Las próximas elecciones siguen siendo tema obligado de conversación y de preocupación, porque por primera vez en los últimos años muchos ciudadanos estamos perfectamente conscientes de los riesgos que corre el país si caemos en el populismo. Y es que como dice Enrique Krauze, en su libro: “El pueblo soy yo”; no hay populismos buenos y malos. Todos son malos y hasta perversos, porque terminan ocasionándole a las naciones mayores complicaciones de las que antes tenían, ya que al no funcionar los sistemas asistencialistas que ofrecen para ganar adeptos, terminan culpando a los empresarios del fracaso económico de sus políticas basadas en la dádiva, en pagarles un sueldo a los que no trabajan, darles pensiones a quienes jamás cotizaron, otorgar becas, ayudas y subsidios que cuestan un dineral, sin antes ponerse a hacer cuentas para saber que con un dispendio tan grande, ningún presupuesto alcanza ni alcanzará.
Además, si los empresarios son acosados o amenazados, dejarán de invertir y la economía forzosamente se estancará. Habrá menos empleo y resultarán afectadas las mayorías que dicen defender.
Por cierto, debo aclarar que empresario no es solo el magnate que tiene una fábrica o un gran almacén, sino también el micro, pequeño y mediano empresario; el que tiene un taller, una tiendita o un changarrito en su casa.
Los populistas jamás le dicen al pueblo que todo lo que regalen saldrá del bolsillo de los ciudadanos que sí trabajan, no del de los políticos.
Por todo esto, el populismo resulta perverso porque les endulza los oídos a las masas diciendo lo que éstas desean escuchar y ofrece soluciones mágicas a problemas complejos, imposibles de resolver en el corto plazo, hace a un lado las instituciones y lo que queda de ellas las hace girar en torno a la persona que controla el poder, quien termina imponiendo su criterio, porque él es el líder, el ideólogo, el candidato y en un descuido hasta el presidente, y ya se siente en el ungido y hasta en el salvador de la patria.
El líder mesiánico considera que quienes no están con él, están en su contra, pertenecen a la mafia del poder y a una minoría rapaz.
En cambio quienes se pasan a lado por conveniencia o por también por convencimiento, ya están automáticamente perdonados y exonerados, aunque tengan un pasado político oscuro y hayan cometido delitos que ahora ellos mismos critican.
Algunos políticos cambian de bando y son ahora morenistas, no tanto por convicción, sino por que desean seguir viviendo del presupuesto.
Por eso resulta curioso que una buena parte de quienes ahora forman su equipo cercano militaban hasta hace poco en el PRI, en el PAN y en el PRD, partidos a los que tanto ha criticado.
Buena parte de la culpa de que México se encuentre ahora en esta encrucijada la tienen los malos políticos de todos los partidos, quienes con su ambición desmedida se dedicaron a corromperse y a enriquecerse, olvidándose del compromiso que adquirieron de servir a los ciudadanos con eficacia y honradez, para resolver tantos problemas que ellos mismos dejaron crecer y colocaron al país en un callejón sin salida. Por eso, muchas personas de buena fe, indignadas por la situación, consideran que votar por un populista ayudará a México a salir de su postración.
Lamento decirles con tiempo que ningún país del mundo ha salida adelante con sistemas basados en la dádiva y en las ocurrencias.
Las únicas naciones que han progresado son aquéllas que han tenido ciudadanos trabajadores y emprendedores, educación de calidad, certidumbre jurídica y gobiernos transparentes en el manejo de sus recursos y han sido encabezados por líderes competentes, visionarios, que respetan las instituciones y tienen una amplia visión del mundo, de la libertad de expresión, de la justicia social, de la libertad de emprender y de la economía.
Por eso, cuando llega alguien que quiere resolver todo a base de regalos, cuidado!
Ya tuvimos en México a Echeverría y a López Portillo. A ellos, el sistema antidemocrático de la época nos los impuso.
Ahora, por el camino que vamos, tal parece que con nuestro voto, vamos a ponernos nosotros mismos la soga al cuello. ¡Cuidado!.
¿No les parece a ustedes?
Muchas gracias. Que tengan un muy buen fin de semana.
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