Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Prianización
2014-02-04 | 08:59:09
La semana pasada, como invitado especial en la Cuarta Plenaria de la bancada de los senadores del PRD realizada en un hotel de la Ciudad de México, el sacerdote Alejandro Solalinde reprochó a la cúpula del partido del sol azteca haberse “prianizado” y haber “traicionado a la Nación” por entrar al Pacto por México.
En su intervención, el presbítero fundador y dirigente del albergue Hermanos en el Camino, que ha defendido a los migrantes y recibido amenazas de muerte del crimen organizado, les reprochó: “Tenemos que ser honestos y reconocer que sí se equivocaron, que cayeron en la corrupción y que voltearon la espalda al pueblo de México”.
La recriminación de Solalinde cayó como balde de agua fría a los dirigentes y senadores del PRD que pretendían planear en esos días las líneas más importantes de su agenda legislativa para el próximo periodo ordinario que iniciará en febrero.
“Pero no todo está perdido”, les advirtió el sacerdote. “Aquí hay una fuerza muy grande, está Morena, que es un movimiento honesto. Dios nos da la oportunidad de rescatar a México, nuestros recursos, que no están en venta”, les reiteró el defensor de los derechos humanos.
El reproche y la advertencia del padre Solalinde a la cúpula del PRD no pudo ser más oportuna, ya que cuatro días después, en la ceremonia de promulgación de la reforma política-electoral, el viernes 31 de enero, el presidente Enrique Peña Nieto destacó, entre los grandes cambios anunciados, la posibilidad de formar gobiernos de coalición, que se pacta con otro grupo de ideología política afín, cuando un grupo parlamentario no tiene mayoría suficiente como para formar gobierno.
Los gobiernos de coalición son propios de los sistemas parlamentarios, predominantes en Europa en los que la formación del gobierno requiere de la confianza del parlamento. En los sistemas presidencialistas, mayoritarios en América, el Jefe del Gobierno es electo por votación popular y puede ejercer independientemente del partido que tenga mayoría en el parlamento.
Por ello no fue casual que en su intervención en esta ceremonia organizada de última hora en el Alcázar del Castillo de Chapultepec –pues originalmente había sido programada para realizarla en el Palacio Nacional–, el dirigente del CEN del PRI, César Camacho Quiroz, sostuviera que “nunca más un gobierno dividido debe ser un gobierno detenido.
Para ello, el Presidente de la República podrá formar gobiernos de coalición con otros partidos políticos imprimiéndole funcionalidad a la administración pública y a la política por medio de un convenio y un programa aprobados por los senadores, que aporte certidumbre y eficacia a la acción gubernamental.
La posibilidad de coaligarse para gobernar, acredita la madurez de nuestra democracia, pues sin dejar de lado el debate de las ideas ni que los partidos coaligados tengan que arriar banderas, debe ser posible construir un espacio en el que todos podamos contribuir”.
Todo hace suponer que, en el futuro, el gobierno de coalición solo formalizará el maridaje entre el PRI y PAN para blindar legal y políticamente los fuertes intereses económicos trasnacionales que la reforma energética, impulsada y aprobada por ambos partidos, está por abrirles las puertas en México.
Y es que con el nuevo requisito del 3 por ciento de la votación total, establecido por esta reforma electoral para que un partido político mantenga su registro, se ve muy difícil que los satélites del PRI como el PVEM y hasta el Panal puedan sobrevivir después de la elección federal de 2015, al igual que el PT y Movimiento Ciudadano, que tradicionalmente siempre han ido aliados con el PRD.
La elección de diputados federales del año próximo también será la primera prueba de fuego para el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que lidera el excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, y que según el padre Solalinde “es un movimiento honesto”, con el que “Dios nos da la oportunidad de rescatar a México, nuestros recursos, que no están en venta”.
Habrá que ver si los diablos rojos del PRI, en amasiato con los “blue demonds” del PAN, lo permiten.
Y habrá que estar pendientes también de los alcances del anunciado “gobierno de coalición” entre priistas y panistas, no vaya a ser que en el colmo de su pragmatismo el partido gobernante termine cediendo a su aliado algunas gubernaturas de estados como Veracruz, una de las entidades más beneficiadas con la reforma energética y que está en la mira de Acción Nacional porque es de los pocos reductos en el País donde la hegemonía del PRI no ha permitido aún la alternancia en el poder.
Por eso es que todo hace suponer que en 2016 la sucesión estatal se va a decidir entre ambos partidos, con la ventaja de que con esta reforma pactada con el presidente Peña Nieto, el PAN ha logrado arrancar el control del Instituto y Tribunal electorales locales a los priistas de la entidad, cuya designación de sus miembros ahora será centralizada en el nuevo Instituto Nacional de Elecciones (INE) que sustituirá al IFE.

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