Para poder entrar a una casa ajena se necesita primero contar con el permiso de su propietario. Dicho en otras palabras: nadie puede ingresar a un domicilio que no sea suyo, sin el consentimiento de sus dueños.
Lo mismo sucede con los países, nos guste o no nos guste.
Cada nación es libre y soberana de fijar sus propios requisitos para dejar pasar o no a los extranjeros.
Si esos requisitos no son satisfechos a cabalidad, el país a donde se pretende ingresar tiene todo el derecho de negarle el acceso a quienes lo solicitan.
Por eso, los pasaportes y las visas se inventaron para tener un adecuado control sobre los flujos migratorios y hasta sobre los turistas que viajan de un país a otro.
Si alguien vista un país determinado, se le pide para dejarle pasar que justifique el motivo de su viaje, comunique la dirección donde va a estar y en base a esto le dan permiso de permanecer un cierto número de días, lo que deberá cumplir escrupulosamente.
Al terminar el plazo autorizado, el permiso vence y el viajero se tiene que regresar a su lugar de origen. Estas son prácticas habituales a nivel internacional.
Sin embargo, hay una problemática que en mi opinión no está resolviendo México de la mejor manera:
Están llegando a nuestra frontera Sur, miles de personas precedentes de Centro y Sudamérica, de Haití y hasta africanos que sin contar con visa intentan ingresar a la Unión Americana a través de nuestra patria.
Quienes integran las caravanas de indocumentados no van a lograr ingresar a los Estados Unidos, porque en ese país si se respeta la Ley y si ésta no se cumple, pues simplemente no hay acceso.
El problema es para México. Los indocumentados se van a quedar aquí. En Tijuana no saben qué hacer con tantas personas que han quedado varadas y ya no caben en los albergues disponibles.
Además, vienen a competir con los mexicanos por los escasos empleos que tenemos.
En los cruceros de las ciudades y de las carreteras encontramos con frecuencia una gran cantidad de migrantes que no pueden avanzar más y viven de la caridad pública.
Al no poder resolver su precaria situación, es posible que empiecen a cometer delitos, lo que agravará la inseguridad que padecemos. Es importante aclarar que la obligación de cada país es crear las condiciones necesarias para que sus habitantes no tengan que emigrar a otras naciones. De manera irresponsable, muchos países no atienden sus obligaciones y pretenden que otras naciones acojan a quienes van huyendo de la pobreza y de la falta de oportunidades.
Trasladar los problemas de una nación a otra, no resuelve nada de fondo y a veces complica más las soluciones.
Lamentablemente la posición del gobierno mexicano es, desde la administración anterior, demasiado laxa y populista. Los deja entrar a sabiendas de que se quedarán en nuestro país.
El presidente Trump, molesto porque considera que México no está haciendo nada para detener las caravanas que van hacia su país, ya cerró en buena parte la frontera causando un caos y ocasionándonos enormes pérdidas.
Esto pone a México al borde de una severa crisis y al parecer nuestro gobierno no está haciendo gran cosa por resolverla, excepto dar discursos que nadie entiende por ser bastante confusos y hasta contradictorios.
Nos hemos puesto con Sansón a las patadas.
Estamos entrando en conflictos con nuestro vecino, el cual también es nuestro mayor cliente. Además, como el presidente Trump ya está en campaña para ganar el Congreso y apuntalar su reelección, le conviene avivar el fuego para conseguir más votos.
Creo que el gobierno mexicano ya no puede nadar de a muertito y permanecer indiferente ante esta situación. Tiene que hacer que impere el estado de derecho y no dejar entrar a quienes carecen de documentos, no tienen empleo y tampoco manera de ingresar a la Unión Americana.
De lo contrario, a ver cómo nos va.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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