Dicen que las peores mentiras se dicen durante la guerra, después de una cacería o en las campañas electorales. Esto último viene a colación porque la propaganda política de los distintos candidatos a la gubernatura, satura ya los medios de comunicación y empieza a aturdirnos con slogans repetitivos algunas veces vacíos, utilizados por quienes tratan de convencernos con insistencia de que son la mejor opción. Unos dicen que cambiarán las cosas y que harán que reviva Veracruz, que vuelva la confianza y que generarán miles de empleos. Solo que no nos dicen cómo, ni cuándo. Porque tiempo no tendrán. Dos años son muy pocos. Dinero tampoco habrá. Los escasos recursos disponibles, tendrán que emplearlos en pagar la deuda y los intereses. Por eso dicen que el prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila. Incluso, hay quien intenta deslindarse del sistema y olvida que forma parte de éste, el cual le dio la candidatura, no para que estuviéramos mejor, sino para garantizarles protección a los que ya se van. Las declaraciones frecuentemente ambiguas y contradictorias de algunos candidatos nos llevan a pensar que ya perdieron la brújula o que son unos excelentes actores quienes cambian sus propuestas en base a los intereses y modas vigentes, aprovechándose de la escasa memoria de los ciudadanos. Otros más están en la contienda
como simple relleno, porque saben que no tienen la más mínima posibilidad de ganar. Están bajo severa sospecha de que fueron contratados solo para dividir y dispersar el voto opositor, facilitando que ganen nuevamente los de siempre, aunque únicamente consigan el 25% de la votación. El 75% restante, que curiosamente resulta mayoría, podría diluirse al repartirse entre los demás candidatos, haciendo que la oposición pierda, aunque en conjunto sea mayoría. Esto se resolvería con sencillez si tuviéramos segunda vuelta, donde solo participaran los dos candidatos que hubiesen tenido la votación más alta, cuando ninguno obtenga en la primera vuelta la mitad más uno de los votos. Otros candidatos fueron alquilados para servir de tristes comparsas. Salieron de partidos, donde hasta hace unos meses eran fervorosos militantes. Vivieron 15 o 20 años de los cargos públicos obtenidos gracias a su militancia partidista y de repente, como si nada, de la noche a la mañana cambiaron de camiseta. No cabe duda: Poderoso caballero es Don Dinero. Bien decía Voltaire: En cuestiones de dinero, todos son de la misma religión. Hay otro candidato que no tiene experiencia alguna, ni en política, ni en administración. Pocas posibilidades tiene de ganar. Si lo llegara a hacer, a ver cómo nos va. No basta ser honrado y tal vez hasta buena persona. El ca
mino a los infiernos está empedrado de buenas intenciones. Sin experiencia alguna, un gobernante puede cometer errores garrafales y más si está infectado de populismo. Este es la lepra de la democracia. Nadie duda por ejemplo de que el Papa Francisco sea un hombre bueno, pero si se le pone a tripular el avión en el que viaja, seguro y lo estrella. Es bueno o bondadoso. Pero no tiene la experiencia necesaria para tripular una aeronave. Si queremos que alguien sea un buen gobernante, deberá ser honrado, capaz, bien intencionado y sensato, pero sobre todo experimentado. Ya no queremos chivos en cristalería, ni gobernantes que con sus ocurrencias y con el saqueo acaben con la finca y los mangos. Para lograr estos cambios y avanzar como nación, necesitamos ciudadanos verdaderamente responsables y comprometidos que acudan a votar reflexionando el voto y ejerciéndolo libremente. Que no lo cambien por dinero, por espejitos o por despensas. Que tengan dignidad y sepan más de sus derechos y obligaciones que de futbol. De no corregirse esto, seguiremos en el vil tercermundismo, en la mediocridad y en el atraso.
No les parece a Ustedes? Muchas gracias y buen fin de semana para Ustedes.