El contrato de intención celebrado entre Alejandra Barrales y Ricardo Anaya para caminar juntos en una propuesta de Frente Amplio Opositor es la respuesta del régimen ante el Acuerdo de Unidad manejado por López Obrador, que ha estado siendo muy efectivo para romper desde abajo las estrategias de las cúpulas partidistas nacionales.
Vestir de verde al PRI o de los colores que escojan los candidatos independientes ya no les está funcionando. Pasarle simplemente la estafeta al PAN ya no será suficiente. Se necesita, según los estrategas panistas-perredistas, de un frente que capitalice el descontento de la sociedad, pluriclasista y pluripartidista, y de enfrentar a Andrés Manuel con sus propias armas, un proyecto de nación y una articulación de proyectos distintos y convergentes.
Un frente opositor al PRI suena ya algo muy rebasado en virtud del desplome de ese partido en la escena nacional. Si esa fuera la real intención lo hubieran echado a andar en el estado de México, donde todavía ese partido se mostraba fuerte hasta hace unas semanas, antes de la irrupción y del crecimiento de la maestra Delfina Gómez de MORENA.
¿Para qué armar un frente ante un contrincante débil? La estrategia de frente amplio opositor, necesario y exitoso ante dictaduras hegemónicas y fuertes como las que existían en el Cono Sur americano hace unas décadas, resulta tardía y hasta ridícula frente a la amplia desaprobación del actual titular del poder ejecutivo y de la caída en picada del PRI en los resultados electorales.
Si ese frente no tiene como destinatario real el PRI, entonces el único destinatario posible es AMLO y MORENA.
Muchos actores políticos han dado a conocer que el enemigo a vencer desde 2006 ha sido AMLO. El complot que siempre ha señalado el tabasqueño y del que todo mundo hacía mofa fue puesto al descubierto por personajes como el empresario Ahumada, Vicente Fox, Humberto Moreira, entre otros.
Recientemente Ernesto Ruffo Appel, exgobernador de Baja California y connotado panista, dio a conocer que el PRIAN obstaculizó la candidatura de AMLO, de tal manera que el de Calderón “no fue cabalmente un gobierno del PAN, fue un gobierno de gobernación para la estabilidad pública nacional y evitar los riesgos del populismo del Peje”.
Hoy nuevamente el enemigo a vencer es AMLO. Videoescándalos más o menos, segundas vueltas o frente amplio opositor, la idea es la misma, frenar a como de lugar al dirigente morenista.
Por lo pronto, la suerte estará echada por parte del PRD, cuyos dirigentes rechazarán cualquier alianza con AMLO. Por el lado del PAN no será fácil convencer a los sectores tradicionales de dicho partido, aunque como ante Fox, quizá cedan ante el pragmatismo de Ricardo Anaya.
Falta escoger la vía táctica. Y ésta parece ser la utilizada en Veracruz. La consigna de Yunes de meter a la cárcel a Duarte, es decir, la táctica de gritar “al ladrón, al ladrón”, mientras que el que grita se queda con el botín, fue efectiva para atraer una parte del voto ciudadano, ya harto de tanta corrupción e impunidad.
Otra parte del voto ciudadano fue recogido a través del corporativismo panista y el llevadero de votos priístas hacia Yunes, con tal de que no ganara Cuitláhuac García.
El Frente Amplio lanzará otro: “al ladrón, al ladrón” para tratar de embaucar los ánimos ciudadanos contra el defenestrado PRI, mientras que detrás de ese frente se acomodarán todos los enemigos de Andrés Manuel y MORENA.
Lo dicho, necesitamos un cambio verdadero, no un remedo de frente que sólo esté pensado para detener la ola lopezobradorista.
marco.a.medinaperez@gmail.com