Para resolver sus carencias, las naciones requieren verdaderos líderes que guíen a la comunidad y la motiven para que aporte su esfuerzo colectivo y su trabajo. Líderes que unan, no que dividan. Líderes que generen paz, unidad y concordia.
Porque líderes visionarios, generosos y comprometidos han hecho que países destrozados por la guerra o por fenómenos naturales, se levanten nuevamente y vuelvan a ser potencias económicas y culturales.
En el caso de Latinoamérica, la necesidad de contar con auténticos liderazgos resulta ser mayor, debido a nuestra peculiar idiosincrasia.
Desafortunadamente no avanzamos con rapidez, porque los buenos liderazgos son escasos. Con frecuencia llegan a gobernarnos personas que carecen de atributos adecuados para desempeñar un buen papel.
Tarde nos damos cuenta de que, salvo excepciones, muchos llegan a un cargo público no para servir, sino a ver que se llevan.
Parte de los descalabros sufridos por los mexicanos a través de la historia, se debe frecuentemente a que esperamos que nuestros líderes resuelvan solos la tarea y que la bonanza y el crecimiento nos lleguen en automático, por decreto, sin demasiado esfuerzo y a veces incluso sin nuestra participación.
Para decirlo pronto, buena parte de nuestro pueblo cree que se puede salir adelante con puros discursos, promesas, subsidios y regalos que siempre acabamos pagando nosotros mismos.
Hay quienes ya olvidaron que los precios de garantía para los productos del campo, aplicados en el pasado, no resolvieron nada y sí fueron una fuente enorme de corrupción.
Hay quienes tampoco se acuerdan que los ferrocarriles en manos del gobierno resultaron ser un lastre para las finanzas públicas, por la ineficiencia y la corrupción con que los manejaron. Para mantenerlos medio funcionando, había que inyectarles año con año miles de millones de pesos en subsidios que salían de nuestros impuestos.
Generar la energía eléctrica necesaria para el crecimiento del país le costaba al estado mexicano mucho más dinero de lo que le cuesta hacerlo a un particular. El burocratismo y el sindicalismo perverso como el del SME, donde los niveles de ineficiencia y corrupción fueron de escándalo, obligaron al gobierno a liquidar a un costo altísimo a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.
Todo esto lo comento, porque hay la idea entre algunos políticos que integrarán el nuevo gabinete federal, de revivir soluciones ineficientes ya superadas, que cuantiosas pérdidas nos ocasionaron cuando estuvieron vigentes.
Eso no es todo. Las promesas hechas en campaña empiezan también a tambalearse.
Ofrecieron bajar el precio de la gasolina y ya anunciaron que ésta no bajará. Ofrecieron vender el avión presidencial y al parecer tampoco se cumplirá, entre otras razones porque no han terminado de pagarlo y además ¿quién podría comprarlo?.
Ofrecieron combatir la corrupción y casi al mismo tiempo anunciaron que no perseguirán a los corruptos. O sea: ¿les perdonarán lo que se robaron?.
Ofrecieron duplicar las pensiones y si esto se hace, será para quienes reciben mensualmente una cantidad simbólica, bastante inferior al salario mínimo. No será para todos como ingenuamente algunos ilusos creyeron.
Pretender bajar a la mitad los sueldos de quienes ganan más en el gobierno, hará que un jefe gane menos que un subordinado, lo que será como el mundo al revés.
En lugar de generar ahorros dando de baja y liquidando conforme a la Ley a la enorme cantidad de burócratas cuyos servicios no se necesitan, porque no hacen nada excepto cobrar e inventar trámites inútiles para fastidiar al contribuyente y en ocasiones hasta extorsionarlo; prefieren bajar los sueldos de los de arriba para presuntamente ahorrar. Con esta medida, solo aumentará la deserción de la gente valiosa y se disparará la corrupción.
Adicionalmente, anuncian que enviarán a provincia a las principales dependencias federales, lo que le costará al país, dicen algunos, cerca de ciento cincuenta mil millones de pesos, que de ser cierto, no sé de dónde los sacarán.
Por si fuera poco, esta medida generará un enorme caos, porque para hacer un trámite que involucre a varias dependencias, habrá que viajar a tres o cuatro estados del país, situados en lugares totalmente opuestos geográficamente hablando, cuando antes, todo se resolvía en la Cd. de México.
Además, ¿cómo le hará una ciudad de provincia para alojar a los miles de burócratas que de repente llegarán, si no hay espacio, infraestructura, escuelas, ni vivienda suficiente para atender a tanta gente?.
El colmo resultará ser la desaparición de las delegaciones federales. Todos los programas y presupuestos que manejan esas dependencias, los controlará una especie de virrey en cada estado, que nombrará directamente el presidente. Dicho virrey o procónsul, como algunos ya le llaman, tendrá más poder que el propio gobernador y por cierto, en muchos casos, no será un experto en administración, finanzas, obras públicas y agricultura, sino un político experto en grillas. En el caso de Veracruz, al parecer, le darán el puesto al dirigente estatal de MORENA. La mala noticia es que los todólogos no existen y ahora, todo lo controlará ahora una sola persona.
Para rematar con broche de oro, la futura Secretaria de Gobernación ya empieza a hablar de despenalizar la mariguana y la amapola, lo cual de aprobarse hará que más jóvenes se vuelvan adictos. También la señora empieza a hablarnos de impulsar la Ley de voluntad anticipada, cuyo rimbombante título solo sirve para disfrazar con un eufemismo a la eutanasia.
¿En qué parte del discurso de campaña del candidato ganador de las elecciones se plantearon semejantes propuestas?.
Todo México quiere cambios, pero para mejorar, no para retroceder.
¿No les parece a ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.
|
Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto
Reservados todos los derechos 2018 |
Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto
Reservados todos los derechos 2018 |