Cuando una empresa o incluso cualquier familia, gasta más de lo que
recibe como ingreso, terminará endeudándose para cubrir el faltante,
lo que conducirá a los derrochadores a un círculo vicioso, qué si no
corrigen de raíz, apretándose el cinturón, terminarán quebrando.
Cuando esto sucede en una familia, quienes resultan afectados son sus
integrantes. Cuando pasa en una empresa, los que sufren las consecuencias
de la mala administración son los propietarios y sus trabajadores.
Pero cuando quien permanen-temente gasta más de lo que recibe
como ingreso es el gobierno, entonces terminamos perdiendo todos.
Si el gobierno, de cualquier país y de cualquier partido, además de
gastar de más, malbarata el dinero del erario en tonterías, en obras faraónicas
inútiles, en adquisiciones con sobreprecio y en obras públicas con
precios inflados, para que de ahí mismo salgan las comisione$ que
ilegalmente cobran algunos funcionarios que otorgan contratos;
en mantener una numerosa y en gran parte innecesaria burocracia, en
financiar a los partidos políticos y en tener un exagerado número de
legisladores; las cosas se pondrán peor, porque por atender lo superfluo,
se descuidará lo importante.
Por esa falta de cuidado al manejar los recursos públicos, tenemos carreteras obsoletas y frecuentemente en mal estado. Por eso no hay medicinas
suficientes en los hospitales públicos y muchas escuelas no tienen dinero
ni para tapar goteras y menos para dignificar los baños. Por eso hay colonias
que carecen de agua, drenaje, alumbrado y pavimento.
Esto, a pesar de que cada año los gobiernos obtienen más ingresos y ni
así les alcanza el dinero.
Hace falta honradez en muchos políticos y también capacidad para
administrar con eficiencia. Cuando consultamos a un médico,
nos informamos primero acerca de su experiencia, sus estudios, sus diplomas
y hasta de sus éxitos.
Cuando nos subimos a un avión de pasajeros, lo hacemos confiando en las
habilidades adquiridas por la tripulación, mediante miles de horas de vuelo
acumuladas por los pilotos, porque estamos poniendo nuestra vida en manos
de quienes deberán tener la capacidad de preservarla.
Desafortunadamente, cuando se trata de elegir a quienes manejarán
nuestros recursos, muchos ciudadanos ni siquiera participan votando y
otros lo hacen por quienes más regalos dan, o mejor se visten; no por
quienes tienen la capacidad necesaria para hacer un excelente papel.
Mientras que esto no corrija y muchos políticos sigan llegando a un cargo público no a servir sino a enriquecerse a como dé lugar, la situación no se compondrá.
Si queremos que haya mejores políticas públicas, que obliguen a
los gobernantes a planear mejor, a atender las prioridades y a usar los
recursos públicos de manera eficiente; entonces, los ciudadanos tenemos
que participar más, postulándonos para un cargo público votando por
los mejores, exigiendo buenos resultados y señalando con oportunidad
lo que se hace mal, para enderezar a tiempo el rumbo y lograr que
las cosas mejoren.
No hacerlo así y esperar que se compongan solas o que las resuelvan
los políticos, es pecar de ingenuos.
La participación ciudadana organizada, generosa y entusiasta,
es la única opción a seguir.
Si no lo entendemos así y creemos que cruzados de brazos y quejándonos
de los problemas, se solucionarán nuestros males, entonces
no tendremos remedio y estaremos condenados al fracaso.
Hay por eso que cambiar poniendo nosotros la muestra.
El cambio comienza votando responsablemente y cumpliendo
con nuestras obligaciones.
Es lo mínimo que debemos hacer si queremos tener un país mejor.
Para llegar a tenerlo, hay que construirlo juntos. No lo olvidemos nunca.
¿No les parece a ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.