Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
De políticas y cosas peores
2016-03-24 | 10:49:43
En presencia de su mamá el niñito le pidió
a su nana: “Llévame de caballito, Famulina”.
“¡Ah, no! -protestó la muchacha-. Ya
estás muy grande para tenerte encima.
No puedo contigo”. El chiquillo se echó
a llorar: “¡Y cómo a mi papi sí lo puedes
tener encima!”.
Un hombrecito pequeño y desmedrado
estaba solo en una mesa de cantina. Mantenía
fijos los ojos en su copa, sin beberla.
Largo rato estuvo así, contemplando la
copa que tenía delante. Un rudo sujeto
que bebía con sus amigos les hizo notar
aquello, lo cual dio lugar a comentarios
burlescos que el pequeño señor ni siquiera
advirtió.
A fin de divertirse y divertir a sus amigos
el hombrón se levantó, fue a donde
estaba el chaparrito y sin decir palabra
le quitó la copa de la mano y se la bebió
de un solo trago entre las risotadas de sus
amigotes. “¡Caramba! -exclamó lleno de
aflicción el pequeño señor meneando la
cabeza-. ¡Qué mal día he tenido!”. “¿Por
qué?” -le preguntó con desdén el incivil
sujeto.
Respondió el hombrecito: “Hoy en
la mañana fui despedido de mi empleo.
Regresé a mi casa y encontré a mi esposa
en brazos de mi mejor amigo. Supe entonces
que entre los dos me han despojado
de todos mis bienes. Me quedé solo en la
vida; sin trabajo, sin dinero, sin amigos.
Desesperado, decidí suicidarme. ¡Y ahora
viene usted y se bebe mi copa de veneno!”.
Susiflor dijo en el teléfono: “Fecundino:
¿recuerdas que la última vez que estuvimos
juntos te dije que no quería volverte a
ver? Pues bien: he cambiado de opinión”.
Preguntó él: “¿De dónde estás llamando?”.
Respondió Susiflor: “Del consultorio de
mi ginecólogo”...
Don Jesús Galindo y Villa (1867-1937)
fue un polígrafo eminente. Arqueólogo,
literato, historiador, artista, dirigió lo
mismo el Museo Nacional de Arqueología
que el Conservatorio de Música, y presidió
tanto la Sociedad Astronómica como la
Academia de Historia.
En uno de los libros de ese insigne mexicano
encontré esta bella descripción: “...
Cuando se termina la visita a este hermoso
sitio (el Desierto de los Leones) y se regresa
a la Capital se goza de una incomparable
perspectiva: desde las lomas se descubre
todo el Valle de México; a la simple vista y
como insignificantes montículos se alcanzan
a ver las pirámides de Teotihuacán, la
multitud de pueblos de los alrededores de
la Metrópoli, y por último ésta, asentada
en medio del inmenso anillo de montañas,
con su extenso caserío y las enhiestas torres
de sus numerosos templos...”.
Me causó tristeza leer esta página de
ayer. Su lectura me hizo pensar que en lo
relativo al medio ambiente todo tiempo
pasado fue mejor...
Una joven mujer le contó a otra: “Me
juré a mí misma no hacer el amor hasta
encontrar al hombre perfecto”. “¡Caramba!
-se admiró la amiga-. ¡Eso debe ser un
sacrificio muy grande!”. Replicó la otra:
“A mí no me ha costado ningún trabajo.
El que está furioso es mi marido”.
El abuelo se puso la chaqueta que
había usado en la universidad, cuando
fue miembro del equipo de futbol americano.
En la prenda lucía el número 10.
Su nieto mayor le preguntó: “¿Por qué
ese número?”.
Respondió el señor: “En aquel tiempo
los jugadores del equipo acostumbrábamos
poner en nuestro uniforme el número
de las amigas íntimas que teníamos”. Oyó
aquello la abuela y comentó: “Entonces le
sobra el uno”.
Los recién casados recibieron como
regalo de bodas un perico. El cotorro
estaba ya en la casa cuando los novios
regresaron de la luna de miel. Empezó
la juvenil pareja con sus arrumacos, y el
lorito, curioso, no les quitaba la vista de
encima.
Nerviosa por aquella molesta vigilancia
la flamante esposa cubrió la jaula con
una toalla y amenazó al pajarraco: “Si te
asomas te desplumaré la cabeza”. Dicho
lo anterior los desposados trajeron a la recámara
la maleta en que traían sus cosas.
Pero no la podían abrir, pues al parecer
el cierre se había atorado por exceso de
contenido.
El muchacho pensó que aplanando un
poco la maleta la podría abrir, de modo
que le pidió a su mujercita: “Ponte arriba,
mi amor”. “No -dijo ella-. Mejor súbete tú”.
Sugirió el muchacho: “¿Qué te parece si
los dos nos ponemos arriba?”. Entonces
el perico asomó la cabeza al tiempo que
exclamaba: “¡Eso lo tengo yo que ver, no
importa que me quede calvo!”... FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Envió Jesús a dos de sus discípulos.
Les dijo:
-Id a la aldea que está delante de
vosotros. Ahí hallaréis un pollino.
Traedlo.
Fueron los discípulos, y hallando
al pollino lo trajeron.
Subió a él Jesús, y a lomos de la
humilde bestia entró a Jerusalém.
Se reunió una gran multitud, y la
gente cortaba ramos de los árboles
y los agitaba al paso de Jesús, y los
tendía luego en su camino.
Días después Juan, el discípulo
amado, le relató a María cómo los
hombres habían golpeado a Jesús
en su camino al Gólgota.
-¿Con qué lo golpearon? -preguntó
la madre.
Respondió Juan lleno de tristeza:
-Con los mismos ramos que
antes pusieron a sus pies.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“.Accidentes automovilísticos.”.
Decirlo está por demás,
pero más de un accidente
sucede generalmente
en el asiento de atrás.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018