Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Reinventando el hilo negro
Reinventando el hilo negro
2018-03-17 | 10:45:09
Hace ya varios años, el Gobierno del Estado publicó una serie de libros intitulados Cien viajeros en Veracruz.

En dicha obra se recopilaron en forma cronológica las vivencias y relatos de igual número de personajes famosos que estuvieron de paso por nuestra ciudad,- en ese tiempo, puerta obligada de entrada y salida del país- y describieron no solo las características físicas y climatológicas de estas tierras, sino también los usos y costumbres de los habitantes de esta parte de México y sobre todo de sus autoridades.

Me llamó mucho la atención la narración hecha por un príncipe ruso que fue enviado por el Zar a gobernar Alaska, territorio que en el Siglo XIX  pertenecía a Rusia.

Por la falta de caminos adecuados para llegar a su destino y por el riesgo que implicaba atravesar Siberia, el príncipe citado prefirió cruzar el Océano y llegar a Veracruz, para continuar por tierra  hasta alcanzar las costas del Pacífico, donde tomaría un barco que lo llevaría a su destino.

Por distintas circunstancias tuvo que permanecer varios días en la ciudad mientras  preparaba su salida. Lo que observó quedó plasmado en su diario donde anotó lo siguiente: “Al llegar a esta ciudad, (Veracruz), me entero de que México está en guerra con Texas. Como no hay caminos para llevar sus tropas hasta allá, el gobierno mexicano ha comprado con un considerable sobreprecio, -por la corrupción imperante-, un barco mercante que lo modificará para convertirlo en barco de guerra”. “La transformación del barco la hace con tal lentitud, que es casi seguro que la guerra terminará antes de que el barco esté listo para transportar  tropas”.

Narro lo anterior, porque esta semana que concluye vi la entrevista que le hicieron al encargado de las llamadas Zonas Económicas Especiales, que no son otra cosa que áreas creadas con determinados beneficios fiscales y que forman parte de una estrategia gubernamental encaminada a atraer inversiones  productivas que generen desarrollo, empleo y bienestar; en regiones que están actualmente inmersas en una situación bastante crítica.

En teoría todo está muy bien, solo que existen varios peros…
El plan está considerado  que madurará en 20 o 30 años. Demasiado lento y demasiado tiempo. La tierra donde se instalarán ya fue adquirida por el gobierno federal. Ahora deberán urbanizarla con recursos públicos, para dotarla de infraestructura. ¿Cuánto costará y tardará esto, si la administración actual ya va de salida y la que sigue no se sabe si apoyará dicho proyecto?.

Las cartas de intención que nos anuncian han firmado las empresas interesadas en establecerse ahí  e invertir millones de dólares, son solo eso: buenas intenciones. No hay garantía alguna de que cumplan su ofrecimiento. Son como las llamadas a Misa.

Me pregunto: ¿Que no resultaba más fácil haber bajado los impuestos y las cargas sociales  a las empresas ya asentadas en las regiones que se pretende apoyar, para reactivar inmediatamente la inversión y el empleo; beneficiando así a todos los que se la han jugado con México y que mantienen con gran esfuerzo sus negocios en regiones tan golpeadas por la crisis?

Con esta medida, no habría que comprar tierra alguna, ni gastar en urbanizarla. La reactivación económica sería inmediata, además de  que sería más justa y pareja porque beneficiaría a todos.

Cuando el gobierno mexicano quiere resolver algo, lo hace en forma tan complicada, que acaba creando una enorme maraña burocrática que  solo enreda más las cosas, en lugar de solucionarlas.

La crisis económica existente en distintas regiones del país tiene soluciones; pero estas deberán instrumentarse con verdadera creatividad y de manera eficiente; con acciones concretas e inmediatas, con soluciones sencillas y prácticas, antes de que los problemas se vuelvan inmanejables.

No hay que andar inventando el hilo negro o el agua tibia.
¿No les parece a ustedes?
Muchas gracias y un buen fin de semana.

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