Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Los más pelados
2013-12-30 | 20:05:38
Hoy debería aparecer aquí “El Chiste más Pelado del Año”. Logré reunir, sin embargo, cinco cuentos -¡sí, cinco!- que merecen ese penoso calificativo. Por lo tanto en este espacio aparecen hoy “Los Cinco Chistes más Pelados del Año”. Léanlos mis cuatro lectores, y luego determinen cuál de ellos se lleva la medalla de oro en peladez, o si todos por igual deben ser considerados el último grado de la sicalipsis. Empieza, pues, la breve antología del humor extremo…
1-. Dos rudos vaqueros cabalgaban por las extensas llanuras del Salvaje Oeste. Llevaban ya varias semanas de camino, de modo que las urgencias de la carne los atosigaban, y el pueblo más cercano estaba lejos aún. De pronto vieron a una vaquita joven que había metido la cabeza entre los travesaños de una cerca, y no la podía sacar.
“Yo ya no aguanto más” –declaró uno de los jinetes a la vista de la indefensa res. Y así diciendo desmontó y procedió a efectuar en ella lo que los clérigos latinos llamaban “coitus cum bruto” o “peccata bestialitatis”, culpable acción que los confesores atemperaban con un pragmático razonamiento de escolásticos: “Rustici non raro estimant bestialitatem minus peccatum quam fonicationem vel adulterium”. “Con no poca frecuencia los campesinos consideran a la bestialidad un pecado menor que la fornicación o el adulterio”. Advierto, sin embargo, que me estoy apartando del relato. Vuelvo a él. Consumado que hubo su indebida acción el vaquero le dijo a su amigo: “Ahora te toca a ti”. Descabalgó el otro y metió la cabeza entre los travesaños de la cerca…
2-. Aquel señor era agente viajero, y estaba en su casa únicamente los fines de semana. Llegó el viernes por la noche y de inmediato fue con su esposa a la recámara. Estaban haciendo lo que estaban haciendo cuando el pequeño hijo de la pareja, que suponían ya dormido, entró en la alcoba. “¿Qué hacen?” –les preguntó, intrigado.
El señor acertó a responder: “Le estoy poniendo una semillita a tu mamá, para hacerte un hermanito”. Con tal explicación el pequeño se dio por satisfecho. No obstante, cuando el viajero regresó el siguiente viernes, el chiquitín le dijo: “Creo, papi, que mi hermanito ya no va a llegar”. “¿Por qué?” –preguntó con extrañeza el señor. Explica el niño: “Al día siguiente de que te fuiste vino el vecino y se lo comió”…
3-. Una rica mujer enviudó después de 25 años de casada. Con su marido –que de paz goce- nunca conoció los deliquios del amor erótico, pues el señor era indiferente y frío, de modo que decidió buscarse un hombre que aunque fuese por dinero la hiciera sentir goces, delectaciones y placeres inéditos para ella. Llamó, pues, por teléfono a una agencia que se anunciaba en el periódico, y que ofrecía los servicios de varones especializados en atender damas maduras y de buena posición, y pidió que le enviaran un hombre, de preferencia afroamericano, pues había oído decir que entre ellos los hay muy bien dotados.
Llegó el enviado, y la dinerosa mujer lo condujo a su alcoba. Ahí el individuo sacó de su cartera un preservativo, y para sorpresa de la dama se lo puso en la cabeza. Le dijo ella, desconcertada: “Ahí no se pone”. “Ya lo sé –respondió el sujeto con naturalidad-. Lo estoy aflojando”…
4-. Dos minúsculos espermatozoides iban en su camino para fecundar al óvulo. Habían recorrido ya mucha distancia, y sin embargo su destino final no se veía cerca. Uno de ellos le preguntó al otro: “¿Nos falta todavía mucho para llegar?”. “Supongo que sí –respondió su compañero-. Apenas vamos en el esófago”…
5-. Don Rutino era hombre metódico en lo tocante al sexo. Siempre hacía el amor con su mujer en la posición más tradicional, o sea la llamada “del misionero”, apegada a la ortodoxia conyugal, y sin embargo casi olvidada ahora, tanto que cuando alguien la resucite será considerada una atrevida posición. A pesar de su circunspección sexual una noche don Rutino dejó sorprendida a su mujer cuando le dijo: “Ahora quiero que lo hagas de ladito”. “¿Así?” –preguntó ella poniéndose en decúbito lateral. “No –aclaró don Rutino-. De heladito, como si fuera uno de fresa o de vainilla”… FIN.

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