Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
De políticas y cosas peores
2016-03-23 | 10:18:19
Un sujeto contrajo matrimonio con una
agente de tránsito. En la mismísima noche
de bodas la novia le impuso a su flamante
maridito una severa multa por exceso de
velocidad, por entrar por vía equivocada
y por no ponerse casco...
La esposa de Capronio, sujeto ruin y
desconsiderado, le dijo con voz tímida:
“Anoche soñé que me comprabas un abrigo”.
“Fantástico -respondió el maldito-. A ver
si esta noche sueñas el dinero”...
Chicholina, joven mujer de mucha pechonalidad,
les contó a sus amigas: “Corté
las relaciones con mi novio Manotino”. Le
preguntó una: “¿Por qué?”. Respondió la
bien dotada joven: “Le gustaban mucho las
copas”. “¿Era muy borracho?”. “No -precisó
ella-. Las copas de mi brassiére”...
Don Sinople, señor de buena sociedad,
solía hacer alarde de su valiosa colección
de cuadros, en especial de un Picasso, su
mayor orgullo. Sin embargo una de las criaditas
de la casa decía con tono despectivo:
“¡Bah! El señor presume de que tiene un
Picasso fabuloso, y no tiene más que un
piquillo de este tamaño”...
Comentaba con cierta envidia una señora:
“¡Qué afortunada es mi vecina! Tiene
televisor, horno de micro hondas y marido
¡y los tres le funcionan!”...
El director de recursos humanos revisaba
las solicitudes de empleo. “El que llenó
ésta -dijo- es muy sabio o muy ignorante.
En el renglón correspondiente a estado
civil puso: ‘Cazado’”...
Avaricio Cenaoscuras, lo sabemos, es un
hombre cicatero, cutre, sórdido, agarrado.
Su pobre mujer les refería a sus amigas los
apuros que pasaba por causa de la mezquindad
de su marido: “Nunca me quiere dar
para ir al salón de belleza. Para rizarme el
pelo tengo que meter el dedo en el socket
de la electricidad”...
Relataba un individuo: “La afición a
la música nos salvó a mi esposa y a mí de
morir ahogados en la reciente inundación.
Cuando las aguas empezaron a crecer ella
salió de la casa flotando sobre su contrabajo”.
“¿Y tú? -le preguntó alguien. Contestó
el sujeto: “Yo la acompañé en el piano”...
Doña Goreta hacía gala de las virtudes
de su esposo. “Jamás me ha engañado
-comentó en la merienda de los jueves-.
Siempre ha sido absolutamente fiel”. Replicó
doña Felicia: “No te envidio. Si tu
marido es de alta fidelidad el mío es de
alta frecuencia”...
La ciencia es importante. Decirlo es obviedad.
Igual importancia tiene la tecnología.
Pero sólo las humanidades pueden dar
propósito y sentido a los avances científicos
y técnicos.
Es bueno que en las escuelas se alienten
los estudios de las matemáticas, la física y
la química, pero no es tan bueno que por
favorecer a esas asignaturas se supriman
o disminuyan otras como la filosofía, la
historia y la literatura.
Alguna vez se dijo en son de burla que
México era un país de abogados, y que a
eso se debía el atraso económico del país
y su falta de desarrollo. Pero vinieron los
llamados tecnócratas, equivalentes de los
científicos del porfiriato, y las cosas empeoraron
en todos los órdenes de la vida
nacional.
Sé que el progreso material implica
por fuerza el uso de las herramientas que
la ciencia proporciona, pero debe haber
concomitantemente un progreso moral
que sólo puede derivar del estudio de las
humanidades.
Y aquí detengo esta inútil perorata,
porque el uso de la palabra “concomitantemente”
me dejó agotado y sin fuerzas
para continuar.
Dos amigos acostumbraban jugar al
futbol soccer los fines de semana. Le contó
uno al otro: “El domingo me aventé una
chilena”. Dijo el amigo: “Te felicito. Las
chilenas son muy guapas”...
Un hombre con aire de perdonavidas
entró en la cantina del lugar. Paseó su vista
por todos los parroquianos y luego preguntó
con acento retador: “¿Hay alguien aquí
que se crea muy gallo?”.
Un charro se levantó de la mesa. Se echó
hacia atrás el sombrero, y con la mano en la
pistola fue hacia el bravucón y se le plantó
delante. “Aquí estoy pa’ lo que guste mandar,
amigo. Yo me creo muy gallo”. “Entonces,
señor -dijo el otro cambiando el tono de
la voz-, ¿sería tan amable de despertarme
con su canto a las 5 de la mañana?”...
Un indocumentado logró finalmente
su propósito de internarse en los Estados
Unidos. Le puso un mensaje a su mujer: “Ya
llegué a Dallas”. La esposa le contestó con
otro mensaje: “Envía dinero. Yo ya estoy
llegando a lo mismo”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Pocos recuerdan ya las siete obras
corporales de misericordia que el
buen Padre Ripalda enunció en su
famoso Catecismo: dar de comer al
hambriento, dar de beber al sediento,
vestir al desnudo, visitar a los enfermos,
dar posada al peregrino, visitar
a los presos, enterrar a los muertos...
La caridad, entendida como
el hecho de dar al que no tiene, se
considera ahora cosa anacrónica,
obsoleta. Antes la gente hallaba gozo
espiritual en ser caritativa. Ahora se
razona con zarandajas tales como ésa
de no dar el pescado, sino enseñar a
pescar, y se piensa que dar es función
que corresponde exclusivamente a
los gobiernos.
Y sin embargo sigue habiendo pobres.
No necesitan discursos o tesis
sociológicas; necesitan pan que los
alimente, ropa que los vista, techo que
los cubra. Poner en práctica aquellas
sencillas obras de misericordia es
hacer el bien.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Comentó una señora: ‘Mi marido
es de tres veces cada noche’”.
En efecto, dijo así,
y el esposo confirmó:
“Sí, son las veces que yo
me levanto a hacer pipí”.

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