Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Con bombo y platillo
Con bombo y platillo
2018-12-22 | 10:00:32

Se anunció esta semana con bombo y platillo un incremento histórico al salario mínimo, el cual a partir del próximo año pasará de $88.36 a $102.68 por día.


Hay que aclarar que esto es muy relativo porque resulta que muy pocos lo ganan, ya que en la actualidad difícilmente Usted encuentra a alguien que quiera trabajar por solamente $102.68 diarios.


Si un patrón desea contar con trabajadores medianamente preparados, tiene que pagarles mucho más. Tomo como referencia el sector de la construcción, donde un peón cobra con prestaciones alrededor de $200.00 diarios o $1,400.00 semanales.


Por una cifra menor no trabajan porque simplemente no les conviene, entre otras cosas porque los camiones urbanos que los llevan a su trabajo y regresan a su casa les cuestan entre el 20 y el 30% del salario mínimo actual.


A pesar de que prácticamente se paga en la construcción el doble del nuevo salario mínimo, el dinero no alcanza porque los aumentos al gas, los combustibles y la electricidad afectan los costos de la producción y del transporte, generando con ello una espiral inflacionaria que repercute tremendamente en el bolsillo de los mexicanos, porque todo sube de precio.


Aquí la reflexión obligada: ¿No sería mejor no incrementar los salarios a cambio de que no suban los precios?


Curiosamente es el sector gubernamental el que por su ineficiencia,  dispendio y la corrupción de muchos políticos y funcionarios el que tiene que incrementar los precios del gas, los combustibles y la electricidad, para no perder más dinero.


En mi opinión, más que aumentar los salarios por decreto, lo cual afecta severamente a las micro y pequeñas empresas que no pueden pagar los incrementos, lo que deben hacer las autoridades es facilitar y estimular la inversión productiva, para que a través de ésta se generen más empleos y de esa manera, por la vía de la oferta y la demanda se puedan aumentar los salarios mejorando la productividad y de acuerdo siempre con la capacidad de cada empresa.


Incrementar los salarios por decreto, sin aumentar la producción solo genera sobrecostos y estos provocan inflación. Recordemos que en la carrera de precios y salarios, siempre ganan los precios. De nada sirve un aumento relativamente importante si todo subirá de precio mucho más de lo que aumentó el salario.


Tal parece que se nos olvida la historia de lo que pasó en México en los años 70s y 80s del siglo pasado, cuando los incrementos salariales eran cada seis meses e incluso se daban mayores aumentos que ahora, pero no servían de gran cosa porque la inflación los pulverizaba inmediatamente.


En 1992 el salario mínimo llegó a ser de más de 12 mil pesos diarios y no alcanzaba, porque los precios aumentaban permanentemente. Tuvieron que quitarle 3 ceros a la moneda e iniciar un programa severo de combate a la inflación para frenar la caída libre en que iba nuestra economía.


El verdadero problema que enfrenta México, sobre todo en los últimos sexenios, es el bajo crecimiento económico que se traduce en una muy escasa oferta de puestos de trabajo.


Esto se debe a las políticas equivocadas que han implementado nuestras autoridades, mismas que castigan con impuestos al empresario que debía recibir estímulos por crearlos. El impuesto a la nómina es un claro ejemplo de esto.


Supuestamente dicho impuesto era para invertirlo en infraestructura y sin embargo una parte se usó para pagar deudas. De la otra, poco se sabe en que se empleó.


La conclusión es que si continuamos haciendo lo mismo que antes y no cambiamos para realmente mejorar, seguiremos obteniendo exactamente los mismos resultados.


Aunque no nos guste.


¿No les parece a ustedes?.


Muchas gracias y una muy feliz Navidad a todos. Que la alegría, la reconciliación, la paz y la armonía que nos traen el recuerdo del Nacimiento del Redentor del Mundo reinen en sus hogares.


Hasta el próximo sábado.

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