En medio de la mayor desaprobación que ha tenido un presidente en los últimos tiempos (esta casa editorial sitúa, a través de Pulso Veracruz, el porcentaje de aprobación presidencial en agosto en 17.3%; el periódico Reforma en 23%) y del escándalo mayúsculo por la invitación innecesaria y contraproducente al candidato presidencial republicano del paÃs del norte, el informe presidencial del cuarto año de Peña Nieto se aleja cada vez más de las formas republicanas que exige la vida pública de México. El informe, que debÃa ser un verdadero ejercicio de rendición de cuentas, de evaluación, de reflexión sobre lo sucedido en un año y sobre lo necesario para el porvenir de la Nación, se convierte en un ejercicio forzado de justificaciones y búsqueda obligada de logros más que una evaluación a fondo, de contrastar lo planeado y lo obtenido, de explicar las causas de las diferencias entre metas y resultados. En su informe por escrito Peña Nieto soslaya los problemas económicos de la Nación (ver http://www.presidencia.gob.mx/ cuartoinforme/). Tan preocupado por evaluar a los maestros el presidente no evalúa a su gobierno. Para estas fechas, según sus promesas de campaña, el paÃs debÃa estar creciendo al 6% anual; no obstante, en promedio, en estos 4 años el crecimiento no pasará del 2%. Las últimas cifras trimestrales del INEGI al respecto dan cuenta de ello: la economÃa mexicana decreció 0.2% respecto al mismo trimestre de 2015, lo que obligó a la SecretarÃa de Hacienda y al Banco de México a disminuir su pronóstico de crecimiento de este año y el del próximo. La incorporación de jóvenes al mercado de trabajo demanda la creación de 1 millón 200 mil empleos al año y en promedio se están creando no más de la mitad; las mismas cifras del INEGI señalan que las condiciones crÃticas del empleo y la informalidad siguen siendo lo prevaleciente en esta materia. En el apartado de estabilidad macroeconómica el informe presentado habla de logros en la recaudación tributaria y el control inflacionario, pero además de que tanto uno como otro repercuten en el crecimiento del paÃs, Peña no nos dice nada sobre otro gran puntal de la estabilidad macroeconómica que es el tipo de cambio y la crisis devaluatoria de nuestra moneda en que está sumido el paÃs.
En materia de cambio estructural, el informe no valora lo obtenido y lo prometido, además de que nunca hay una mÃnima referencia sobre la pérdida de soberanÃa que presupone la puesta en venta de los activos energéticos del paÃs. No se comparan las grandes expectativas de inversión extranjera que el gobierno tenÃa en mente contra los magros resultados que se tienen al momento. No obstante que para la lucha por la soberanÃa del paÃs conviene esta lentitud, en el otro frente, el de las finanzas públicas, se ha abierto un boquete por la disminución de los ingresos petroleros que se ha tenido que cubrir con un mayor endeudamiento externo, algo sobre lo que el Banco de México ya puso sus banderas de alerta. Nada de esto se considera pertinente evaluar en la administración peñista. Además, se ofrecen cifras que hablan de una disminución en las tarifas de electricidad durante estos años y de la disminución del precio de la gasolina en enero de este año, pero no se informa de los gasolinazos y electroshoks de los últimos 3 meses. Se habla sólo de lo que conviene. En lo que se refiere a un desarrollo regional equilibrado, el tercer puntal que en materia económica contiene el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, el informe de Peña Nieto da cuenta de los cuestionados proyectos para disfrute de la inversión privada nacional e internacional. Se anuncia que antes de fin de año quedarán listos los decretos de declaratoria de las zonas especiales de desarrollo en Puerto Lázaro Cárdenas, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (con afectación al sur de nuestro estado) y Puerto Chiapas. Como no importa mucho al gobierno en cuestión, no se habla de los impactos sociales y ambientales de tales proyectos. Ni qué hablar acerca del controvertido proyecto de Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, de los planes de desarrollo portuario (aquà tocan los puertos de Tuxpan y Veracruz) y de infraestructura carretera, todos dejados en manos de socios al gusto del gobierno y haciendo a un lado cualquier punto de vista cuestionador. Y esto es sólo un botón de muestra de las omisiones y carencia de una evaluación pertinente y real en el contenido del cuarto informe de gobierno. Como es de interés de todos los veracruzanos, seguiremos hablando de él. Por lo pronto, los lectores tienen la palabra.