Por Raymundo Jiménez
Columna: Al Pie de la Letra
El ‘pilatos’ michoacano
2014-01-30 | 09:45:14
Entrevistado hace tres días en el marco de la Asamblea Plenaria de los senadores del PRD a la cual acudió en calidad de invitado especial, Cuauhtémoc Cárdenas Sólorzano fue interrogado sobre la responsabilidad que tuvieron las administraciones estatales de su hijo, Lázaro Cárdenas Batel, y de su excolaborador Leonel Godoy, en la situación actual de Michoacán bajo control del narco.
El fundador y líder moral del partido del sol azteca deslindó así a los gobiernos perredistas de la actual crisis de inseguridad que vive la entidad michoacana: “No lo creo, más bien que ha faltado mucho que hacer a los gobiernos federales, sobre todo desde 1982 a la fecha, pero ahora lo importante es que lo que se vaya hacer en Michoacán así como en todo el país sean acciones efectivas”, dijo el tres veces excandidato presidencial.
Pero Cárdenas también gobernó Michoacán, precisamente de 1980 a 1986, cuando aún militaba en el PRI. Posteriormente, como primer Jefe de Gobierno electo del Distrito Federal, en 1997, al líder moral del PRD le explotaron sendos escándalos por algunos colaboradores de su administración vinculados a grupos del crimen organizado.
En esa ocasión, el excandidato presidencial cometió un costoso error político: a propuesta del procurador capitalino Samuel I. del Villar, hombre de su absoluta confianza, nombró como jefe de la Policía Judicial a Jesús Carrola, quien sólo duró en el cargo una semana porque la familia de Fernando Jordán de la Toba, de 20 años de edad, acusó al jefe policíaco y a su hermano Miguel Ángel Carrola de haber participado en la brutal paliza que había recibido este joven en diciembre de 1989 en la ciudad de La Paz, Baja California, cuando los hermanos Carrola dirigían la Policía Judicial. Jordán murió con las vísceras destrozadas, la espalda quemada y los órganos genitales abrasados por los toques eléctricos que le propinaron los agentes.
El senador Pedro Macías de Lara, del PAN, denunció aquella vez que los dos hermanos Carrola ejercían como auténticos capos en Baja California. “En una ocasión secuestraron a 13 comerciantes del mercado y los mantuvieron retenidos amarrados a sillas y en puros calzoncillos hasta que pagaron entre 10 y 15 millones de pesos por cabeza”, acusó Lara, a quien involucraron también con el narcotráfico.
Felipe Calderón Hinojosa, que en diciembre de 1997 era presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, calificó entonces el nombramiento de Carrola como un “gravísimo error” de Cárdenas, su paisano.
El periodista Jorge Fernández Menéndez, en su libro “Narcotráfico y poder”, ya había advertido también que “(…) el verdadero peligro de la presencia de estos personajes (de Jesús y su hermano Miguel Ángel) en la policía judicial capitalina es su relación con el cártel de los Arellano Félix (…) El señor Carrola tiene abiertas 10 averiguaciones previas por delitos relacionados con el narcotráfico, varias de ellas en Tijuana y también en el estado de Chiapas; la DEA tiene un expediente amplio con información comprometedora respecto a su accionar en los tiempos del cártel de Tijuana; después se le acusó de manejar un centro de espionaje telefónico a favor de los Arellano”
Cuatro años después, cuando a finales de mayo de 2001 fueron ejecutados con tres disparos en la cabeza el exdirector de la Policía Judicial del Distrito Federal y sus dos hermanos, la propia Procuraduría capitalina supuso que fue un ajuste de cuentas del crimen organizado. Su ejecución confirmó qué tan involucrados estaban con el narcotráfico.
Su asesinato tuvo varias lecturas pero todas ellas se enfilaban al negocio de las drogas, pues siempre se les acusó de proteger a bandas de narcotraficantes, entre ellos al cártel de los Arellano Félix.
Por ello, cuando Jesús Carrola se incorporó al gobierno de Cárdenas a propuesta del procurador Del Villar, se habló de que había comprado en un millón de dólares la Dirección de la Policía Judicial del D.F., sospecha que persistió al quedar intacta toda la estructura policial que había ordenado Carrola.
Todos los mandos inferiores que había dejado el exjefe policíaco jamás fueron removidos, entre ellos Héctor López Magaña, exsecretario particular de Javier Coello Trejo, el exfiscal antidrogas durante el salinato que presuntamente ayudó a Carrola a elaborar su programa de combate al crimen en la ciudad de México.
Pero lo paradójico es que su recomendado, López Magaña, quien se coló como inspector de esa corporación policiaca capitalina, tenía una averiguación previa por la posesión de un automóvil “chocolate”, y a pesar de ello ocupó posteriormente el cargo de fiscal contra robo de vehículos, lo que lo enfrentó a otro jefe operativo de esa corporación, Guillermo Murrieta, quién también fue asesinado en 2001 cerca de su domicilio.
En julio de 1998, por enésima ocasión, otro funcionario público tuvo que abandonar su cargo en el gobierno de Cárdenas en el D.F por causa de sus negros antecedentes: el subprocurador Antonio Carrillo Luna, el cual había sido sentenciado en 1989 a 14 años de prisión –de los que sólo compurgó cuatro y medio– por el delito de secuestro.
En los primeros 18 meses del gobierno cardenista en el Distrito Federal se cometieron 80 asesinatos vinculados con el narcotráfico, de los cuales una veintena ocurrió en la colonia Morelos, particularmente en el populoso barrio de Tepito, donde operaba uno de los brazos del cártel de Tijuana.
Al término de la administración de Cárdenas, que en el año 2000 concluyó como interina la actual titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, porque el perredista michoacano se volvió a postular por tercera ocasión consecutiva como candidato a la Presidencia de la República, la PGR admitió, por primera vez, que en el Distrito Federal confluían, por lo menos, tres poderosas organizaciones de narcotraficantes: la de Tijuana, la de Juárez y la de los hermanos Amezcua, mejor conocidos como los “Reyes de las Metanfetaminas”.
Por eso no se vale que ahora Cárdenas, como un Pilatos redivivo, se lave las manos haciendo un simple deslinde de la crítica situación de inseguridad que vive Michoacán.
¿Para eso quería ser Presidente de México?

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