Antier 27 de septiembre se conmemoró la consumación de nuestra independencia.
Esta fecha, que debería de tener la misma relevancia que la que le damos al 16 de septiembre, pasa casi desapercibida para los mexicanos, porque la historia oficial tan manipulada que nos enseñan en la escuela, le ha restado méritos a este acontecimiento, no obstante la importancia que tiene el haber concluido mediante un acuerdo de voluntades y sin derramar una sola gota más de sangre, la etapa tan cruel y violenta que vivió México durante la guerra de independencia.
Pocos historiadores reseñan con suficiente detalle y veracidad lo que sufrió nuestra patria durante los 11 años que duró esa contienda, donde las ejecuciones y venganzas estaban a la orden del día.
Normalmente los historiadores oficiales que están al servicio de los vencedores, crean leyendas color de rosa donde narran los acontecimientos de manera romántica y pocas veces apegadas a la realidad, porque generalmente escriben la historia patria en base a los vientos políticos que soplan en ciertos momentos, sobre dimensionando la figura de algunos personajes y olvidando o minimizando la actuación también relevante que otros tuvieron.
El caso de Iturbide es uno de éstos. Hasta se mutiló una parte del Himno Nacional para borrar de las estrofas su nombre, ya que incluso la bandera de México se la debemos a él.
Pocos historiadores nos dicen por ejemplo que una década después de iniciada la lucha por la independencia, la economía del país estaba en ruinas y el campo abandonado. Una parte de la población padecía hambre. La guerra se había estancado. No había vencidos, ni vencedores. Los excesos cometidos por ambos bandos durante la prolongada contienda causaron enorme sufrimiento a la población.
Además, estando el país tan convulsionado y en ruinas, se incrementaba el riesgo de ser invadidos por una potencia extranjera.
Fue entonces cuando Don Agustín de Iturbide, quien había estado del lado de los realistas, deseando terminar con la cruenta guerra fratricida y con ello acabar con tanto sufrimiento, contacta a Don Vicente Guerrero, el único caudillo insurgente que para entonces quedaba y después de arduas y complejas negociaciones, logran un acuerdo para terminar la guerra y emanciparnos de España.
El acuerdo se manifiesta con el abrazo de Acatempan y se concreta mediante el Plan de Iguala.
Por eso, el 27 de septiembre debería resultar tan relevante como el 16 de septiembre, porque ese día conmemoramos la consumación en paz de nuestra independencia. Tan importante debería de ser una fecha como la otra.
Cuántas veces se inicia algo que nunca se termina y en este caso, la guerra de independencia inició con violencia y concluyó en paz.
De no haber sido por Iturbide, la contienda se hubiese prolongado por muchos años más con resultados inciertos para México.
Se critica a Iturbide porque al concluir nuestra independencia se proclamó emperador, sujeto a una constitución; es decir no fue un monarca absoluto como los que había en otras naciones.
Al estar ahora en el Siglo XXI juzgamos esos acontecimientos con nuestra óptica actual. Se nos olvida que a principios del siglo XIX, la gran mayoría de los países se gobernaban mediante regímenes monárquicos y que un pueblo como el nuestro, donde en ese entonces la inmensa mayoría de la población no sabía siquiera leer ni escribir, por lo que difícilmente podía aspirar a gobernarse mediante un sistema democrático.
Este solo funciona solo cuando hay suficiente cultura entre los habitantes de un país. De lo contrario se vuelve una caricatura donde un régimen que se autonombra democrático se comporta como una dictadura.
Prueba de que la democracia no funciona en un pueblo atrasado, es que consumada la independencia nacional y arrojado del poder Iturbide, en lugar de dedicarse a trabajar, producir y vivir en paz, los mexicanos pasamos 50 años inmersos en revoluciones, asonadas, cuartelazos, contiendas constantes y reelecciones de presidentes, que nos desunieron más y nos llevaron a sufrir en ese breve período 3 invasiones extranjeras, a perder más de la mitad de nuestro territorio y a llegar demasiado tarde al progreso.
Recordemos siempre esto, para tratar de aprender de nuestros errores y procurar vivir en paz y armonía, preparándonos culturalmente hablando y trabajando con esmero para beneficio nuestro y de las próximas generaciones.
Recordemos que el pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetir los mismos errores del pasado.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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