Por Maquiavelo
Columna: Se dice que..
Las nuevas Atlántidas
2010-10-03 | 22:21:29
Ni el vaticinio más pesimista sobre las peores tragedias que pudieran afectar a la entidad veracruzana podía ser más funesto que la calamidad que sufren las ciudades de Tlacotalpan y Minatitlán. La adversidad de estar sumergidas bajo varios metros de agua provocada por la furia de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos.
La importancia que reviste para México la producción energética de la refinería de Minatitlán y la tradición de la ciudad cuenqueña que conserva con orgullo su romántico pasado.
El pueblo veracruzano ha superado pruebas muy serias y su gran valor radica en la gran tenacidad que posee y el poder de la fe de que pronto se recuperarán esas ciudades, ya que la palabra imposible no existe en su vocabulario.
De la historia de Tlacotalpan se pueden escribir varios libros, desde el viejo boticario Tobías que se carteaba con la reina Isabel de Inglaterra y mostraba en sus aparadores los sobres con el sello de la monarquía hasta la prodigalidad y el lucimiento de las últimas fiestas de la Candelaria.
Una ciudad que vivía de manera permanente su pasado. Para los habitantes de esta ciudad sotaventina era más fácil y rápido viajar en barco a Europa que la ciudad de México, de allí que los pisos de la mayoría de las casas eran de alfarería italiana, traían los mosaicos como lastre en las embarcaciones.
Las viejas y sentimentales tradiciones de la Nueva España encontraron en los barrios tlacotalpeños sus raíces y con ello la eclosión de la artesanía sotaventina, los dulces de almendra, la delicada elaboración de los vestidos de jarocha, la exquisita cocina española del restaurante La Flecha, el señorío de sus iglesias, la posada de doña Lala y el parque donde nacieron los romances. El cuento imaginario de la apócrifa casa donde naciera el consagrado compositor Agustín Lara y la tradición jarocha del músico Salvador Ojeda. Toda una historia empapada en las páginas de la romántica novela del profesor Octaviano Corro Ramos, “Sólo tú eres mejor que el río”.
La realidad y la miseria que hoy oprimen a estas ciudades no hacen mella en el espíritu de sus pobladores, que a pesar de todo siguen soñando. Una comunidad que ha besado varias veces la adversidad de la naturaleza difícilmente se abate.
Minatitlán y Tlacotalpan son las nuevas Atlántidas del nuevo siglo. La reportera Nancy Moreno de la agencia de Noticias Imagen del Golfo, se prepara ir a bucear y obtener las primeras fotografías submarinas de esas localidades.
Tlacotalpan fue nominada Patrimonio de la Humanidad, por la ONU, una ciudad coronada de longevos campanarios, sitio que respira un ambiente de seguridad y sosiego para el deleite del espíritu. Una comunidad que resistió los embates de la civilización, para envejecer conservando su pasado. A pesar de que las leyes del tiempo no conocen ninguna excepción.
Minatitlán fue siempre la sede oculta del sindicalismo petrolero. La sección Diez, durante décadas ejerció el poder de la caciquil dictadura obrera. Desde allí, el profesor de chivela, Sebastián Guzmán Cabrera, con el apoyo de Fernando Gutiérrez Barrios, para sepultar la rebelde hegemonía de Joaquín Hernández Galicia, “la Quina”. Esa desaseada y sórdida historia de los corruptos líderes petroleros merecía el baño del impetuoso río Coatzacoalcos a fin de sanearla y limpiarla.
Tlacotalpan y Minatitlán viven hermanadas sus desdichas y bien dijo, él que dijo, que las desgracias son cobardes, porque nunca llegan solas.



Tlacotalpan, inundada.
IMAGEN DEL GOLFO/CARLOS HERNÁNDEZ


Minatitlán, sufre la adversidad.
Veracruznews

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