Tal y como se esperaba, el informe del Presidente de la República, primero o tercero según se le quiera ver, resultó una síntesis de las conferencias mañaneras; un catálogo de buenas intenciones, más que de buenos resultados; simplemente porque en estos primeros meses muy poco se avanzó en materia de economía, de salud, de empleo, de educación, seguridad, empleo y sobre todo de combate a la delincuencia, porque algunos programas y estrategias que tiene implementados su administración, suenan bastante atractivos, pero en la práctica resultan de difícil implementación y en varios casos significaron, hay que decirlo con todas sus letras, un franco retroceso.
Sin embargo, el estilo personal de gobernar del presidente gusta mucho a algunos sectores que viven con la esperanza de que nos gobierne una especie de mesías, quien por arte de magia resuelva todos nuestros problemas sin nuestra participación y sin nuestro esfuerzo.
Mediante dinero regalado a quienes no producen y becas a quienes no siempre obtienen buenas calificaciones que las justifiquen, no llegaremos a nada.
Los países que salen adelante son los que tienen empleo suficiente y bien remunerado para sus habitantes. Esto solo se logra creando las condiciones que lo fomenten. El trabajo dignifica y libera. Las dádivas generan en su mayoría hordas de pedigüeños que viven del trabajo de los demás y que exigen derechos sin cumplir antes con sus obligaciones.
Por esa cultura tan nociva, son muchos los que esperan que llegue al poder quien nos diga todo lo que esperamos oír y además nos ofrezca gratis la tierra prometida, sin la obligación de trabajar por ella, ni de esforzarnos para lograr nuestra propia superación.
Por eso, su reciente mensaje a la nación se pareció mucho a una homilía dominical, plagada de frases hermosas y nobles intenciones como la de primero los pobres la cual suena elocuente, pero contrasta con las acciones que su administración ha tomado a favor de dicho sector.
Menciono lo anterior, porque la economía tiene crecimiento cero. Estamos a un paso de la recesión. Esto afecta la confianza de los inversionistas y por consiguiente la generación de empleos, tan necesarios para incorporar al sistema productivo a millones de jóvenes que no encuentran trabajo.
Al bajar la actividad económica la captación de impuestos también va a la baja, pero curiosamente los gastos del gobierno van a la alza, no porque se esté invirtiendo en infraestructura, ni en salud; sino porque los programas sociales de regalar dinero a rajatabla, sin los controles adecuados que verifiquen cuando menos que los beneficiarios existan y sin un programa que los obligue a comprometerse con ellos mismos a su propia superación, vaticina un sonoro fracaso de esa estrategia que terminará desfondando el erario público y fomentando un asistencialismo perverso que no resuelve nada de fondo, ya que solo sirve para generar dependencia, conformismo y votos.
Suspendió además las estancias infantiles lo que afectó a las madres que trabajan.
No hay medicinas suficientes en los hospitales públicos, aunque él diga que tiene otros datos.
Esto resulta un contrasentido porque afecta de manera directa al sector que dice que debe protegerse más.
La euforia que causan sus mensajes en buena parte de nuestro pueblo, hace que muchos no se den cuenta de que el país está en crisis, que la creación de empleos decrece y que la inseguridad se incrementa.
Por otra parte, no han bajado el precio de los combustibles, ni el de la electricidad; tal y como lo prometió. El avión presidencial no ha podido venderse, entre otras cosas, porque el gobierno mexicano lo debe. No ha terminado de pagarlo.
Sus buenas intenciones expresadas en frases ocurrentes como abrazos y no balazos, becarios y no sicarios, no funcionan en el mundo real. Por eso el lamentable incremento de la violencia.
La pacificación del país requiere entre otras cosas de crecimiento económico, empleos suficientes y bien remunerados, educación basada en principios éticos, derechos y obligaciones, pero sobre todo en la estricta aplicación de la justicia de manera pronta y expedita.
Ninguna de estas metas se están logrando a la fecha, por lo que esperamos que el presidente escuche la voz de los expertos y rectifique a tiempo lo que deba rectificar.
Para ello, debe de tener contrapesos en los otros dos poderes para que le ayuden en el arte gobernar y además, los organismos que vertebran a la sociedad y los medios de comunicación responsables tienen también que hacer oír su voz, para apoyar las buenas decisiones y señalar oportunamente lo que requiera corregirse o incluso mejorarse, antes de que sea demasiado tarde y las cosas se salgan de control.
¿No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y un buen fin de semana.
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