El 13 de marzo fue el último día para el proselitismo y trabajo de precampaña de los aspirantes a la gubernatura. Por el PRI, el candidato se ungió como tal, Héctor Yunes Landa en un masivo evento. En el PAN, solo se dio la transición del panista, Miguel Angel Yunes Linares, y por MORENA, Cuitláhuac García hizo lo propio.
Sin duda que son los tres más importantes abanderados que buscan ser gobernador y en quienes reacerá el mayor peso de las preferencias electorales. Y según el calendario, el llamado “periodo del silencio” vendrá a darle un respiro y calma a la ciudadanía de quince días.
El 1 de abril reiniciará otra vez el barullo, el ruido, la contaminación y los discursos promotores entre uno y otro aspirante, poniendo al nivel máximo el estrés popular. La campaña será de dos meses, afortunadamente más corta que en pasados comicios.
Allá por enero, al menos por parte de los candidatos más representativos, el que ahora es el abanderado de cinco partidos, PRI, PVEM, AVE, PANAL y Frente Cardenista, Héctor Yunes; así como el del PAN y PRD, Miguel Angel Yunes, se comprometían cada uno, a través de declaraciones y discursos, a no realizar campañas sucias o también llamadas “negras”.
Pero esta precampaña fue todo lo contrario, lejos de propuestas y planteamientos para resolver los problemas que enfrenta Veracruz, se han generado solo cuestionamientos mutuos, irrespetuosos, ataques directos y hasta agresiones a las familias de, al menos, los candidatos primos y adversarios.
A esto hay que sumarle la saturación visual a través de los espectaculares por todas partes en la mayoría de las ciudades.
A decir de los analistas y consultores recientemente de visita a la conurbación, es un insulto al electorado esa publicidad de “carotas”, en donde sobresale en los panorámicos el rostro nada simpático de los candidatos. En la “aldea” esto no tiene ningún efecto positivo, todo lo contrario.
A la gente atemoriza, incluso, las expresiones y el mensaje que cifran los abanderados con sus miradas penetrantes, expresión dura, de rencor, y nada amable. Quizá a nadie se le ocurrió que estos candidatos no reflejan entusiasmo, simpatía, confianza y menos seguridad entre los ciudadanos.
Nadie va a ir a votar por el candidato equis con su foto en las boletas, y si así fuese, es lo menos que les importaría.

MUY EN CORTO

COMO LLANO DE LA VIBORA. El hallazgo de una avioneta en la comunidad de la Laja del municipio de Cosamaloapan, en el corazón de la Cuenca del Papaloapan, y custodiada por elementos del Ejército Mexicano, hace recordar aquel trágico pasaje del 7 de noviembre de 1991, cuando en un choque entre tropas castrenses y agentes de la PGR resultaron muertos siete policías judiciales.
Desde el lunes por la tarde se reportaba la caída de una avioneta, tipo Cessna, lo cierto es que la aeronave afortunadamente se encontraba abandonada. No había tripulación y la misma no contaba con alguna matrícula que permitiera su identificación. Los elementos de la Sedena la custodian desde el lunes.
Hace más de 20 años, fue precisamente en el municipio de Tlalixcoyan, en el conocido Llano de la Víbora, en la puerta del Sotavento, cuando los elementos de la PGR aterrizaban atrás de otra aeronave, que después se supo procedía de Colombia con 370 kilos de cocaína.
Al aterrizar ya eran esperados por elementos del Ejército Mexicano al mando del comandante Alfredo Morán Acevedo, por lo que se armó la tragedia que terminó con la detención de un subcomandante de la PGR, y el castigo de algunos militares.
En la Cuenca del Papaloapan siempre se ha sabido de la existencia de pistas clandestinas, su geografía es muy diversa con vastas llanuras, e hidrografía que puede ser de utilidad para este tipo de prácticas.
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