Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
El licenciado
2018-07-09 | 09:24:37

¿Qué será lo que tanto preocupa al gobernador Miguel Ángel Yunes para que haya accedido a que su arrogante y renuente hijo aceptara públicamente, mucho antes de que el OPLE concluyera el cómputo oficial, que los resultados de la elección para la gubernatura no le eran favorables, y que ahora –según ha trascendido– el mandatario panista esté buscando desesperadamente un acercamiento personal con Andrés Manuel López Obrador, a quien provocaba llamándolo “cobarde” “loco”, “corrupto” y “mentiroso” cada vez que el líder fundador de MORENA visitaba la entidad?


Yunes tiene tantos señalamientos y expedientes abiertos que ya no se sabe cuál le podrían activar las próximas autoridades federales o las del estado que encabezará el lopezobradorista Cuitláhuac García, quien acaba de implicarlo en el presunto desvío de 800 millones de pesos para la campaña de su primogénito.


Pero anteriormente, el gobernador electo había acusado también a Yunes de estar coludido con el crimen organizado en Veracruz, un tema que podría reactivarse por la reciente extradición de Dámaso López a Estados Unidos.


Y es que en mayo de 2017, la revista digital Gatopardo publicó un reportaje de la periodista Anabel Hernández titulado “¿Quiénes son los herederos de Joaquín Guzmán Loera, ‘El Chapo’?”, en el que refiere que en 1993 el capo fue capturado e ingresado a la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, Estado de México, pero que casi tres años después y por una maniobra de sus abogados, fue transferido al Penal de Puente Grande, a las afueras de Guadalajara, donde vivía su familia.


“Durante esos años, el panorama para el líder del Cártel de Sinaloa era desolador, e incluso intentó lograr un acuerdo con agentes de la DEA. No había nada que ‘El Chapo’ odiara más que la cárcel.


Su suerte cambiaría en febrero de 1999, cuando Dámaso López Núñez –apodado ‘El licenciado’–, un excomandante de la policía judicial de Sinaloa, se convirtió en el subdirector del penal”, se consigna en el reportaje, en el que además se alude que “con los directores del penal como cómplices” –Leonardo Beltrán Santana y Mario Marín, actual director del IPAX con Yunes–, “López Núñez se encargó de cumplir los deseos de ‘El Chapo’, ayudados por un grupo de comandantes y custodios llamados los Sinaloas”.


Así, “ingresaron teléfonos celulares, alcohol, droga, viagra, comida de los mejores restaurantes de Guadalajara y hasta grupos musicales a la prisión”, detallándose que “cuando las prostitutas no satisfacían a Guzmán Loera, ‘El licenciado’ convocaba a cocineras, enfermeras y afanadoras que trabajaban en la cárcel, quienes accedían a tener relaciones con el capo a cambio de dinero”.


Dámaso renunció a su cargo en el penal a finales de octubre del 2000, pero siguió visitando al Chapo en Puente Grande, hasta diez días antes de su fuga.


¿Se acordarán de él Mario Marín, titular del IPAX, y Enrique Pérez Rodríguez, actual secretario de Educación, quien antes del escape del capo sucedió a Yunes como carcelero federal?

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