Los acontecimientos que hemos vivido en México en los apenas 21 días que van del año, jamás nos los imaginamos.
Corrupción y ambición desbordadas, saqueo, impunidad y cinismo al tope de los malos políticos; economía prendida de alfileres, devaluación severa, alzas en combustibles, energía eléctrica, gas y tortillas; más la escalada de precios que esto traerá; robo de mercancías y destrucción de tiendas, violencia inusitada como la que acaba de darse en Cancún y para rematar, la tragedia de Monterrey, donde un adolescente de 15 años disparó contra sus maestros y compañeros de escuela.
Esto nos habla de la grave descomposición social en que hemos caído, donde los valores que le dan sustento y fortaleza a la sociedad, han sido atacados y sustituidos por anti valores fomentados por algunos medios de comunicación, videojuegos, películas, series de televisión y hasta canciones tipo narcocorrido, donde se exalta y promueve la violencia, el robo y la drogadicción.
También, por un gran número de padres de familia y de maestros que hemos olvidado nuestra principal misión que tenemos en la vida y que es la de ser educadores y forjadores de los futuros buenos ciudadanos que requiere nuestro país.
Esto no puede seguir así. Necesitamos retomar nuestras responsabilidades y trabajar con intensidad, con decisión y sobre todo con verdadera pasión, para recomponer el tejido social, tan dañado que tenemos y ayudar a México a salir adelante.
Para lograrlo debemos cumplir con todas nuestras obligaciones, fomentar la concordia, el respeto a los demás, el ánimo, el afán de superación, la unidad nacional y especialmente la justicia; pero sobre todo, dándoles buenos consejos a la par que buenos ejemplos a las nuevas generaciones.
Esta tarea se facilitará enormemente si volvemos los ojos a Dios, tan olvidado en el mundo materialista en que vivimos inmersos y practicamos la oración, clamando su ayuda.
No hay que perder tiempo, porque el riesgo de no actuar pronto, es que las cosas empeoren y el país que heredamos de nuestros padres, por nuestra indiferencia se nos deshaga entre las manos, con todas las consecuencias que esto implica.
Si esto llegase a suceder por la apatía de los adultos, sería una enorme tragedia la nuestra, porque no habríamos sido capaces de pasar la estafeta a las nuevas generaciones.
Por que como dijo el Ex presidente de Uruguay Pepe Mujica respecto a las obligaciones elementales de los padres de familia: “No le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar”.
“En la casa se aprende a: Saludar, decir gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no tan semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado”.
“En la escuela se aprende: Matemáticas, lenguaje, ciencias, estudios sociales, inglés, geometría y se refuerzan los valores que los padres y madres de familia han inculcado a sus hijos.” Y concluye en forma terminante: “Muy difícil es que el latón brille como el oro “.
Para que no quede ninguna duda, esto se interpreta como: No pretendamos que quien no recibió en su casa una formación adecuada, basada en valores, los adquiera en la escuela o en la calle para convertirse en gente de bien.
El maestro puede pulir, pero la materia prima sale del hogar. Tremenda responsabilidad tenemos sobre nuestros hombros los padres y madres de familia. No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.