No es la mejor coyuntura política para dejar en este momento la Procuraduría General de Justicia del Estado –pues su salida obviamente se prestará a especulaciones que pondrán en tela de duda la solidez de la indagatoria ministerial del secuestro y asesinato del reportero policiaco Gregorio Jiménez de la Cruz–, pero ha trascendido que Felipe Amadeo Flores Espinosa ha tomado ya esa decisión que desde finales del año pasado fue postergando por distintas razones.
Lo cierto es que este veterano político veracruzano que en las últimas tres décadas ha sido secretario general de Gobierno, presidente del CDE del PRI, y cuatro veces diputado local y federal ya no estaba a gusto en la PGJE, a donde llegó a mediados de octubre de 2011 como emergente ante la crisis que días antes se agravó con el tiradero de 35 cadáveres sobre el bulevar “Adolfo Ruiz Cortines”, de Boca del Río, motivando la renuncia de Reynaldo Escobar Pérez como procurador.
En ese entonces, a petición del gobernador Javier Duarte de Ochoa, Flores Espinosa, formado en la cultura priista institucional, tuvo que sacrificar una posición política estelar que mantenía como diputado federal en la LXI Legislatura al Congreso de la Unión, donde ocupaba la Vicepresidencia de la Mesa Directiva.
En correspondencia, el gobernador Duarte de Ochoa propuso al Congreso local un año después, en octubre de 2013, a Amadeo Flores Villalba, hijo de Flores Espinosa, para ocupar en el Tribunal Superior de Justicia del estado el lugar que había dejado vacante por jubilación el magistrado Hugo Montero Domínguez.
Así que el Procurador se va muy bien pagado considerando que el junior no tenía mayor experiencia en el ámbito judicial ni cumplía con lo estipulado por el artículo 110 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como en su momento lo impugnó el juez Jorge Espinoza Castillo, uno de los aspirantes con 30 años de trayectoria en el Poder Judicial que reclamaba tener más derecho que Flores Villalba para ocupar esa magistratura.
Joserra, ¿priista?
Por cierto, hablando de otros improvisados, ha trascendido que el exalcalde porteño y expanista José Ramón Gutiérrez de Velasco será designado delegado del CDE del PRI en el distrito de Veracruz-Rural, que incluye al municipio de Boca del Río, actualmente gobernado por la familia Yunes Márquez que sin ser nativa ni residente de ahí se ha apoderado de ese bastión del partido blanquiazul.
Sin embargo, a ver cómo toman los grupos priistas de esa zona conurbada este nombramiento de Joserra, pues al parecer todavía no cicatrizan del todo las heridas que provocó entre la militancia del tricolor que el exmunícipe del PAN fuera impuesto en el sitio número cuatro de la lista de candidatos plurinominales a la diputación local, desplazando a otros aspirantes del PRI con larga trayectoria partidista.
La designación de Gutiérrez de Velasco, desde el punto de vista pragmático, habría sido bien calculada por la cúpula del Revolucionario Institucional, ya que por el número de secciones electorales que tiene el distrito Veracruz-Rural, la elección federal de 2015 se decidirá en el municipio porteño que gobernó el expanista más que en el de Boca del Río, actualmente en poder del grupo yunista, que no del panismo tradicional.
Ya se verá el año próximo si la estrategia priista realmente funcionó o si en la sucesión gubernamental de 2016 deberán cambiar el modelo. Por lo mientras, sería recomendable que José Ramón hiciera un curso intensivo para conocer y manejar al dedillo los Documentos Básicos aprobados en 2013 por la XXI Asamblea Nacional Ordinaria del PRI, entre ellos la Declaración de Principios, el Programa de Acción y los Estatutos, pues no sea que uno de sus compañeros de su nuevo partido lo vaya a querer exhibir y termine haciendo el “oso” como el cometido por los dirigentes estatales del tricolor que el pasado 10 de febrero, con motivo del 64 aniversario del natalicio del excandidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta, imprimieron invitaciones y una placa conmemorativa con el nombre de ¡“Don Aldo Colosio”!