Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: La ceremonia del Grito
La ceremonia del Grito
2019-09-21 | 09:09:14

Septiembre, el mes de la Patria, tiene siempre algo mágico, algo especial, que nos identifica y nos une a todos los mexicanos, lo que nos hace olvidar un poco los problemas cotidianos, las crisis recurrentes en que periódicamente caemos y sobre todo resalta nuestras coincidencias y atenúa las diferencias que normalmente existen en cualquier sociedad.


En septiembre aflora lo positivo del mexicano y revive la esperanza de que ahora si nos irá mejor a todos. Estos factores junto con otros más contribuyen a darle estabilidad, cohesión, rumbo e identidad al país.


Los presidentes de la república saben perfectamente la importancia de convocar en estas fechas a la unidad, al trabajo y a la armonía, porque existen entre la población las condiciones y el ánimo suficientes para escuchar con mayor atención su llamado y poner en práctica la invitación que se nos hace para trabajar unidos a favor de México. Un pueblo motivado es capaz de alcanzar con mayor facilidad las metas que se proponga y de vencer las adversidades que se presenten. De eso, no hay ninguna duda y por esa misma razón, la mayoría de los presidentes centran sus discursos septembrinos en el tema de la unidad.


Desafortunadamente en esta ocasión no se mencionó dicho tema, perdiéndose la oportunidad de motivar a los mexicanos utilizando para ello la enorme popularidad de que goza el presidente, a pesar de que los indicadores muestran una marcada desaceleración económica, la caída del empleo, el aumento de la inseguridad y de la violencia en el país.


Los asistentes al zócalo, acarreados o no, le dieron una ovación fuera de serie al Presidente cuando apareció en el balcón central del Palacio Nacional y posteriormente le corearon repetidamente la frase: No estás solo.


Este fenómeno tiene varias interpretaciones: Por un lado, el discurso del presidente agrada a un sector importante de la población, porque la ciudadanía ya estaba harta del saqueo y del cinismo con que se condujo la última administración y ve ahora con esperanza que alguien diferente dirija los destinos del país. También tienen que ver en la popularidad presidencial los programas sociales implementados por la actual administración, donde se le regala dinero a manos llenas a una gran cantidad de personas que en automático se convierten en fieles seguidores de quienes mandan, aunque para pagarles lo que les ofrecieron, se tengan que sacrificar lo prioritario.


Lo que me  preocupas el enorme poder que está concentrando en sus manos el presidente de la República, mismo que no tiene ningún freno nicontrapeso.


Dicho poder, utilizado incluso de buena fe, puede llevarlo a tomar decisiones que terminen afectando a la nación y nos hagan retroceder a épocas que ya habíamos superado, donde además de habernos llevado a una debacle económica; a quienes pensaban distinto se les agredía y tachaba de conservadores, oscurantistas, emisarios del pasado y otras linduras.


Para estar a tono con las mañaneras, al finalizar la ceremonia del grito la cantante Eugenia León retomó los usos y costumbres actuales y modificando la letra de una canción popular tachó de neoliberales a quienes osan pensar diferente a los dictados de los filósofos de la 4T. Esto es riesgoso, porque en lugar de llamar a la unidad, dicha persona encendió la polémica y quien siembra vientos cosecha tempestades.


Hay cantantes que pegan con la mano izquierda, pero cobran muy buenas sumas con la derecha.


Olvidan que la pluralidad y el respeto deben tener cabida en cualquier régimen democrático. Estas expresiones me recordaron el sexenio de Echeverría donde se agredía a los empresarios y a quienes pensaban distinto. Por cierto, dicho sexenio terminó muy mal con devaluaciones, crisis económica y tensiones sociales.


Regresando con Eugenia León y sus interpretaciones modificadas de acuerdo con los vientos políticos que actualmente soplan en el país, elevó casi a la categoría de niños héroes a los normalistas revoltosos de Ayotzinapa, quienes quemaban gasolineras, secuestraban camiones y tomaban casetas de cobro para pedir dinero. A quienes fueron preparados en esa escuela no para impartir clases y mejorar la educación en México, sino para generar disturbios.


Conclusión: en este mes de septiembre, los llamados a la unidad, a la concordia y al trabajo, brillaron por su ausencia. Esto fue una lástima. Se dejó pasar la oportunidad.


Crítico, no les parece a Ustedes?.


Muchas gracias y buen fin de semana.

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