Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Quiere que le den hasta las...
2013-12-26 | 09:33:50
Libidiano Pitongo, hombre proclive a la carnalidad, convenció por fin a Dulcilí, muchacha ingenua, de ir con él a un motel de paso. El pueblo en que vivían era muy pequeño, de modo que todos sus habitantes se dieron cuenta del suceso. Al día siguiente Dulcilí le dijo, llorosa, a su galán: “Tendremos que casarnos Libidiano’’. “¡Caray! -suspira el tipo-. Después de lo que hicimos nadie del pueblo querrá casarse ni contigo ni conmigo’’...
La tía de Rosilita le preguntó: “¿Ya sabes escribir?’’. Respondió la nena: “Sí”. “A ver -pidió la tía-. Hazme una i’’. La niña procedió a escribir la letra. Le dice la tía: “Le faltó el puntito”. “Espera un poco –responde la pequeña-.Todavía está en el lápiz’’...
Susiflor llegó cansada aquella noche. Le anunció a Rosibel, su compañera de cuarto: “Voy a darme un baño de pies. Hoy los usé mucho’’. “Entonces –anunció a su vez Rosibel- yo voy a darme un baño de asiento’’. (No le entendí)...
Enero de 1940. Faltaba poco tiempo para que concluyera el gobierno del general Lázaro Cárdenas. Se avecinaba ya la sucesión presidencial. Por esos días don Francisco Santamaría, político tabasqueño, escribió en su diario estas palabras: “... Se ve que Ávila Camacho tiene el apoyo oficial; será candidato de imposición. A mi entender él será el presidente, si Dios no lo remedia. Dios, en este caso, son los United States. Y a los United States lo que les interesa es que les den hasta las... El que las dé, gana. ¿Para qué andar con cambios, y menos con ruidos?...’’.
Mucho tiempo hace que se escribió ese párrafo. ¿Tendrá todavía vigencia en el México de hoy, el de la reforma petrolera? Uno de los cuatro lectores del articulista asoma en la columna y le dice: “Chitón chitoncito. Calladito te ves más bonito”. El escribidor se queda turulato: no ha entendido la causa de esa admonición…
La señora se desesperaba porque su perro se salía de la casa, y luego ella tenía que salir a buscarlo gritando su nombre por todas las calles de la colonia. Fue con el veterinario a consultarle el caso, y éste le dijo: “Acabo de recibir unos silbatos muy especiales que usan los boyeros en algunos lugares remotos de la pampa argentina.
La frecuencia auditiva del sonido que producen esos silbatos es tal que solamente lo pueden escuchar los perros y los bueyes. Con ese silbato puede usted llamar a su perrito sin que nadie más lo oiga’’. Aquella misma noche volvió a salirse el perro. La señora fue a la puerta e hizo sonar el silbato. Su marido le preguntó muy enojado: “¿Por qué estás sonando ese pito a estas horas?’’...
El señor que pasó a mejor vida era músico de profesión: tocaba el flautín en una orquesta. Antes de morir le pidió a su esposa que le pusieran su querido instrumento en del ataúd. Enjugándose las lágrimas decía la señora en el sepelio: “¡Ahora doy gracias a Dios de que el pobrecito no tocara la tuba!’’...
“¡Ven pronto, Burcelaga! –le gritó el señor a su mujer-. ¡Tu mamá está en la calle peleando a puñetazos con un hombre!”. “¡Santo Dios! –se azoró la señora-. ¿Por qué no me llamaste antes?”. Explica el individuo: “Porque el hombre iba ganando”...
Pirulina tomó las cosas muy en serio; Afrodisio, en cambio, no. Después de varios años de relaciones un día le dijo ella: “Llevamos ya mucho tiempo en esta relación. Creo que es hora de que te decidas. ¿Cuándo te vas a casar conmigo?’’. “Eso ni pensarlo -respondió él-. No puedo casarme’’. “¿Así de fácil? -se indignó ella-. Dame una sola razón por la cual no puedes casarte conmigo’’. “Te daré seis -respondió el otro-. Mi esposa y cinco hijos’’...
“¡Qué sabia es la naturaleza! -comentaba una señora de exuberante región glútea-. ¡Cuando llegamos a la edad de estar más tiempo sentadas nos dota de un cojín más cómodo!’’...
Al terminar el banquete de bodas, cuando ya los recién casados se disponían a retirarse, la recién casada le dijo a su flamante maridito: “Estoy muy nerviosa. Me tiemblan las piernas’’. “Es natural, mi amor-respondió el novio-. Dentro de poco se van a separar’’... FIN.
mirador
armando fuentes aguirre
El filósofo invitó a sus discípulos a pasar la noche en la montaña. Quería que aprendieran a amar la naturaleza, y sabía que a veces es necesario no ver las cosas para poderlas luego ver mejor.
Juntos contemplaron el cielo constelado. Ésa, les dijo, era la primera lección para no caer en tentaciones de soberbia.
Luego se deleitaron con el brillo de la luna. Ahí -dijo el filósofo-, estaba, si no toda la poesía, sí una buena parte de ella.
Por último se pusieron a oír los ruidos de la noche.
-Esto es cosa fácil -indicó a sus alumnos el maestro. Cuando tengan mi edad sabrán escuchar el silencio.
Horas después dijo uno de los discípulos:
-Maestro, la luna se ha ocultado y las estrellas desaparecieron ya. La noche es obscura, tenebrosa; por ninguna parte se ve ni el más pequeño asomo de luz. El temor invade el ánimo, y el corazón naufraga en las tinieblas. ¿Qué sucede, maestro?
Y respondió el filósofo:
-Ahora, en estas sombras, es cuando la esperanza de la vida brilla más. Cuando la noche parece más oscura es cuando está a punto de salir el sol.
¡Hasta mañana!...
manganitas
por afa
“…Se acerca el fin de año…”.
El pesimismo es un vicio
que suele hacer mucho daño.
Más bien, al hablar del año,
digamos: “¡Viene el inicio!”.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018