México, nuestra patria avanza sin duda, pero no en línea recta, sino en zig-zag, lo que nos hace progresar con mayor lentitud, porque cada sexenio el gobierno federal en turno, le impone al país un rumbo distinto y en ocasiones totalmente opuesto al que llevaba la nación hasta entonces.
Cada cambio de rumbo implica desechar por cuestiones políticas y no técnicas, lo que antes funcionaba o medio funcionaba, provocando incertidumbre entre quienes invierten y generan empleos.
Por eso, al término de cada administración la economía se estanca, porque los inversionistas aguardan y observan con cautela lo que va a hacer el nuevo gobierno, antes de seguir invirtiendo o incluso emigrar a otra parte.
Estoy de acuerdo en que debe haber ajustes para afinar el rumbo buscado y enfilar al país en la ruta deseada, pero los volantazos que a veces dan quienes llegan al poder ofreciendo un cambio, pueden arruinar las cosas, porque no siempre es este para mejorar, sino a veces para desandar lo avanzado; lo que nos hace perder tiempo, recursos y oportunidades.
Olvidamos que estamos inmersos en una economía globalizada, donde solo salen adelante quienes producen con calidad, oportunidad y bajos costos; no quienes basan sus proyectos en una economía controlada por el gobierno, donde se privilegian los monopolios, especialmente los de las empresas paraestatales.
En los últimos años, algunos intelectuales de izquierda han criticado la apertura económica del país a la que tachan de neoliberal. No toman en cuenta que dicha apertura nos ha permitido exportar como nunca antes en la historia y mediante la economía de escala de los bienes y servicios que se producen, la posibilidad de que la población pueda adquirirlos se incrementa.
Hace algunos años era muy difícil que la clase media baja pudiera viajar en avión, adquirir un televisor a colores, un aire acondicionado e incluso un automóvil. Ahora, cada vez más personas pueden hacerlo.
No obstante lo anterior, impulsan los izquierdistas el regreso del proteccionismo y del estatismo. Dichas personas que salvo excepciones honrosas, pocas veces realizan actividades productivas, porque viven en la comodidad del salario seguro que reciben del estado, ya que se dedican a la docencia o a la grilla, olvidan que la única manera de mejorar la economía y con ello los salarios, es impulsando la libre empresa, para hacerla altamente productiva y con responsabilidad social.
Responsabilidad social significa pagar salarios dignos a los trabajadores, impulsar su desarrollo como personas, respetar el medio ambiente, pagar impuestos, así como tratar con justicia a sus clientes y proveedores.
Eso generalmente no se da en las empresas paraestatales que tanto añoran los izquierdistas.
En la mayoría de las naciones, las empresas paraestatales, salvo excepciones, pierden dinero por su ineficiencia y por la corrupción.
Es común ver en nuestro país, como políticos desempleados, carentes de talento y de capacidad, ocupan puestos de alto nivel en las empresas del estado, desplazando a los técnicos calificados que ahí trabajan, quienes harían mucho mejor papel si les dieran la oportunidad.
Los políticos generalmente saben que si las empresas que manejan pierden dinero con su mala administración, contrario a lo que sucede en las compañías privadas, pocas veces serán llamados a cuentas.
Como saben que su cargo es temporal, se dedican a robar y a acomodar en los principales cargos a sus amigos, protegidos y familiares. Para que los trabajadores no protesten, impulsan y apapachan a sindicatos poco democráticos y bastante autoritarios. Otorgan también a los empleados prestaciones laborales de ensueño que difícilmente una empresa exitosa puede pagar, menos una que está al borde de la quiebra.
Para cumplir sus compromisos políticos, contratan personal que no se requiere y menos se justifica. También realizan compras con sobreprecios.
La realidad es que la ineficiencia, la incompetencia y el saqueo, terminamos pagándolo entre todos los mexicanos.
Olvidamos que gobierno no fue inventado para hacerle al empresario, sino para brindar seguridad a los ciudadanos, impartir justicia, atender la salud y la educación pública. También para hacer las obras de infraestructura que los ciudadanos no podemos hacer de manera individual o aislada.
Todo esto lo menciono porque están dándole cargos dentro de la administración entrante, a políticos cuya trayectoria e ideología están marcados de un izquierdismo peligroso para la economía que nos pueden llevar de vuelta a un pasado ya superado.
Ojalá y esto no se repita, porque equivaldría a que estuviéramos cursando la secundaria y nos regresaran a la primaria.
¿No les parece a ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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