administración que había prometido.
Promiscuo en los ofrecimientos.
En el coloquio que se celebró esta semana en la Universidad de Harvard destacó sobre los demás políticos que participaron. Una invitación que le hiciera el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas.
El gobernador Fidel Herrera logró convertirse en solo un sexenio en una paradójica leyenda del estado de Veracruz.
Cada quien de los veracruzanos que lo trataron, lo recordará de distinta manera.

El peso se revalúa

Las bajas tasas de interés en los Estados Unidos provocaron el movimiento de los capitales a otros países entre ellos México. Al grado que las reservas internacionales crecieron hasta 116 mil millones de dólares.
El peso mexicano se revalúa y se encarece frente a la divisa estadounidense. Este fortalecimiento favorece las importaciones, pues las abarata. Un sinnúmero de productos y artículos extranjeros podrían bajar de precio. Entre ellos los automóviles.
Lo único grave es que las exportaciones las hace menos competitivas.

El nuevo Veracruz

Gracias al libro de la periodista Anabel Hernández, “Los señores del narco”, ahora se sabe que hace tiempo el gobierno de los Estados Unidos y su dependencia especializada la DEA, conoce los nombres y apellidos de los políticos mexicanos y las autoridades policíacas y militares, que trabajan de común acuerdo con los diversos cárteles de la droga.
Lo extraño es que para estos miembros de la clase política mexicana y personajes del sector oficial, en ningún momento el gobierno estadunidense ha pedido su captura y mucho menos su extradición. Todo lo contrario de lo puntillosos que han sido con los jefes y segundones del crimen organizado.
Es preocupante el sentido oculto de los compromisos que se tienen con la Casa Blanca, para que siga el baño de sangre porque detrás de los 34 mil muertos de la carnicería desatada, existe una familia mexicana que sufrió la pérdida de un ser querido sea narco, policía o marino.
Surgen las dudas sobre la existencia de algún pacto político para que sean intocables los miembros del “gabinete de seguridad” del presidente Felipe Calderón, no obstante el fracaso de la guerra contra el crimen organizado.
Al día siguiente del hecho más violento ocurrido en la entidad veracruzana, una empresa televisora de España en su noticiero principal manejó el número de 28 muertos en la ciudad de Xalapa, no obstante los boletines y comunicados de la Secretaría de la Defensa Nacional, donde se redujo el número de víctimas a la mitad y se oculta la identidad de los mismos.

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