Quienes conocen las distintas formas de controlar a los grupos humanos para obtener de ellos ventajas indebidas, saben que la manipulación es un arma que funciona perfectamente. El primer paso para lograrlo es dividiendo a la comunidad y enfrentando unos contra otros. Bien dice el dicho: Divide y vencerás. En el mundo actual, tan bien comunicado por los medios tradicionales y por las redes sociales, basta y sobra con que alguien con capacidad de manipulación difunda una mentira o una media verdad y éstas sean constantemente repetidas, para que algunos lleguen a considerarlas verdades absolutas. La forma de controlar a la sociedad mediante la manipulación se observa con mayor claridad cuando se habla de derechos y se omite hablar de obligaciones. Cuando nos hablan de libertad absoluta y no se aclara que la libertad de una persona termina cuando afecta la libertad y los derechos de terceros. Cuando se divide a la sociedad en jóvenes y viejos, en niños y adultos, en mujeres y hombres; olvidando que al final de cuentas, todos somos seres humanos que merecemos respeto. Cuando alguien con poder de manipulación, se saca de la manga una idea radical, esta funciona eficazmente como distractor. Todo mundo empieza a hablar de ella y se olvida de los verdaderos problemas que afligen a la comunidad. Nos dicen que van a legalizar el consumo de la mariguana con fines recreativos y todos nos enfrascamos en la discusión. Algunos despistados piensan que el consumo de drogas es parte de la libertad que tiene el ser humano y otros, quienes afortunadamente aún somos mayoría, creemos que ninguna sociedad progresa fomentando los vicios que denigran, lastiman y destruyen a su juventud. Unos piensan que el aborto es un derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Somos muchos los que consideramos al aborto como un crimen de lesa humanidad, porque se priva de la vida al ser más indefenso que merece la protección de todos. El argumento de que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo no aplica, porque la criatura que lleva en su vientre, no es parte de su cuerpo, sino un ser humano diferente a ella con derechos que deben tutelarse. Gracias a la discusión que estos temas generan, nos olvidamos de los verdaderos problemas que tenemos como son la inseguridad, el desempleo, la falta de oportunidades, la crisis económica, las devaluaciones y el saqueo descarado de recursos públicos. Una nueva ocurrencia está dividiendo a la comunidad. Contrario al sentir y al pensar de la mayoría de los ciudadanos, el presidente Peña Nieto está impulsando lo que tendenciosamente llama matrimonio igualitario. El uso manipulado de esta palabra distorsiona las cosas y genera confusión, porque todos queremos una sociedad con menos desigualdades y mayores oportunidades. Pero, ¡cuidado!. No se trata de un matrimonio entre una persona rica y una pobre,
como para impulsar la igualdad; ni tampoco entre una persona culta y otra que no lo es, para poder llamarlo igualitario. Se trata de llamarle así a la unión entre personas del mismo sexo, olvidando que por definición, el matrimonio es exclusivamente entre hombre y mujer. Si dos homosexuales desean vivir juntos, nadie debe de impedírselos, porque es su derecho y parte de su libertad. Si uno quiere heredarle al otro su pensión o sus propiedades, que se cree una figura jurídica tipo sociedad de convivencia o de conveniencia que lo facilite y punto. Eso no está a discusión. Pero llamarle matrimonio a una unión que no genera vida, atenta contra la propia definición de la palabra matrimonio que significa el conjunto de ordenamientos legales que tienen por objeto la protección de la madre. No puede haber maternidad en una relación homosexual, porque esta clase de uniones no generan vida. Es como si alguien pretendiera hacer una barbacoa de lechuga o decir que hay una hemorragia de agua. Debemos aprender a llamarle a las cosas por su nombre y no andar inventando cosas ni confundir la gimnasia con la magnesia. En el mundo al revés en que vivimos, donde se dice a los 4 vientos que estamos en un país democrático, no se toma en cuenta la opinión de las mayorías sino de las minorías que más gritan y vociferan. Por eso, algunas autoridades erróneamente se van por la libre y toman decisiones que afectan los sentimientos de la comunidad y generan una gran polémica que lejos de unir a los mexicanos, nos divide con motivos perversos. Y es que algunos políticos, tan ajenos a sus comunidades, creen que su palabra es la ley y sus ocurrencias son la norma a seguir. Las marchas que el sábado pasado hubo en todo el país mostraron con claridad que la mayoría de la población rechaza estas ocurrencias y más cuando de aprobarse les abrirán las puertas a las parejas homosexuales para que puedan adoptar niños, lo que implicará atentar contra los derechos de los niños, porque las autoridades correspondientes decidirán que niño lo entregan en adopción a una pareja formada por hombre y mujer y que niño lo entregan a una pareja de homosexuales. Ahí estarían discriminando a uno de los infantes. La única manera de preservar la especie es a través de la unión de un hombre con una mujer. Dicha unión da origen a la familia y esta es anterior al Estado y quien es primero en tiempo, es primero en derecho. Periódicamente, quienes representan al Estado se meten en honduras, pretendiendo imponer ideas con las que pueden controlar mejor a la sociedad. Por eso algunos políticos con fines perversos impulsan la legalización de las drogas, del aborto y también una ideología de género para destruir a la célula básica de la sociedad que es la familia. Si logran su cometido, la sociedad se derrumbará. ¿No les parece a ustedes? Muchas gracias.