Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
* ESTILOS
2010-12-05 | 22:03:13

A cinco días de haber dejado la gubernatura, Fidel Herrera Beltrán todavía es extrañado por algunos veracruzanos.

Y no es para menos. Muchos quedaron acostumbrados a su estilo huracanado de ejercer y disfrutar el poder.

Esa fue la forma de gobernar de Herrera, pero ahora ha comenzado a verse que la de Javier Duarte de Ochoa será otra muy distinta.

Y es que el mismo sucesor del hijo predilecto de Nopaltepec ya se encargó de definir desde el pasado miércoles al rendir protesta formal ante la LXII Legislatura del estado que “la verdadera cercanía con la gente –de lo que tanto se ufanaba Herrera Beltrán– viene de cada obra, de cada acción que signifique un beneficio real y permanente en sus vidas. En eso creo, a eso me abocaré.”

Claro, eso no obsta que muy de vez en cuando Duarte de Ochoa también se vaya dando baños de pueblo, como lo hizo el pasado 1º de diciembre en el puerto de Tuxpan, donde unas horas después de la ceremonia oficial en el Congreso local y de la salutación en Palacio de Gobierno viajó a esa ciudad del norte de Veracruz para dar el banderazo a la construcción de la autopista Tuxpan-Tampico.

Duarte no evadirá el contacto popular, pero de eso a andar estampando su firma hasta en boletitos del servicio de transporte urbano como solía hacerlo Herrera Beltrán en cada una de sus giras de trabajo para autorizar obras públicas, empleos u otros tipos de favores gubernamentales a toda persona o autoridad municipal que se le acercaba, la actitud del nuevo gobernante veracruzano va a ser muy diferente.

¿Para qué crear falsas expectativas si de antemano se sabe que no se va a poder cumplir?

A eso también se le llama honestidad.

Por eso Duarte, quien se dijo “convencido de que hoy inicia una nueva etapa para la vida de Veracruz”, una nueva ruta “en las transformaciones del Estado; nuevas esperanzas, nuevos compromisos, y un gobierno dispuesto a aportar lo mejor de sí para llevar a Veracruz a un horizonte de prosperidad”, también precisó que el suyo “será un gobierno con visión de futuro, un gobierno con metas y acciones ordenadas de corto, mediano y largo plazo.”

“El gobierno que hoy comienza –remarcó– tiene claridad de rumbo y de metas; estamos conscientes de los compromisos asumidos y de las acciones que serán necesarias para pasar del compromiso, a las realizaciones. Haremos un gobierno capaz de atender las necesidades de la gente, un gobierno sustentado en principios sociales, en valores; ejerceré un gobierno de acciones firmes, y siempre respetuoso de la ley.”

Por supuesto que aún es muy temprano para olvidar el estilo omnipresente y populista de Herrera Beltrán, pero Duarte promete un gobierno con disciplina, orden, eficacia y honestidad. Si dentro de un año la nueva administración del joven cordobés confirma esa ruta, a ver quién añora al experimentado político de Nopaltepec.

¿PIERDE CALDERÓN?

Este sábado 4 se llevó a cabo la elección del nuevo presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.

Ganó el senador chihuahuense Gustavo Madero Muñoz, quien no es un panista de cepa.

A sus casi 55 años de edad, sólo lleva 11 militando en el partido blanquiazul. La mayor parte de su carrera la ha hecho como empresario. Llegó a ser vicepresidente de la Coparmex en Chihuahua, miembro del consejo de administración del grupo Vitro y socio mayoritario de la empresa Electronic Publishing, S.A. de C.V.

Desde la sociedad civil se sumó a la segunda campaña de Francisco Barrio en 1992, pero no participó en la emblemática lucha de Barrio de 1986, cuando el PAN se movilizó a nivel local y nacional denunciando fraude electoral.

Y mientras Luis H. Álvarez se ponía en huelga de hambre contra lo que el PRI llamó “fraude patriótico”, Madero hacía diplomados en alta dirección y finanzas internacionales, al tiempo que empujaba sus negocios.

Con todo, en el gobierno de Pancho Barrio (1992-1998) fue designado secretario de Planeación y Evaluación.

Hasta 1999 Madero se afilió al PAN, para ser postulado dos años más tarde como candidato a la Presidencia Municipal de Chihuahua, contienda que perdió frente al PRI.

Madero no es lo que el presidente Calderón llamaría un “panista de la era del engrudo”, pues no pegó carteles en bardas y postes, ni vivió la época de oposición frontal al PRI.

Tampoco es un calderonista dentro del PAN. En 2003 Madero fue diputado federal y el entonces coordinador de la bancada, su paisano Francisco Barrio, lo impulsó para presidir la Comisión de Hacienda de la Cámara baja en la LIX Legislatura. En esa posición negoció tres presupuestos y tres leyes de ingresos, entre ellas el polémico intento del PAN y Elba Esther Gordillo –en cuya burbuja priista destacaban entonces Tomás Ruiz González, actual secretario duartista de Finanzas y Planeación, y Miguel Ángel Yunes Linares, ex candidato a gobernador– de gravar con IVA los alimentos y las medicinas, a finales de 2003.

Madero se sumó tarde al grupo de diputados panistas que desde esa Legislatura empujó la candidatura presidencial de Calderón. Aun así, fue postulado al Senado en 2006.

No formó parte del equipo de campañ.a ni del grupo que tomaba las decisiones estratégicas en el llamado “calderonismo”. Tampoco participó en el equipo de transición.

En diciembre de 2006 quedó fuera del gabinete de Calderón e inició su trabajo como un senador más en la LX Legislatura.

A finales de 2007 contrató a un asesor de imagen de origen español, Xavier Domínguez, para explorar la posibilidad de ser candidato del PAN a la gubernatura de Chihuahua en 2010, pero pronto abandonó esa aspiración. En julio de 2008 decidió quedarse en el Senado, cuando el entonces dirigente del partido, Germán Martínez, removió a Santiago Creel de la coordinación de los senadores panistas y lo llamó a él para ocupar ese cargo. En calidad de coordinador del grupo mayoritario, Madero presidió el Senado, sin pena ni gloria, el año pasado.

En agosto de 2010, panistas afines a Calderón lo convencieron de lanzarse por la dirigencia del partido, una vez que César Nava anunció que no buscaría la reelección.

El gran perdedor fue el diputado federal Roberto Gil, considerado como el candidato del presidente Calderón, quien optó por declinar antes de que se efectuara la segunda votación, ya que sabía que no tenía posibilidades de ganar porque los otros tres candidatos perdedores decidieron unirse a Madero.

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