Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Alfil Duartista
2014-02-04 | 21:55:49
Aunque previamente en una reunión con columnistas políticos y líderes de opinión, el gobernador Javier Duarte de Ochoa había negado rotundamente que en Veracruz, como en sexenios anteriores, él pretendiera alentar el surgimiento de un nuevo “ismo” en la entidad, en el puerto de Tuxpan.
Al rendir en diciembre de 2011 su primer informe de resultados y agradecer públicamente el extraordinario apoyo que en ese año había recibido del mandatario estatal, el entonces alcalde Alberto Silva Ramos definió que “esta es la esencia del duartismo, una nueva generación de gobernantes, jóvenes políticos, con orden en las finanzas, con transparencia, con eficacia, con firmeza, con sentido social, con obra pública, con responsabilidad, cercanos a la gente, creando un mejor ambiente de felicidad, dedicados a construir la confianza que nos da fe en el futuro”.
Desde aquella ocasión, Silva Ramos definió que “el duartismo es la unión de orden, responsabilidad financiera, obra pública y transparencia”. Que “el duartismo es gobernabilidad, civilidad y diálogo, de mano firme y manos limpias”. Que “el duartismo es construir nuestros sueños, sin odios y sin rencores”. Y que “el duartismo es entreverar generaciones y aprovechar la experiencias de otros”.
Realizar esa definición no debió resultarle fácil al entonces munícipe tuxpeño, pues significaba un tácito, pero claro deslinde del exgobernador Fidel Herrera Beltrán, a cuyo lado se había desempeñado como coordinador de asesores en el Senado de la República, secretario técnico de la Comisión de Estudios Legislativos en la Cámara de Diputados, así como vocal ejecutivo del Centro Estatal de Desarrollo Municipal, director general del Instituto Veracruzano de Desarrollo Municipal y subsecretario de Infraestructura Regional de la Secretaría de Desarrollo Social y Medio Ambiente (Sedesma) en el gobierno estatal.
Sin embargo, por esos conceptos vertidos y otras razones más, es que ahora otros aspirantes priistas presuponen que el actual secretario de Desarrollo Social del estado –quien actualmente tiene 46 años de edad y es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y licenciado en Administración por la Universidad del Golfo, además de que realizó cursos especializados en Política Comparada en la GW de Washington, D.C. y en la Universidad Complutense de Madrid, donde coincidió con el actual mandatario veracruzano–, sería el verdadero “delfín” del gobernador Duarte de Ochoa para sucederlo en diciembre de 2016.
Pero esta condición ha vuelto vulnerable a Silva Ramos, ya que sus adversarios naturales no solo estarían patrocinando manifestaciones populares en su contra –como la realizada hace tres semanas en las instalaciones de la Sedesol por la organización “Trabajando por el Progreso del Estado”, que lidera Oscar Arcos Roldán, hermano del exsubsecretario de la desaparecida Sedesma y exdiputado local Joel Arcos, un fidelista recalcitrante que ahora opera políticamente para el senador José Francisco Yunes Zorrilla–, sino que además le estarían desestabilizando el municipio que gobernó, al cual es muy posible que retorne en el año 2015 como candidato del PRI a diputado federal para contender en una elección en la que estaría obligado a avasallar a sus opositores para legitimar su aspiración a la gubernatura, tal como lo hizo Javier Duarte en 2009 en el distrito de Córdoba.
Y este martes 4, en el puerto de Tuxpan, el pretexto de otra movilización popular fue por una planta gasera, cuyos manifestantes exigieron también la construcción de un camino.
Quizá el error de Silva fue haber dejado la presidencia municipal en manos de Raúl Ruíz Díaz, un político de su manufactura pero hecho al vapor, sin suficiente fogueo en el perverso juego del poder.
Tan es así que la inseguridad se ha desbordado a grado tal que hace unos días la delincuencia ¡asaltó hasta la casa de la madre del presidente municipal! Y los “levantones” están a la orden del día, lo que obviamente tiene más que descontentos y aterrorizados a los sectores sociales más pudientes de Tuxpan.
De continuar agravándose esta situación, dentro de 14 meses, Silva Ramos regresará a hacer campaña para diputado federal en un escenario sumamente complicado, nada que ver con el municipio ordenado y pujante que dejó en agosto de 2013 para asumir la titularidad de la Sedesol, convirtiéndose en un cardenal más del gabinete duartista, condición que lo perfila como otro candidato natural a la sucesión gubernamental de 2016.
Habrá que ver si la estatura política que ha venido proyectando de veras le hace cuajar semejante proeza.
Pero antes deberá superar la prueba electoral de 2015, al igual que otros alfiles del duartismo, como el secretario general de Gobierno, Erick Lagos Hernández; el titular de la SEV, Adolfo Mota, y hasta Jorge Carvallo Delfín, secretario particular del gobernador Duarte, quienes serían postulados por los distritos de Acayucan, Xalapa-Rural y San Andrés Tuxtla, respectivamente.

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