Uno de los derechos fundamentales del hombre y sin duda el más importante, es el derecho a la vida.
Por eso, en la mayoría de los países, México incluido, está prohibida la pena de muerte hasta para los asesinos y secuestradores confesos, que tanto dañan y agravian a la comunidad.
Por cierto, en los pocos países donde la pena de muerte aún existe, nadie puede ser condenado a la llamada pena capital, si antes no es oído y vencido en un juicio llevado a cabo ante un tribunal competente, donde un juez tiene la obligación de escuchar al inculpado y analizar toda serie de pruebas y argumentos a su favor, antes de emitir su veredicto. Incluso, si el acusado se inconforma con la sentencia, puede siempre acudir a instancias superiores para que revisen su caso, máxime que su vida está en juego.
Por eso resulta sumamente extraño que cada cierto tiempo, aparezcan pequeños grupos muy bien organizados y suficientemente financiados por organismos internacionales, que hacen foros, ruedas de prensa y escandalosas manifestaciones públicas para promover la legalización del aborto, que no es otra cosa que autorizar el asesinato de un ser indefenso, basándose en una serie de argumentos, que si se analizan con detenimiento, se observará que ninguno de ellos es capaz de sostenerse en pie a la luz del derecho natural, de la razón y de la ética; mucho menos de cualquier religión de la denominación que sea.
Porque la criatura viva, indefensa, merecedora de la protección de la sociedad, que temporalmente habita en el cuerpo de su madre, no puede ser condenada a muerte sin haber cometido algún delito y mucho menos sin haber sido escuchada ni vencida en juicio alguno.
El argumento principal que esgrimen los pro-abortistas, se basa en el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Esta es una verdad a medias que realmente es una mentira completa.
En primer lugar, hay que aclarar que el niño no nacido aún y que habita en su vientre, no es parte del cuerpo de la mamá. Vive en él, necesita de éste, pero es totalmente distinto al de su madre. Tan es distinto que ésta, siendo mujer puede dar a luz a un hijo varón.
Hay que precisar que el niño vivo no nacido aún, no es un tumor, ni una verruga que puede extirparse; sino un ser humano que tiene derechos desde la concepción y que resulta indefenso ante el deseo malsano de su propia madre de asesinarlo con premeditación, alevosía, ventaja y traición, mediante el aborto. Razones varias pudiera esgrimir quien se enfrenta a tan terrible decisión, pero ninguna de ellas justifica un crimen tan atroz. Estudios hechos por psicólogos renombrados acreditan el trauma tan grande que queda impreso en la mujer que aborta, porque al hacerlo no desaparece su condición de madre, sólo que ahora será la mamá de un niño muerto.
Pero volviendo al tema, el niño no nacido debe recibir protección de la comunidad y de las autoridades, porque es totalmente indefenso; ya que no puede correr, gritar, ni defenderse cuando alguien pretende quitarle la vida mediante la inhumana práctica del aborto.
En estos días, los diputados locales tendrán que escoger entre mantener vigente la ley que prohíbe el aborto de manera general y solamente lo autoriza en el caso de violación o cuando peligre la vida de la madre, o acatar la decisión de un juez que basado en tecnicismos legales interpretados a conveniencia de los reducidos pero ruidosos grupos radicales que lo promueven, exige la aprobación del aborto hasta las 12 semanas de gestación, olvidando que el espíritu de cualquier Ley; para que sea justa, debe de estar siempre a favor de la vida, del bien común y de la dignidad de las personas.
Ya desde hace varios siglos decía la conseja popular: “Cuando no es justa la Ley, no ha de obedecerse al rey”. Por eso espero que los legisladores locales estén a la altura de la grave responsabilidad que tienen en sus manos y actúen conforme a los dictados de su conciencia, sin tener que acatar la decisión de un Juez que por ser contraria al derecho a la vida que tiene cualquier persona, debe discutirse ante la Suprema Corte.
La sociedad entera deberá estar al pendiente de lo que resuelvan los diputados. Hay que recordarles que no se mandan solos, ni tienen carta blanca para hacer lo que quieran. Son representantes populares y por tanto, tienen que escuchar el clamor de las mayorías que están a favor del respeto irrestricto a la vida humana.
Toda la ciudadanía deberá estar al tanto de lo que hacen, para ver como votan. Ojalá y prevalezca la sensatez, no las consignas, ni los intereses de los políticos que andan con la brújula al revés y que para conseguir votos promueven esta clase de crímenes.
Ojalá y la sociedad despierte y deje a un lado el aletargamiento y el conformismo. Tiene que dejar su zona de confort y enfrentar con valentía y decisión las cosas, oponiéndose a esta clase de malsanas ocurrencias.
Si una comunidad llega al extremo de ver con naturalidad como se asesina impunemente a los niños indefensos, tarde o temprano estará condenada a su propio exterminio.
¿No les parece a ustedes?.
Muchas gracias. Buen fin de semana.
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