La inesperada separación del cargo del Secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso fue atribuido por diversos analistas a la responsabilidad que tuvo de convencer al Presidente de la República para que invitara a Donald Trump a visitar México y de haber coordinado directamente dicha vista, invadiendo funciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Ignoro qué tan cierta sea dicha versión, y si esta fue la única causa de su renuncia o simplemente fue la gota que derramó el vaso, por los errores que cometió este funcionario durante el tiempo que estuvo a cargo de una de las secretarías más importantes del Gobierno Federal.
Recuerdo muy bien que Videgaray pronosticaba anualmente un crecimiento de la economía que jamás se alcanzó y que no obstante el optimismo con que lo anunciaba, debía ser ajustado a la baja varias veces al año. Nuestra economía nunca creció a la tasa esperada.
Si bien durante su gestión se dio un crecimiento inusitado en los ingresos del Gobierno Federal, porque la captación de recursos vía impuestos alcanzó en los últimos años niveles históricos, éstos no siempre se aplicaron en base a prioridades, sino de ocurrencias y por consiguiente no lograron disminuir la pobreza, ni consiguieron una mejoría sustancial en la infraestructura del país, ni tampoco en los servicios públicos que brinda el estado, porque la mayor parte del dinero se empleó en gasto corriente y no en inversión que ayudara a generar riqueza.
Se le atribuye a Videgaray ser el autor de la última reforma fiscal que le volvió a cargar la mano a los causantes cautivos, obligándonos a pagar más impuestos, quitándoles recursos a los empresarios que les hubieran permitido invertir más y crear empleos. Esto, también contribuyó a estancar la economía nacional.
Lo más grave del asunto es que durante su gestión, la deuda pública siguió creciendo en forma inusitada, hasta casi llegar al 50% del PIB, lo que ha encendido los focos rojos de las calificadoras internacionales, por el grave riesgo que implica el endeudamiento desmedido en que estamos cayendo.
Para que nos preocupemos por el exagerado nivel de deuda acumulada del Gobierno Federal, basta señalar un solo dato: A la Secretaría de Educación Pública se le destinan anualmente 314 mil millones de pesos, mientras que para el pago y el servicio de la deuda se gastan, en ese mismo período, 474 mil millones de pesos, es decir 50% más que en educación. Lo que resulta peor, es que el estado mexicano sigue gastando más recursos de los que recibe y cubriendo el déficit respectivo con más créditos. La generación de intereses va poco a poco provocando nuevos agujeros en las finanzas públicas, que serán cada vez difíciles de tapar.
Ojalá y el actual gobierno corrija el rumbo a tiempo, porque si sigue gastando así y continúa pidiendo prestado, vamos derechito a la quiebra. A muchos políticos no les interesa gran cosa lo que pase en México, porque parte de su fortuna la tienen fuera del país. Al resto de la población si debe preocuparnos, porque nos estamos jugando no solo nuestro futuro, sino también el de nuestros hijos y de nuestros nietos.
No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.