Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
El otro yo.
2011-01-06 | 21:54:20
El político veracruzano que ha estado más tiempo trabajando y por ende que mejor conoce a Fidel Herrera Beltrán, es sin duda el presidente del comité estatal del PRI, Ranulfo Márquez.
Es la persona que puede describir de manera estructural la personalidad del cuenqueño. Todas sus virtudes las pone en el tapete de la singular anatomía política donde sobresale una mente privilegiada, memoria sorprendente, carisma para cultivar a los políticos, su habilidad oratoria y la manera asombrosa para escalar cargos gubernamentales.
No siempre está la verdad donde sólo habla el afecto.
Pero también de una forma recelosa y puritana se guarda el lado oscuro que ha trascendido al pueblo veracruzano con los deplorables resultados del final de una administración donde imperó el derroche, la corrupción, la asignación discrecional de obras y la enfermiza ostentación de poder y de generosidad ajena.
No obstante de ser Fidel un político de 24 horas nunca tuvo una estrategia definida. Una actitud veleidosa y cambiante en el manejo de sus fichas. Candidatos que de antemano se sabía que habían de perder eran de manera tornadiza los seleccionados. Y ganadores que él operaba caprichosamente y de manera frívola para que fracasaran. Era su achacoso estilo de ejercer el poder de quien si y quien no. Un blasfemo del quehacer partidista.
Lo que si reconoce el político minatitleco es la veleidosa forma de acercarse para cohechar y sobornar a sus tradicionales enemigos. En el caso de los periodistas no había límites financieros para obligar a sus antiguos detractores para que escribieran bien de su persona.
Hasta ponerles su propio periódico.
En el caso de los mañosos políticos que fueron sus mayores enemigos. Adversarios hostiles que siempre se opusieron a su retorno a la entidad veracruzana, lo condujo a una incomprensible relación, la cual sigue siendo un enigma. Cultivó y maiceó a sus viejas enemistades en el quehacer político que mostraron en un reciente pasado sus amargadas desavenencias con rencor y odio.
Un caso de esa relación tortuosa, es la que sostuvo Fidel Herrera con el grupo de Carlos Brito. Él sabía que se burlaban de forma ofensiva de su persona. Políticos que lucharon hasta el final para bloquear su candidatura que estaba pactada con el entonces gobernador Miguel Alemán. Al grado de trabajar hasta con el opositor Yunes Linares para deteriorar su arribo al gobierno veracruzano. Y no obstante esta aborrecible objeción, la respuesta de Fidel fue la de un trabajar ciego para que Brito Gómez llegara al liderazgo en el congreso local.
Un trato inexplicable para sus odiados rivales. Una misteriosa perturbación mental establecida en un orden de ideas equivocado.
La paranoia psíquica de dormir seis años con el enemigo.
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El retorno de Yunes.
En las esferas políticas capitalinas no se descarta al ex candidato de Acción Nacional para el gobierno de Veracruz, Miguel Yunes Linares, como el próximo director general de Petróleos Mexicanos y como alternativa “B” sería el aspirante más viable de la administración de Felipe Calderón para ocupar la dirección de la ciclópea creación del gigantesco cuerpo de la Policía Única en el país.
Es sin duda Yunes Linares uno de los activos políticos más importantes del panismo nacional que tendrá un papel relevante en el 2012. Lo van a cuidar como el personaje clave que les otorgó más un millón trescientos mil votos en la entidad que ocupa el tercer lugar en el padrón del país.
Si el estado de México sigue siendo priísta y la ciudad de México continúa bajo la esfera del PRD, la entidad veracruzana será el bastión azul que tendrá el mayor apoyo de la Federación.
Al darle Pemex al choleño tendrían cautivo el voluble voto de los petroleros y sus sórdidos intereses sobre la que gravita la economía de la zona.
No fue una ocurrencia política el reconocimiento que realizó el propio gobernador Javier Duarte de Ochoa, al saliente alcalde boqueño Miguel Yunes Márquez y la evocación positiva a las gestiones panistas en ese municipio. Hasta Salvador Manzur al olvidar a Fidel Herrera en su discurso de toma de posesión pareciera que extendía la línea de marginar al cuenqueño por ser el enemigo incómodo en estos momentos de acercamiento de la administración estatal con el gobierno federal calderonista.

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